Familiares encuentran una bomba en el ataúd de Sabr Karim tras sacarlo de la morgue

Asesinan al auditor en jefe del nuevo Ministerio de Industria iraquí

Rebeldes señalan como "colaboracionista" a todo el que trabaje para el "nuevo Irak"

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Bagdad, 15 de julio. Pocas horas antes de que Robin Butler certificara la "buena fe" de Tony Blair en la invasión, Sabr Karim pagó el precio de trabajar para el "nuevo Irak". El padre de siete hijos y auditor en jefe del nuevo Ministerio de Industria iraquí -cuyo trabajo era analizar de cerca los lucrativos contratos dados a empresarios para reconstruir el país- llegó en auto a su casa en el suburbio Saadiyeh, de Bagdad, con el desayuno para su familia: leche, crema y pan que compró en una tienda del barrio. Fue entonces cuando dos hombres a bordo de una pick-up le dispararon fríamente dos balas al estómago y otras dos a la cabeza. Sus hijos lo encontraron tirado en el pavimento, con una pierna todavía dentro del carro.

En Irak tradicionalmente se instala una carpa fúnebre en la calle, justo afuera de la casa de la víctima, pero cuando este jueves fui a dar mis condolencias, la calle estaba bloqueada con automóviles para evitar que atacantes suicidas llevaran un vehículo hasta la carpa, y esto tiene mucha razón de ser, porque cuando el hermano de Sabr Karim y su yerno fueron a la mezquita frecuentada por la familia a recoger un ataúd para el fallecido, alguien había colocado una bomba dentro del féretro. Otro día de vida y muerte en el "nuevo Irak".

Sabr Karim trabajó durante 30 años en el Ministerio de Industria. "Era un hombre muy honesto", recordó ayer su hermano Yahyia. "Cuidaba el dinero del gobierno y en los últimos meses, como usted sabe, el ministerio manejaba millones de dólares en contratos. Su trabajo era verificar esto. Sí, había recibido amenazas. Nunca habló de ellas, era un hombre callado, no se metía con nadie. Amaba a su familia, hablaba fluidamente el inglés y leía libros sobre leyes en su tiempo libre. Iba a la mezquita. Era una persona muy celosa de su privacidad".

Los detalles del asesinato de Sabr Karim eran tan aterradores como rutinarios y familiares en el Irak actual. Fue a comprar el desayuno para su familia tres días consecutivos. La rutina es un error fatal para cualquiera que corra riesgos aquí. Cuando regresó, antes de las nueve de la mañana, obviamente no vio el vehículo estacionado en la esquina de su calle en la que tres hombres, uno de los cuales hablaba por un teléfono celular, lo observaban. Los vecinos recordaron más tarde que el hombre cerró su teléfono, e inmediatamente después apareció de pronto una pick-up marca Nissan.

"Los que venían en este vehículo evidentemente no conocían a Sabr ni estaban familiarizados con el área, pero les avisaron que había llegado", dijo Yahyia. "Arribaron inmediatamente y eran asesinos profesionales. Dos balas en el abdomen y dos en la cabeza. Luego volvieron a la pick-up y se marcharon a tan alta velocidad que nadie tuvo oportunidad de dispararles. Imagínese, Sabr tenía siete hijos y vivía dedicado a ellos. Esto sucede".

El hijo mayor de Sabr Karim, Akram de 20 años, vestido con camisa y pantalón negro llegó a sentarse junto a nosotros. "Durante 35 años vivimos en una sociedad cerrada", dijo. "Y ahora nos dicen que tenemos democracia, pero esa libertad es para los asesinos. No puede ser así".

Pero el asesinato de Sabr Karim fue sólo el principio de los tormentos para su familia. Su yerno, un veterano de la guerra que pidió no revelar su nombre, me contó lo que sucedió después. "Fuimos a la mezquita a recoger un ataúd para Sabr y lo trajimos a casa; posteriormente lo llevamos a la morgue para recoger los papeles de la autopsia. Luego regresamos el ataúd a la mezquita y dijimos que queríamos que el funeral se celebrara la mañana siguiente. Abrimos el féretro y adentro había una bomba conectada a una batería". El artefacto no estalló.

Fuerzas estadunidenses investigaron el incidente porque aparentemente les preocupaba que alguien hubiera usado ataúdes para almacenar bombas que después serían usadas contra las fuerzas de su país en Irak, y detuvo en calidad de testigos a dos primos de Sabr Karim: Fawzi y Hussein Abdal. Aún no han saldio de la estación de policía de Al Biyah, lo cual ha preocupado aún más a la familia del fallecido. "ƑQué debemos pensar?", me preguntó Yahyia en la carpa fúnebre. "ƑAcaso usted y su gente no se dan cuenta del infierno en que viven los iraquíes?"

Iyad Allawi, el primer ministro iraquí nombrado por los estadunidenses, y para quien Sabr Karim trabajaba, anunció el jueves la creación de una nueva Dirección de Seguridad Nacional, para reforzar la ley y el orden. Es una institución que a los iraquíes les resulta familiar. Saddam Hussein tenía una Dirección de Seguridad General. Cuando se le preguntó a Allawi si ex miembros del partido Baaz serían empleados de esta nueva organización, respondió que sus agentes de seguridad serían "profesionales". Todo iraquí sabe lo que esto significa.

Había pollo y res en el almuerzo fúnebre que se sirvió afuera de la casa de Sabr Karim; se incluyó también yogurt, vegetales frescos acompañados de té cargado y caliente. Algunos de los visitantes sugirieron que había tanta corrupción dentro del nuevo Ministerio del Interior que la policía no daría seguimiento a la investigación del asesinato. ƑY sobre los responsables? Hubo algunas alusiones cautelosas al trabajo de Sabr Karim. ƑHabrá sido un trabajo interno por parte de algún contratista que no quería que se descubrieran sus robos a fondos estatales? ƑO sería simplemente un ataque más contra un servidor público que trabajaba por el nuevo gobierno respaldado por Estados Unidos? ƑA que se debía el segundo ataque contra la vida familiar, en la forma de esa macabra bomba dentro del ataúd?

Los Karim son chiítas que viven en un área de Bagdad mayoritariamente sunita, y los insurgentes liderados por sunitas han señalado como colaboracionistas a todos aquellos que trabajen para la administración de Allawi. Esto no es algo que la familia mencionó durante el funeral, pero cuando salí de la carpa, un primo del difunto se me acercó:

"Señor Robert, gracias por venir pero por favor váyase rápido. Hay gente que no vive en esta zona y que está aquí. Algunos de ellos tienen opiniones muy fuertes. Los iraquíes saben de lo que hablo. Hay personas que nos vigilan y tenemos miedo por usted".

Así que me fui, rápido, llevándome el recuerdo de algo que me dijo el hijo más joven de Sabr Karim. Mohamed, de 11 años y gruesos anteojos. Le pregunté qué quería ser cuando creciera. Hizo una pausa de varios segundos y respondió: "Quiero ser como mi padre".

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca