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Obituario   - NUEVO -

C O R R E O   I L U S T R A D O
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México D.F. Domingo 11 de julio de 2004

 
El genocidio se vuelve aceptable, asegura

Señora directora: Solicito atentamente la publicación de la presente en la sección de Correo Ilustrado de nuestro querido diario.

Es menester decir que coincido plenamente con las conclusiones de su editorial del viernes 9 de julio, referido al resolutivo del juez militar Domingo Arturo Salas Muñoz que exonera al delincuente Mario Arturo Acosta Chaparro de los delitos que le imputó la Procuraduría de Justicia Militar.

Es ocurrente un proceso grácil, dónde los acusadores, los juzgadores, los defensores y el mismo acusado son correligionarios, compañeros de generación y de correrías, personales y castrenses, un proceso donde los responsables del Ejército -su comandante en jefe y su jefe real, el "general secretario"-, uno simula que los persigue, y hasta monta una fiscalía especial para hacerse cargo del numerito, y el otro se encarga de decirnos que -"nos guste o no, debemos obedecer al Presidente"-, existe un fuero de guerra establecido venturosamente en la Constitución, que los protege contra cualquier devaneo civil por incomprender las arduas tareas del Ejército en este país, entre las que se encuentran "la defensa de las instituciones" a cualquier precio.

Y se habla de las víctimas mortales, de los desaparecidos, de quienes fueron hechos presos por sus convicciones o por el accidente de estar donde "no debían". Y dicen que hay que perdonar. Y hablan de concordia. Y hablan de "las instituciones" y de "la República", y de la "estabilidad" y de la "gobernabilidad".

Y leo a don Alfonso Reyes, que en 1949 escribió un texto con el que México colaboró en la definición mundial, en Naciones Unidas, de un delito, que por entonces era de suma preocupación para el mundo entero: "...el 'genocidio' abarca la destrucción premeditada de un grupo humano, en su entidad de nación, identidad, raza y religión y cuantas tentativas encaminen a llevar a cabo semejante aniquilamiento, sea abierta o clandestinamente, sea por autoría, complicidad o incitación efectiva, sea por gobernantes o las personas privadas que compartan la responsabilidad de este crimen; ya se trate de aniquilamiento físico y actual (...) someterlos a condiciones irresistibles."

Y me pregunto, ¿habrá cambiado tanto el planeta de 1949 a la fecha, dónde ahora el genocidio es aceptable, en bien de "la nación", de "las instituciones", de la "República", de la "gobernabilidad"?, ¿soy yo quien entiende mal o quienes claman por la impunidad de los delitos cometidos "por el bien de la nación", esgrimen su poder -político, militar, burocrático- para infringir la ley abierta y descaradamente?, ¿dónde está la moral de aquellos que participaron en la mayor "marcha ciudadana" jamás televisada?, ¿hay impunidades moralmente "aceptables"?, ¿hay delitos malos y delitos buenos -cuando se comenten contra comunistas o que se les parezcan?

Ya teníamos antecedente de la impoluta actuación de los jueces de los tribunales marciales, ahora mismo me viene a la memoria uno de ellos, que exoneró a los miembros del Ejército que en Tlalixcoyan, Veracruz, el 7 de noviembre de 1991 asesinaron a siete agentes de la Policía Judicial Federal, aun cuando la CNDH exigió castigo para los militares (según nota de Renato Revelo, Proceso 1256). ¡ah, por cierto!, el juez militar del caso era un tal Rafael Marcial Macedo de la Concha.

Y me pregunto, ¿y la verdad?, ¿y los años de persecución que padecimos?, ¿y la angustia, el horror que vivimos, el dolor que sentimos?, ¿y la estigmatización social que padecimos, que padecemos?, ¿y la marginación de oportunidades de estudio, de trabajo, o de una vida simple y sencilla a la que tendríamos derecho como cualquier mexicano?, ¿...y la justicia? Me viene a la memoria un campesino duranguense que vio a su hermana mancillada y a él mismo sin posibilidades de obtener justicia; resuelto, se hizo al monte, cambió su nombre y se hizo justicia por su propia mano hasta que no quedó piedra sobre piedra del viejo régimen, el campesino se llamaba Doroteo Arango.

¿Estarán conscientes quienes toman estas decisiones que no sólo cierran puertas, sino que también abren otras?, ¿estará en su cálculo el costo político?, ¿tendrán capital político disponible para pagarlo?

