Jornada Semanal, domingo 4 de julio de 2004                   núm. 487
LAS ARTES SIN MUSA
Jorge Moch 

CIRCO BIZARRO BUSCA CLOWN
 

Para memoria de Carolina, dichosa coautora del histrión

 Aunque no siempre hayamos estado de acuerdo con él y a veces llegara a resultar chocante esa creciente manía por mudar del chacoteo al enunciado pontifical, y aun a pesar de que llegó a arrogarse poderes cuasi inquisitoriales de moral pública (muchos no estuvimos de acuerdo con las formas ni con la injerencia de un medio masivo en asuntos primordialmente de índole judicial y, ya después, pública, pero el acre reproche que hizo Brozo a René Bejarano cuando estalló el escándalo de corrupción todavía vigente fue la resonancia de un reclamo que todos los mexicanos compartimos), pesa, y cuánto, su ausencia. Probada su vocación histriónica con la brega de los muchos años, cuánto ha de sentir la lejanía del foro, del ojo de la cámara, no tener la certeza de estar siendo observado, escuchado, festejado en nuestras casas. Televisa probablemente lamenta dos cosas pero suspirando aliviada por un cálculo acertado de sus ejecutivos, viejos tiburones del negocio: malo que se fuera Brozo, muy malo para los índices de audiencia de Canal 4 y más malo para sus contratos de publicidad, pero por otro lado (este aporreateclas es irrecusablemente proclive a las teorías paranoides), qué bueno, han de decir, que no lo metimos en Canal 2, porque esa clase de unilaterales retiros del aire dejan muy mal parada a cualquier empresa de televisión. Hace más de un mes que se "borró" el payaso y ya se le empieza a extrañar. Aunque se transmitan repeticiones de El Mañanero, el hueco que ha dejado no va a ser fácil de llenar.

Brozo dejó de ser máscara para convertirse por derecho propio en un alter ego de su creador, Víctor Trujillo. Llegó a ser tan completa esa simbiótica separación, que costaba, cuesta trabajo pensarlos manejando el mismo coche, viviendo en la misma casa, comiendo lo mismo. Víctor es un hombre de familia, de hablar sereno y sonrisa fácil, un viejo hacedor de televisión que adquirió fama con diversos personajes, desde el ayudante de abarrotero de En tienda y trastienda, programa que veíamos en Imevisión, poco antes de la avidez de los Salinas, donde Trujillo compartió créditos con su otro conductor, Ausencio Cruz. La mancuerna Trujillo–Cruz les trajo a ambos magníficos dividendos de tele audiencia con La Caravana, semillero de personajes arquetípicos de la crítica social humorística, de donde precisamente saldría Brozo y otros como La Beba Galván, Estetoscopio Medina (los dos primeros personajes, por cierto, se hicieron acreedores a una ridícula denuncia de la Liga de la Decencia –¡divina ultraderecha!– por sus "excesos y vulgaridad") y aquel hoy casi olvidado pero sin duda emblemático social Margarito (personificado por Cruz), el eterno perdedor de cualquier concurso.

Después de diez años de carrera circense en las pistas que fueron primero pura comedia para después solazarse en la política nacional, o sea, pura comedia, el circo bizarro que es este país se quedó sin su payaso favorito. La política reaccionará ante su ausencia de dos modos posibles: alivio, porque Brozo fue un acicate crítico impepinable, y pena compartida con el público, porque otra vez la política se convierte en notas aburridas, sosas, pasivamente indignantes.

Su despedida fue abrumadora por emotiva y sincera. Tuve el privilegio de estar ese día allí, en los pasillos de Televisa Chapultepec donde se agolpaba la gente para despedir al payaso. Bien dijo Amalia García, en una llamada de despedida, que hasta Marcel Marceau se había sorprendido un día con ese payaso decidor de noticias. A ver quién se echa ora ese trompo a la uña.

Pero Víctor no estará lejos de la pantalla chica por mucho tiempo. Veremos a Brozo y a La Beba Galván en transmisiones especiales a propósito de los Juegos Olímpicos de Atenas. Dijo Fitzgerald que la vitalidad se revela "no solamente en la capacidad de persistir, sino en la de volver a empezar". Ya Trujillo adelanta la posibilidad de un nuevo proyecto en televisión hacia fin de año. Indudablemente la vocación de Víctor es mayor que cualquier tragedia personal que sí, desde luego le hace mella, pero lejos de adelgazarle la entereza habrá de nutrírsela. No creo que Víctor Trujillo vaya a escamotearle a este país de solemnes embelecos y muy relativas estaturas ese clown que tanta falta hace para ayudarnos a encontrar la justa medida de tanto niñato de ego súper inflado... Si tienen tele, por ahí lo van a ver.