Saldos de una polémica La violencia en la UNAM, un debate necesario Jesús Ramírez Cuevas Cuando la euforia por el triunfo de
los Pumas no se ha esfumado, las reacciones provocadas por un reportaje
sobre el porrismo en la máxima casa de estudios, publicado en este
suplemento, revelan la urgencia de una discursión profunda sobre
el tema en el conjunto de la comunidad universitaria y de la sociedad
que desemboque en medidas eficaces para terminar con este flagelo, cuya
existencia todos admiten y que involucra a políticos y funcionarios
Es innegable que los grupos porriles forman parte de la realidad universitaria y que las autoridades responsables no pueden ser indiferentes a ello. El fenómeno de la violencia en la Universidad suma a la vieja tradición de los grupos de choque prohijados por el PRI (que sirvieron como contención de movimientos estudiantiles críticos al régimen), la delincuencia organizada y expresiones de una cultura de la violencia alimentadas por la crisis económica. Si en años recientes se han fortalecido los grupos de porros (como puede comprobarse con un recuento de prensa), también han crecido los esfuerzos de la comunidad universitaria (y en no pocos casos, de las mismas autoridades de la UNAM) por desterrar este flagelo. Estos son algunos ejemplos. La batalla de los CCH El grupo porril 3 de Marzo es uno de los más extendidos en la Universidad; hoy tiene influencia en todos los CCH, además de algunas preparatorias y facultades. A diferencia de planteles como el CCH Naucalpan o Azcapotzalco, donde la comunidad académica no ha contado con el apoyo decidido de las autoridades para combatirlos, en los CCH Sur y Vallejo se ha logrado expulsar a grupos de porros (en el primero a 27 y en el segundo a 80). Desde hace tiempo, profesores y estudiantes de Naucalpan han intentado, sin éxito, combatir a los porros de la Federación de Estudiantes de Naucalpan (FEN). Han enviado cartas al rector Juan Ramón de la Fuente y al presidente Vicente Fox; han hecho foros, campañas y movilizaciones sin logros signficativos. En octubre pasado, crearon un comité contra el porrismo que hizo una encuesta entre casi 4 mil alumnos y maestros. El 81% de admitió que el porrismo afecta la vida académica y un porcentaje similar sostuvo que las autoridades no han realizado acciones contundentes para resolver el problema. El 31 de marzo pasado, expresaron a José de Jesús Bazán, coordinador de los CCH, su inconformidad con la directora Angélica Galnares porque dice el citado comité convirtió el CCH en una escuela-cuartel y el porrismo ha proliferado en su administración. En el CCH Azcapotzalco se han organizado asambleas y diálogos con la dirección y la delegación, hasta ahora con escasos resultados. Aunque el porrismo es incipiente en el plantel, en el CCH Oriente no han estado a salvo de agresiones. Se ha expulsado a varios miembros del grupo 3 de Abril vinculado al 3 de Marzo y el mes pasado se realizó un foro contra el porrismo. En el CCH Vallejo, tras una agresión del grupo 3 de Marzo, fueron expulsados 80 porros en diciembre pasado y se formó una Comisión de Seguridad en la que participan estudiantes, profesores y directivos. A pesar de esos esfuerzos, los porros continúan robando y agrediendo en las inmediaciones del plantel. CCH Sur, una lucha permanente
Tras la publicación en Masiosare del reportaje sobre el porrismo, el director del CCH Sur, Rito Terán Olguín, hizo algunas aclaraciones sobre información relacionada con ese plantel. En años recientes, la violencia ahí llegó a tal punto que cuando asumió la dirección en marzo de 2001, Terán expuso que una de sus tareas primordiales era combatir la inseguridad. Su primera medida fue el plan Viernes Seguro y de Trabajo. En un boletín oficial (octubre, 2001) se reconocía la violencia en el plantel. Ante lo cual, el Consejo Interno creó una Comisión de Seguridad y adoptó medidas como mejorar la vigilancia y dar seguimiento a las denuncias. En una encuesta sobre seguridad, en la que participaron unos 5 mil estudiantes y profesores, más de 3 mil 500 estudiantes se opusieron a que se les solicitara credencial a la entrada de la escuela, por lo que la medida no se adoptó. Estas acciones coincidieron