LETRA S
Agosto 5 de 2004
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Desafiar al mundo tal y como lo conocemos
 
 
Multiplicación de las voces de protesta contra la insensibilidad de los países ricos y de las grandes farmacéuticas en el combate global del sida; discusión de los avances y limitaciones en las estrategias de prevención y en las políticas de abstinencia sexual; constatación de fracasos sucesivos en la búsqueda de una vacuna, y recuento de discriminaciones e injusticia en el trato a las personas que viven con VIH/sida. Más que elaborar el balance de éxitos o fracasos de la Conferencia Internacional de Sida, en Bangkok, Tailandia, el siguiente reportaje contrasta las diversas posturas de sus participantes, los temas más polémicos y de mayor urgencia, las asignaturas pendientes, los compromisos incumplidos, y los avances, no siempre mínimos, que aún permiten mantener el optimismo. ls-thailandia2
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Alejandro Brito
 
 

Entramos a una nueva etapa en la lucha mundial contra el sida: los recursos han comenzado a fluir, un número creciente de líderes a todos los niveles se comprometen, y se comienza ya a trabajar a escala masiva en el acceso a tratamientos y a las medidas preventivas, tal era la apreciación optimista de Peter Piot a unas horas de inaugurarse la XV Conferencia Internacional de Sida realizada en Bangkok, Tailandia, del 11 al 16 de julio pasado. Y no le faltaba razón al 
hombre que ha lidereado el programa de sida de las Naciones Unidas. Desde el año de su creación, en 1996, el gasto global invertido para contener la pandemia ha crecido de 300 a cerca de 5 mil millones de dólares, distribuidos a través de iniciativas mundiales de reciente creación como el Fondo Global contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, de la ONU; el programa 3 por 5 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el que se espera otorgar 3 millones de tratamientos para el año 2005; el Plan de Emergencia multimillonario del presidente Bush de ayuda a 15 países de los más afectados y empobrecidos por la pandemia, y la Iniciativa Internacional para la Vacuna del Sida, que cuenta con el apoyo de varios gobiernos europeos y norteamericanos.

En el transcurso de los cinco días de duración de la mega conferencia, este optimismo inicial se fue matizando, y algunos delegados no dudaron incluso en calificar de fracaso todo este esfuerzo global. El lema de esta cumbre mundial del sida, "Acceso para todos", describe más un deseo que una realidad: por carecer de acceso a los tratamientos, el año pasado fallecieron 3 millones de personas, y sólo 20 por ciento de las poblaciones en riesgo de infección tienen acceso a las tecnologías preventivas, debido a esto último, cada segundo se infectan seis jóvenes menores de 25 años, por citar sólo una de las múltiples maneras de documentar la catástrofe.
 
 

Un chantaje inmoral

La política ha ido desplazando a la ciencia en este tipo de eventos internacionales desde que los potentes tratamientos contra el VIH se dieron a conocer en 1996. Toda una movilización mundial se ha desplegado para lograr extender el acceso a los medicamentos antirretrovirales a los países de menores ingresos. De los seis millones de personas que los necesitan, sólo 400 mil los reciben. Uno de los reclamos más sonados en la Conferencia de Bangkok fue el incumplimiento de los compromisos de los potencias mundiales de otorgar mayores recursos al combate global de la pandemia. Para el 2005 se requerirán 3,500 millones de dólares, pero hasta ahora el Fondo Global sólo ha recabado 880 millones.

Al grito de "¡Dónde están los 10 mil millones para tratar a los 6 millones!", los activistas del sida interrumpieron a los representantes gubernamentales de los países desarrollados en cada sesión o conferencia donde se presentaron. El Fondo Global, creado hace dos años por iniciativa del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, está pasando por una crisis financiera que ha llevado a la parálisis de varios programas impulsados por el Fondo, y ha puesto en riesgo, la puesta en marcha de los proyectos del próximo año, según reveló Rodrigo Pascal, representante de las personas que viven con VIH/sida en la directiva de dicho Foro.

