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Obituario   - NUEVO -
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México D.F. Martes 20 de julio de 2004

El autor habla de su nuevo libro El rumor del fuego. Anotaciones sobre Eros

No tenemos una cultura erótica, sino una sexualidad mediática: De Luna

La globalización económica ha hecho del sexo la gran mercancía

Deplorable, que el simulacro sustituya a la realidad, expresa el escritor

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Sexo en la radio y por televisión; sexo en Internet y por teléfono; sexo en los puestos de periódicos y en los espectaculares publicitarios; como nunca antes, sexo en el cine, en el teatro, en las canciones. Sexo, sexo, sexo... La globalización económica ha puesto el sexo -y no es albur- en boca y a la vista de todos. La gran mercancía.

Sin embargo -observa el escritor Andrés de Luna-, esta sobreexposición de lo sexual no necesariamente se traduce en una mayor conciencia erótica: ''Lo que existe es un gran simulacro, no hay una cultura erótica, lo que hay es una sexualidad mediática pero poca concreción. Sexo vicario".

Alimentada en parte por el temor al sida, en parte por el desarrollo tecnológico y la omnipresencia de los medios, se trata de una cultura ''sustitutiva" que no lleva a que hombres y mujeres ''se enfrenten a lo real, al cuerpo de los demás y al propio cuerpo".

Permisividad y tolerancia

El motivo de la entrevista con Andrés de Luna es la publicación de su nuevo libro, El rumor del fuego. Anotaciones sobre Eros, conjunto de ensayos editado por Tusquets, donde el autor ''condensa años de reflexión e indagaciones en torno del impulso erótico que atraviesa nuestra cultura".

Suma de voces y autores, textos y datos ''que van de la antigüedad grecolatina hasta nuestra agitación contemporánea", El rumor del fuego -sostienen los editores- gratifica, inquieta y finalmente ''amplía el panorama y los caminos de un erotismo que diversos discursos -morales, doctrinarios, jurídicos- pretenden parcelar y acotar en perjuicio nuestro".

Como muchas otras cosas, después del movimiento estudiantil de 1968 y la matanza de Tlatelolco, la visión sobre sexualidad y conciencia erótica fueron modificadas. Sobrevinieron ''momentos clave de permisividad y tolerancia ligados a una mejor preparación académica y el establecimiento de ciertos dominios de la clase media mexicana que permitieron una mejor lectura de lo erótico".

A lo anterior hay que añadir el papel jugado por el feminismo y los movimientos lésbico y gay: ''Han sido muy importantes aunque no sabemos medir todavía la capacidad de movilización que generaron en muchos terrenos de la cultura mexicana".

Y aunque persiste ''una visión viriloide, creo que se ha avanzado de manera sustancial, lo cual da una nueva visión de lo erótico en México".

Homogeneidad del capitalismo salvaje

Como sea, las expresiones contemporá-neas de la relación entre sexualidad y erotismo tienen sus claroscuros: ''Qué bueno que haya mayor tolerancia y apertura, y que se puedan ver los cuerpos en televisión e incluso que la pornografía esté en los puestos de periódicos; y que, según estadísticas recientes, haya 28 mil sitios eróticos en Internet", expresa De Luna.

A casi cualquier hora del día ''podemos ver programas que hablan de grandes reventones, parecería que el mundo es orgiástico, una especie de mundo feliz que no tiene contacto con lo real. Lo erótico no es sólo el hecho de estar con alguien en la cama, sino que es toda una forma de vida, y esa es la conciencia que hay que ejercer".

El problema ''es que todo eso nos aleja del cuerpo del otro, que cada vez se vuelve más como un planeta muy lejano. Eso a mí me parece deplorable; que el simulacro remplace a la realidad siempre va a resultar cuestionable".

Todo esto ''forma parte de este fenómeno bastante irreal y muy poco coherente que es la globalización, uno de los grandes mitos del comercio, de un capitalismo salvaje que hace homogéneo a todo mundo para que todo mundo compre las mismas cosas".

El erotismo que actualmente se da en México ''deriva de esta condición y tiene mucho de simulacro, aunque también despierta cierta conciencia. ¿Quién iba a decir que aquí se iban a dar cosas como los clubes de swingers (intercambio de pareja) o que los centros comerciales y el supermercado iba a fomar parte de los elementos erotizables de la ciudad, que se iban a convertir en espacio de ligue?"

También autor de libros como El bosque de la serpiente (relatos eróticos, 1998), Cuentos eróticos de navidad (1999) y Erótica: la otra orilla del deseo (2003), Andrés de Luna recuerda que ''el erotismo forma parte de la cultura; su arquitectura real está dada en términos de lo que pasa o deja de pasar en un determiando momento histórico".

Al respecto, el escritor no tiene dudas sobre la estrecha relación que existe entre educación sexual y conciencia erótica: ''en la medida en que haya una mayor educación sexual habrá una mayor conciencia erótica".

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