Yo mismo soy un tercero perjudicado. Hijo de ex guerrilleros, sufrí un arresto extrajudicial cuando tenía seis años, entre mis 12 y mis 16 años sufrí persecución por varios estados de la República por parte de la Brigada Blanca -integrada entre otros por Miguel Nazar Haro, Acosta Chaparro y demás cómplices. Presidente del Núcleo de Estudios Técnico Analíticos, neta: por nuestra verdad histórica, que se dedica al estudio sistémico de la guerra en México entre los años 60 y 90.

Pável Uranga Muñoz



Alberto Barajas, ejemplo en tiempos difíciles

Señora directora: El día 3 de julio, Alberto Barajas Celis dejó de estar físicamente entre nosotros. Tenía 90 años de vida plena. El doctor Barajas estudió en la Secundaria 3, en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela de Ingenieros y en la Facultad de Ciencias, donde se doctoró en matemáticas en 1947. Entre 1944 y 1945 obtuvo una beca Guggenheim para trabajar con el también matemático G.D. Birkhoff, en la Universidad en Harvard.

Fue profesor de la Facultad de Ciencias desde 1943 hasta 1999, fecha en la que por razones de salud dejó de dar clases. Dirigió la propia facultad de 1947 a 1959 y fue coordinador de Ciencias de 1953 a 1961. Participó en la Junta de Gobierno de la UNAM de 1970 a 1979. En 1976 fue nombrado maestro emérito. Ser "optimista por experiencia" hizo que, entre otras cosas, junto con Carlos Graeff y un grupo de arquitectos, planeara lo que serían la facultad y la torre de Ciencias, aun cuando su realización parecía lejana; en estos edificios se colocó la primera piedra de lo que es hoy Ciudad Universitaria.

Alternando sus tareas con la docencia en la UNAM, de 1956 a 1972 fue presidente del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Energía Nuclear.

Las aportaciones de Alberto Barajas a las matemáticas son importantes, sobre todo respecto de la gravitación universal, tema en el que colaboró con Birkhoff. Platicó con Einstein al respecto y escribió varios artículos, además de impartir clases sobre esa materia en Harvard y Princeton. Otras de sus pasiones fueron la teoría de los números y la geometría; sobre ambos campos impartió clases en la facultad. En sus últimos años simpatizó y compartió inquietudes con el doctor Víctor Neumann, matemático que también falleció recientemente.

Además de los valiosos aportes a la ciencia, que enorgullecen a la UNAM y a México, queremos destacar la actuación de Alberto Barajas como maestro. Son muchas las generaciones de estudiantes que tuvieron el privilegio de participar en sus clases. En ellos creyó, a todos los conoció por su nombre, para todos tuvo respeto. No sólo aprendieron de él las materias que enseñaba; lo que más le importaba y lo logró sin duda, era contagiar la pasión que sentía por las matemáticas. Su propia trayectoria y convicciones propiciaban que, al mismo tiempo, sus alumnos reafirmaran su conciencia ética; también contagiaba su amor por la vida y su bondad.

Alberto Barajas es de los mexicanos que en la época contemporánea construyeron este país con entrega y generosidad. Creía profundamente en México y en la Universidad Nacional Autónoma de México, que fue su casa.

Como representantes de la Facultad de Ciencias hemos querido compartir estas notas, pues consideramos que en estos tiempos son vidas como ésta las que debían tener mayor difusión. Si queremos un país mejor habrá que voltear los ojos hacia personas como Alberto Barajas; si queremos que los jóvenes se interesen por las ciencias, habrá que darles a los científicos un lugar equivalente al de otros creadores. Concebimos a la ciencia como una más de las expresiones culturales y no como una tarea aislada que realizan unos cuantos. Eso mismo pensaba Alberto Barajas. Perdurará su presencia.

Consejo Técnico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, doctora Ana Meda, responsable de la publicación


Agradece atención a personal de urgencia del ISSSTE

Señora directora: El domingo pasado 4 de julio ingresé al hospital Darío Fernández del ISSSTE por urgencias con un dolor abdominal, el cual me produjo un choque hipobulémico, que derivó en una laparotomía explorativa, siendo el diagnóstico embarazo ectópico que me produjo un sangrando que casi me produce la muerte. Esto es para manifestar mi profundo agradecimiento a todas las personas que intervinieron para salvarme la vida. El personal de la ambulancia que me llevó al hospital, los médicos que me atendieron en urgencias y el personal del segundo piso de cirugía, médicos y enfermeras. Quisiera hacer mención a su profesionalismo y verdadera vocación para con su trabajo, de no ser por ellos yo no estaría en este momento con vida. Va con esto un pequeño homenaje para todos ellos por la gran labor que diariamente realizan. Gracias infinitas.

Nohemí González Morales
 
 
 

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