De esa crisis financiera se responsabilizó mayormente al gobierno de los Estados Unidos, reacio a sumarse a este esfuerzo multilateral y más empeñado en impulsar la ayuda bilateral a través de su propio Plan de Emergencia de Alivio para el Sida. Paul Zeitz del Proyecto de Acceso Global a la Salud, una de las organizaciones más combativas, acusó al gobierno de Bush de sabotear "la mejor esperanza del mundo" en referencia al Fondo Global.

Al respecto, activistas de varias organizaciones civiles internacionales denunciaron la amenaza que representan los tratados de libre comercio para la fabricación de medicamentos genéricos a bajo precio. Los países firmantes quedarían obligados a respetar las patentes de los medicamentos en un plazo de por lo menos 20 años. Lo que significaría un retroceso a los acuerdos sobre la propiedad intelectual firmados en la reunión de la Organización Mundial de Comercio realizada en Doha, Qatar, en el 2001, que permite a los países de bajos ingresos fabricar o comprar copias genéricas de los medicamentos en situaciones de emergencia sanitaria como la del sida. "Obligar a los países a renunciar a estas disposiciones en el marco de negociaciones comerciales bilaterales equivaldría a un chantaje inmoral", criticó el presidente francés Jacques Chirac, sin mencionarlo, al gobierno estadunidense en un mensaje leído por un representante.

Por lo pronto, amparados en el acuerdo de Doha, seis países: Tailandia, China, Rusia, Brasil, Ucrania y Nigeria firmaron un acuerdo en Bangkok para fabricar y distribuir a bajo costo medicamentos genéricos antisida, con lo que esperan tratar a cientos de miles de pacientes.
 
 

La vacuna no es prioridad

El lema "Acceso para todos", que también incluye a la prevención y no sólo a los tratamientos, se reiteró marcadamente en las sesiones. El acceso a los servicios y las tecnologías preventivas muestra un grave rezago. Se estima que de los 12 mil millones de condones anuales que se necesitan en los países pobres para detener la pandemia, sólo se proveen 2,500 millones. Otro dato: sólo 12 por ciento de las personas que no se protegen tienen acceso a las pruebas de detección y a los servicios de consejería.

A diferencia de otras conferencias, la de Bangkok le dio mayor importancia a esta enorme brecha preventiva. Y el rezago no solamente está en el acceso sino también en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías preventivas. Mientras en los últimos años se han desarrollado numerosas terapias efectivas para controlar la replicación del VIH en el organismo, los mensajes e instrumentos preventivos siguen siendo los mismos del tiempo anterior a los tratamientos. Por ello, se insistió en la necesidad de integrar los tratamientos a la prevención y apostarle al desarrollo de una nueva generación de estrategias preventivas, que incluiría la elaboración de una vacuna y de una substancia microbicida, el control del Herpes Simple, la circuncisión masculina y la terapia antirretroviral.

La pandemia ha alcanzado tales proporciones que sólo una vacuna puede pararla. Pero paradójicamente, su elaboración no es una prioridad científica ni política ni económica. Del gasto mundial invertido en el sida, sólo 3 por ciento se destina a la investigación de vacunas. Lo que explica los decepcionantes resultados alcanzados en ese rubro. Los candidatos a vacunas probados han fallado en otorgar suficiente protección. En la actualidad hay 22 candidatos a vacuna probándose, pero sólo uno en fase III con humanos. Además de la falta de recursos, hay una falta de coordinación. "La mayoría de los científicos está trabajando sobre la misma idea", reveló Seth Berkley de la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida (IAVI), lo que significa que si esa línea es la equivocada, fallarán todos.

