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México D.F. Viernes 9 de julio de 2004

José Cueli

Pulsión de muerte

Pese a los escándalos políticos que se han vuelto el pan nuestro de cada día, las imágenes de la marcha contra la inseguridad no se olvidan. No debemos olvidarlas. Como Freud enunció: hay que recordar para no repetir. Sin embargo, el problema es de una complejidad desbordante.

La principal preocupación de los ciudadanos comunes es que esto no se olvide como ocurre (no para todos) con las terribles injusticias y la violencia existentes en Chiapas o Ciudad Juárez.

Otro sector, el de las personas comprometidas con la causa, porque han sufrido en carne propia la violencia y las vejaciones, pugna porque las autoridades respondan con acciones legales justas y responsables lo más pronto posible. A los dirigentes de diversos grupos les preocupa asimismo encontrar un contexto de legalidad viable que satisfaga a todos.

Los políticos supongo, y espero que haya un sector que tome en serio las demandas, si son conscientes de la magnitud de la problemática -que ya se les fue de las manos desde hace mucho tiempo- dirigirán sus acciones a un análisis sociológico, económico, político y jurídico de la situación.

Sin embargo hay algo que estas disciplinas no consideran y que está en el núcleo y la raíz del problema. Me refiero al instinto de muerte. Entonces aquí caben algunas puntualizaciones necesarias. Para empezar habría que distinguir, en el sentido freudiano, los conceptos de instinto y de pulsión.

El primero es algo fijo y pertenece al ámbito de lo biológico. La pulsión surge cuando aparece un objeto hacia el cual se dirige esta energía, es decir, requiere de la presencia del ''otro"; por tanto introduce al sujeto a la dimensión síquica. Esto marca el nacimiento del sujeto como ser sicológico. De no ser así, el individuo sería tan sólo un ser biológico.

Delimitados (con fines de comprensión) los territorios de lo biológico y lo síquico podemos inferir que es más fácil tratar con algo medible, concreto, visible y objetivo. Pero, Ƒcómo medir, objetivar y constatar algo tan abstracto como lo síquico? ƑCómo pensar algo tan abstracto como la pulsión de muerte?

Esta pulsión es parte constitutiva de la víctima y del victimario, pero es lo que conduce a éste, enceguecido, a infligir sufrimiento, tortura y a privar de la vida -la crueldad- mientras que la víctima puede ''mantener en sus cauces" esta parte pulsional sin atentar contra los derechos de los demás.

ƑQué circunstancias son las que condicionan que en algunos individuos la pulsión de vida (ligadora) predomine sobre la pulsión de muerte (desligadora)?

Los seres humanos no somos ni totalmente lobos ni totalmente corderos. En la clínica sicoanalítica vemos con frecuencia aquello que Freud había señalado en cuanto a la pulsión de destrucción. Nos encontramos con individuos que ocupan el lugar de víctima, pero que asimismo ejercen de victimarios con otras personas. En otros casos la pulsión de muerte los conduce a la autodestrucción no sin la fantasía inconsciente (ejemplo, los suicidas) de que al matarse matan al ''otro" que llevan en el interior.

Con esta reflexión pretendo destacar que no basta con legislaciones ni debates sobre legalizar o no la pena de muerte para intentar abordar la complejidad de la violencia y la delincuencia.

ƑCómo profundizar en la complejidad de la naturaleza humana y en esa fuerza oscura y silenciosa que es la pulsión de muerte, expresada en crueldad y compulsión a la repetición?

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