Jaime Martínez Veloz

Tijuana: elecciones ilegales e ilegítimas

El próximo primero de agosto habrá elecciones en Baja California. Entre las cinco alcaldías en disputa sobresale la fronteriza Tijuana. Dos júniors tenebrosos se disputan el municipio: el panista Jorge Ramos y el priísta Jorge Hank.

Ambos candidatos, de una sólida ignorancia, han disimulado su mediocridad con una estrategia de chequera abierta. Los topes de campaña se han rebasado impunemente, ante la ineptitud de los órganos electorales estatales, que aparecen en esta comedia como monigotes incapaces de arbitrar el proceso.

Desde su llegada al poder en Baja California, el PAN sofisticó las formas para sacar raja electoral de su ejercicio del poder. Privilegió el empadronamiento en las zonas afines al panismo; impuso un órgano electoral (disfrazado de ciudadano) dócil a sus intereses, lo que le permite el diseño de una estrategia y una táctica para ubicar las casillas alejadas o cercanas a donde se asienta el grueso de los habitantes, dependiendo de la cercanía o lejanía con el panismo de cada sección electoral; promueve, en confabulación con gerentes de las maquiladoras, "paseos de verano" para trabajadores y sus familias el día del proceso, con el propósito de evitar un voto que les es adverso, y, como garantía de su control sobre cualquier intento opositor, el día de los comicios moviliza a todos sus policías para amedrentar a los posibles votantes de los lugares donde, previa consulta del padrón, la tendencia histórica del sufragio le es contraria.

Baja California es la única entidad donde se vota con una credencial "electoral" estatal (azul de pura casualidad), de cuyo padrón se han demostrado más de medio millón de inconsistencias. ƑPor qué no usar la credencial federal electoral? Porque el padrón de la entidad permite al PAN una capacidad de maniobra que el federal no le brinda.

Por su ubicación geoestratégica, Tijuana representa un asunto de seguridad nacional para México. Con los mayores índices delictivos del país, esa ciudad es lugar de paso del mayor volumen de droga para abastecer a los 14 millones de adictos regulares estadunidenses. Asimismo, en Baja California se construye el más importante proyecto de generación de energía eléctrica de exportación, además de las regasificadoras que abastecerán el necesitado mercado californiano.

Por ello es necesario precisar que la ola criminal y el deterioro institucional que sufre la entidad no es gratuito, ni casual. Las autoridades estadunidenses se hacen de la vista gorda ante el cúmulo de ilícitos que se producen en Tijuana, cuyo origen tiene que ver con la droga que se consume en Estados Unidos y que poco a poco van generando las condiciones para una "intervención preventiva" de los marines, vista la incapacidad mexicana para enfrentar los flagelos. Si no, al tiempo.

Ese es el contexto en el que el primero de agosto se enfrentan dos sectores de la misma oligarquía, quizá la más reaccionaria y pro yanqui en México. Por un lado, Jorge Hank se hace el gracioso y asegura (con la cara arrugada) que no le temblará la mano para enfrentar la criminalidad, y presume una canasta de huevos porque, dice, es lo que se necesita. Para su desgracia, un documento gráfico revela que los huevos de los que presume en el anuncio televisivo son pequeñitos, frágiles, disminuidos, casi como de pichón.

Igual de cretino, el panista Jorge Ramos promete obligar a niños en edad prescolar, de tres y cuatro años, a tomar cursos preventivos contra las drogas. Aberrante. Pero el mal ejemplo cunde: el burro asesor que recomendó al Neandertal panista de Tlanepantla implantar el estado de sitio en ese municipio fue importado desde el gobierno panista de Tijuana.

El PAN recoge hoy lo que cultivó por 15 años. La desmovilización social y el individualismo, como su norma de conducta, lo han puesto en aprietos ante Hank, que dice tener 500 millones de dólares y que los pellizca y reparte con cierto éxito electoral, dando limosnas y migajas a los marginados, con la apuesta de que su estructura electoral movilizará los votos suficientes para ganar en un proceso de raquítica votación. Algunos consultores advierten que el abstencionismo podría alcanzar casi 80 por ciento. El PAN en el pecado paga la penitencia de haber cambiado la política del "bien común" por la "del azadón".

De imponerse la legalidad, tan invocada, existen todos los elementos jurídicos y políticos para que las elecciones en Tijuana se invaliden y se repitan con un proceso equitativo, siempre y cuando existiera una autoridad electoral imparcial, capaz y verdaderamente eficiente en su encomienda institucional.

La inoperancia del sistema de partidos, manifestada en un primer momento en la ausencia de electores en las urnas, puede tener otro tipo de expresiones, de movilización y organización social, incluyendo las subversivas, en un caldo de cultivo propicio, con los jornaleros explotados de San Quintín, con miles de trabajadoras de las maquiladoras mal pagadas y explotadas por trasnacionales y líderes venales y miles de jóvenes sin expectativa de futuro, más que la maquila o las adicciones, sólo por señalar algunos de los focos de tensión más evidentes.

Por ello hay que frenar la descomposición institucional de la entidad y construir un nuevo pacto o contrato social, que incluya a todos los bajacalifornianos. De eso depende el futuro. Este es un asunto de política mayor, muy alejada de la visión anodina, monocorde y genuflexa de los candidatitos del PAN y del PRI. Lástima que, como siempre en el norte, el PRD se haya norteado y su presencia resulte insignificante.