Las opciones preventivas existentes no son suficientes, sobre todo para las mujeres, quienes necesitan una herramienta acorde a sus necesidades y situaciones. La esperanza aquí está puesta en la elaboración de un microbicida en forma de gel, crema o diafragma de aplicación vaginal, capaz de eliminar al virus sin dañar al organismo. En los próximos tres años estarán probando su eficacia seis tipos de microbicidas en estudios que involucrarán a 20 mil mujeres voluntarias. Pero al igual que las vacunas, ningún resultado significativo se espera antes de 5 años. Algunas voces femeninas criticaron el que se le diera un papel central a los microbicidas cuando aún no se ha desarrollado ninguno, y en cambio al condón femenino, que ya está disponible pero aún no es accesible en los países de bajo ingreso, no se le diera importancia alguna. ¿No deberíamos estar promoviendo su acceso universal?, cuestionaron.

Los tratamientos contra el sida también tienen su impacto en la prevención de infecciones. La acción de los medicamentos antirretrovirales reduce la cantidad de virus (carga viral) circulante en el organismo, lo que a su vez disminuye las posibilidades de transmitirlo. En la Conferencia se informó de estudios que se están llevando a cabo entre parejas serodiscordantes (donde sólo uno es portador del virus), para evaluar el impacto de los tratamientos en la transmisión sexual del VIH. Lo que si está ampliamente comprobado es la eficacia de algunos medicamentos antirretrovirales para reducir la transmisión del virus de la madre al bebé durante el embarazo. Sin embargo, se advirtió sobre el uso de Nevirapina, ya que 32 por ciento de las madres tratadas con ese medicamento desarrollaron resistencias, en comparación con el cero por ciento de las madres que no lo recibieron. Lo que plantea una problema grave porque reduce las posibilidades de tratamientos futuros para la madre infectada.
 
 

¿Condonizar a la humanidad?

La ideología también desplazó a la ciencia en el terreno de la prevención. Los gobiernos de Uganda y Estados Unidos introdujeron el fantasmón de la abstinencia sexual que se paseó por las plenarias, los pasillos y los salones de la Conferencia. "No podemos condonizar a la humanidad, por eso la estrategia de mi gobierno es triple: abstinencia, fidelidad y como último recurso el condón", expresó el mandatario ugandés Yoweri Museveni. A esta estrategia se le conoce como ABC por sus siglas en inglés (abstinence, be faithful, condoms), y de acuerdo con el presidente de uno de los países más golpeados por la pandemia ha sido todo un éxito, pues aún con porcentajes bajos de uso del condón, Uganda ha logrado reducir drásticamente la prevalencia del VIH, de 30 a 6 por ciento, en las poblaciones más expuestas a la infección, lo que quiere decir, según afirmó, que las estrategias A y B funcionan: dejemos el condón "para aquellos que no pueden abstenerse o ser fieles, porque no es la solución final", señaló.

No es de extrañar que el presidente George W. Bush haya retomado ese programa para condicionar la ayuda de su gobierno a su adopción por los demás países de la región. Los condones "no hacen más que promover la desconfianza institucionalizada en las parejas", insistió Museveni.

A las estrategias del programa ABC, los activistas de la prevención opusieron las estrategias del uso de condones, el intercambio de jeringas limpias entre usuarios de drogas y la negociación del sexo seguro entre las parejas, conocida a su vez como el programa CNN por sus siglas en inglés (condoms, needles and negotiating skills). Para muchos de los y las participantes, este debate significa un retroceso en el consenso logrado desde hace años sobre la eficacia de las medidas preventivas basadas en la evidencia científica. "No quisiéramos ver ahora movimientos de grandes cantidades de dinero para echar abajo todos nuestros esfuerzos. No necesitamos escuchar argumentos de los años cincuenta", expresó Richard Burzynski del Consejo Internacional de Organizaciones de Servicio en Sida. Por su parte el activista Shaun Mellors advirtió: "La gente pagará con sus vidas si sustituimos la ciencia por la ideología".
 
