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Obituario   - NUEVO -

P O L I T I C A
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México D.F. Viernes 30 de julio de 2004

Jorge Camil

Miedo

El miedo es el tema que dominará la campaña presidencial de Estados Unidos. Miedo al terrorismo, infundido en la mente de los electores por la administración de George W. Bush para asegurar la relección: šfue él quien salvó al mundo occidental del peligro de Saddam Hussein! Miedo a la relección de la pareja Bush-Cheney, alentado por el Partido Demócrata, para que los votantes comprendan que cuatro años más de lo mismo podrían acabar con el pueblo palestino, enemistar para siempre a los aliados tradicionales y destruir el poco prestigio de Estados Unidos en el mundo.

Por increíble que parezca, la superpotencia no elegirá al próximo presidente basándose en los temas tradicionales: economía, medio ambiente, educación y relaciones con la Unión Europea o América Latina. El tema subyacente será Al Qaeda, con lo cual Osama Bin Laden y el fundamentalismo islámico podrían anotarse otra victoria contra el American way of life.

En ese orden de ideas, el rasero con el que los republicanos medirán a John Kerry será su capacidad para continuar exitosamente la ''guerra contra el terrorismo'', obviamente instigada, propagada y manipulada por el binomio Bush-Cheney. Y ya se adivina la sentencia: Kerry es débil, inestable, dice una cosa hoy y otra mañana, afirmarán las huestes republicanas, y para derrotar al terrorismo hacen falta determinación, amor a la patria y temor de Dios: cualidades supuestamente desplegadas por Bush cuando adoptó la "valiente" decisión de "enviar a los muchachos a la línea de fuego" (aunque el valor no esté peleado con el sentido común y Kerry sea uno de los héroes más condecorados de Vietnam; Bush, como sabemos, evadió el servicio militar aprovechando el dinero y las influencias del padre).

Es seguro que antes de las elecciones de noviembre las autoridades federales (John Ashcroft en el Departamento de Justicia y Tom Ridge en el de Protección del Territorio) elevarán los niveles de alarma de seguridad nacional para atemorizar a los electores y mantener presente la imagen de Bush, quien no obstante su dudosa legitimidad y su manifiesta incapacidad de gobernar, ha logrado mantenerse en las encuestas atacando molinos de viento y prometiendo diariamente en todos los foros defender la integridad del territorio nacional contra viento y marea. ƑQuién, si no Bush, derrocó a Saddam Hussein, impidiendo que desplegara sus apocalípticas armas de destrucción masiva (que, šmaldita sea!, no aparecen por ningún lado)? Los bushistas de corazón (y más importante aún, el Jewish Lobby) saben que Bush no se detendrá en Irak. Pueden leer entre líneas y perciben que para mantener su racha victoriosa el presidente ha comenzado a filtrar discretamente el nombre de su próximo blanco: šIrán!, con probada capacidad nuclear y miembro del eje del mal, señalado recientemente por los servicios de inteligencia (los mismos que aseguraron encontrar en unas cuantas horas las armas de Hussein) como la nación que "verdaderamente" apoyó a los atacantes del 11 de septiembre con dinero y pasaportes falsos. Así que, como en las novelas del corazón, ya podemos imaginar el siguiente capítulo.

La Convención Demócrata, que terminó esta semana con las fanfarrias de siempre, fue el evento mejor protegido de la historia, no porque a Bush le importe mucho el partido opositor, sino para que en la mente de los indecisos germine la propaganda oficial sobre la inminencia de otro ataque terrorista. Para esos efectos, el gobierno ha anunciado públicamente que si los "terroristas" (ese fantasma desconocido que crece como bola de nieve) decidieran lanzar un ataque como el de Madrid para alterar el resultado de la elección, los comicios presidenciales podrían aplazarse indefinidamente (un golpe de Estado, en opinión de un perceptivo crítico de la administración actual). Por lo pronto, Bush tiene poco tiempo para contrarrestar las severas críticas del reporte de la Comisión 9/11 sobre su deficiente aparato de seguridad, que fue incapaz de prever los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono.

Pero, continuando con el tema del miedo, Washington y Wall Street se despertaron recientemente con el alarmante rumor de que Bush, alegando problemas de salud de Dick Cheney, podría no designarlo compañero de fórmula en noviembre. Parece que los asesores presidenciales tienen miedo de que un debate televisivo entre Cheney (tortuoso, aburrido, misterioso: un auténtico príncipe de las tinieblas), y el carismático John Edwards (con la inteligencia, oratoria y agilidad de un extraordinario abogado litigante) podría ser el factor que volteara las cartas en favor de Kerry. Lo dicho: la agenda fijada por Bush será el miedo: miedo al terrorismo, miedo a las consecuencias de su relección, miedo a los homosexuales, miedo al aborto, miedo al miedo; una nación reducida al miserable papel de rehén del gobierno. (Para colmo de males, Paul Krugman, en su editorial de The New York Times esta semana, añadió un miedo adicional: miedo al fraude electoral en Florida...)

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