 

La hipocresía, aliada del virus

Los usuarios de drogas intravenosas fueron los protagonistas de la Conferencia de Bangkok. Y no es para menos, la epidemia entre esa población es la que está creciendo de manera más acelerada. Fuera de África, una de cada tres nuevas infecciones se da por medio de la inyección de drogas. En países como Tailandia y Rusia, entre 50 y 80 por ciento de esa población está infectada. A pesar de esta realidad, por razones ideológicas y políticas, muchos gobiernos se niegan a adoptar los programas de reducción del daño que se basan en la distribución de jeringas y agujas limpias entre la población usuaria, y en la sustitución de la heroína y la cocaína por la metadona. En cambio, llevan a cabo una "guerra contra las drogas" que afecta más a la población usuaria que a los traficantes. "Queremos que nos traten como pacientes, no como delincuentes", exigió Paisan Suwannawong, dirigente de la Red de Usuarios de Drogas de Tailandia, quien denunció la ejecución extrajudicial de 2,500 usuarios por parte del gobierno tailandés. Junto a las cifras de la pandemia, las denuncias de abusos, discriminaciones y atropellos a las personas que viven con VIH/sida fueron las constantes en la conferencia. Por ello, Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, no dudó en afirmar que el sida es sobre todo "una crisis de derechos humanos".

A pesar de las intenciones de los organizadores de darle un lugar destacado al empoderamiento de mujeres y jóvenes, muy poca evidencia se presentó sobre el grupo de mujeres mayormente afectadas por la pandemia, aquellas que son simultáneamente jóvenes, pobres y casadas, como es claro en los países del África subsahariana, donde más de 50 por ciento de las infecciones y casos de sida son mujeres. En términos generales, las mujeres se infectan a una edad más temprana que los varones y biológicamente son siete veces más propensas a infectarse que ellos.

Mientras la abstinencia y la fidelidad cobran mayor importancia en los programas de prevención, el matrimonio y la monogamia se revelan como factores de riesgo creciente para muchas mujeres cuya vulnerabilidad está ligada a su escaso poder de negociar medidas de protección con sus parejas, se reiteró.

En particular, Thoraya Ahmed Obaid, directora del Fondo de Población de las Naciones Unidas, destacó el papel jugado por la violencia de género. "Parar la violencia contra las mujeres y las niñas debe ser una prioridad para hacer que la prevención funcione", advirtió y propuso integrar el VIH/sida a los servicios de salud reproductiva.

En general, fue poco lo que se documentó sobre el género y su relación con el VIH/sida. Y no sólo sobre la manera como esa relación afecta particularmente a las mujeres, sino también la manera como esa combinación coloca a los hombres en un doble papel en la transmisión del virus. Muy poca atención se dio a la transmisión sexual del VIH entre hombres a pesar de lo extendido de esa práctica sexual en los países en desarrollo. El epicentro de la pandemia está ahí, pero por la negativa de gobiernos e instituciones, esa práctica, más allá de orientaciones e identidades sexuales, es una realidad poco documentada. Aún así, los datos han comenzado a fluir y hablan por sí solos: en la India 30 por ciento de los varones menores de edad han tenido sexo con otros varones. En Sudáfrica, 40 por ciento de los camioneros o traileros reportaron prácticas de sexo anal con otros hombres. En Bangladesh y Paquistán ese porcentaje fue de 15 y 20 por ciento respectivamente. Y en el ejército de Tailandia el sexo entre varones lo han practicado alguna vez 27 por ciento de sus integrantes. En muchos de esos países, ex colonias británicas, las leyes heredadas que criminalizan la homosexualidad aún están vigentes.

Por esa razón, Dennis Altman, profesor de La Trobe University de Australia, subrayó la poca atención que la Conferencia de Bangkok otorgó al análisis de "las barreras que la religión, la política y la hipocresía erigen contra los programas efectivos de prevención del VIH". Y en particular sobre "las maneras en que los fundamentalismos de todas las religiones perpetúan las inequidades de género y de sexo que exacerban la epidemia."

Tal vez las siguientes palabras de Mary Crewe, de la Universidad de Pretoria, Sudáfrica, resuman el reto planteado por la pandemia del sida a los y las líderes reunidos en esta cumbre internacional del sida que tendrá su próxima sede dentro de dos años en Toronto, Canada: "Necesitamos pensar e imaginar un futuro reescrito por la epidemia. Prevenir cualquier nueva infección significa desafiar al mundo tal y como lo conocemos."