con el surgimiento del Grupo de Estudiantes del Sur (GES), que se presentó como una asociación cultural, pero en realidad era un grupo porril. El 21 de mayo de 2002, Ricardo Aguila El Fly fue apuñalado por Hector Irag Chávez El Bodoque, del GES. Aguila Reyes tenía antecedentes delincuenciales en el plantel (en 1999 fue denunciado por lesiones y en 2001 por robo a estudiantes). El director mostró la bitácora médica donde quedó registrado que Ricardo Aguila fue atendido a las 8 de la noche de ese día y canalizado a la Clínica 8 media hora después, donde murió. El 4 de septiembre de 2003 según otro boletín oficial integrantes del GES, agrupación conocida como porril, detonaron seis petardos ante la presencia de unos 100 estudiantes que intentaron desalojarlos. A consecuencia de la agresión, la dirección expulsó a dos estudiantes del plantel y solicitó la expulsión de Aldo Reyes Pérez Aldo, alumno de la Facultad de Ingeniería. También demandó a la rectoría, a las delegaciones Coyoacán, Alvaro Obregón y Tlalpan, así como a la PGR a que asuman su responsabilidad y tomen las medidas preventivas necesarias. Desde entonces se impiden las reuniones del GES en la escuela. El 5 de noviembre pasado, 150 porros agredieron a la comunidad. El día 12, estudiantes tomaron la dirección del plantel en protesta por los ataques. Al día siguiente, tras un diálogo público, firmaron un acuerdo con el director y entregaron las instalaciones. En la semana posterior se realizó un acto comunitario contra la violencia donde participan estudiantes, profesores, trabajadores y autoridades. Ahí, Rito Terán rechazó la violencia, las presiones y las amenazas hacia el CCH y reiteró la expulsión de la UNAM de los líderes del GES, Aldo Reyes y Mario Fernando Penagos El Uva, alumno de la ENEP Acatlán. Producto del acuerdo con los estudiantes, semanas después fue aprobado el Plan de Seguridad. El 24 de enero pasado, el director y miembros de la comunidad publicaron una carta en la que expresan que en 2003 el plantel fue objeto de actos vandálicos perpetrados por grupos porriles... Algunos porros han sido expulsados de la UNAM; sin embargo, esta medida no garantiza el ambiente de estabilidad y seguridad indispensable para el desempeño de las actividades académicas. Por tal motivo, solicitaron al rector, al titular de la PGR y al de la procuraduría capitalina, que se realice una investigación a fondo para conocer y castigar a quien o quienes auspician y financian a los grupos de porros. En la misiva manifestaban: No basta reconocer la existencia de los grupos porriles y soportarlos como si fuera imposible erradicarlos, por lo que pedían a las autoridades desarticular a estos grupos. A pesar de los esfuerzos emprendidos, el 16 de febrero pasado, Esaú Toledo Jiménez El Pavo, intento detonar varios petardos en la cafetería del plantel. Este personaje y Luis Manuel Torres El Guffy fueron expulsados y remitidos al Tribunal Universitario (TU). Ese día, las autoridades y un grupo de estudiantes llevaron a los porros a la agencia 22 del Ministerio Público, pero como algunos alumnos golperon a varios porros, éstos levantaron una demanda en su contra; ante la amenaza de ser detenidos al igual que los agresores, los estudiantes retiraron la denuncia penal. En defensa de los porros del GES acudió Joaquín Dávalos, de la Facultad de Derecho. El Guffy y El Pavo cometieron después otros ilícitos, pero fueron sacados del plantel y remitidos a la delegación, afirma el director. Con estas medidas incluido el plan Escuela SeguraSendero Seguro (similar al aplicado en Iztapalapa), declara Rito Terán, hemos contenido la violencia. El maestro Jesús Pacheco, de la Comisión de Seguridad, agrega: Costó trabajo terminar el semestre por las amenazas, pero el plan de seguridad ha funcionado. El conflicto en la Facultad de Economía
Roberto Escalante, director de la facultad, atribuye en entrevista a esto la confrontación política que derivó en roces el 15 de abril. Y afirma: Hay que poner las cosas en su justa dimensión, en la facultad no hay grupos porriles como se ha dicho. El cambio de planes de estudio desató pasiones y discusiones fuertes, dice, y añade que el error ha sido centrar la discusión en el procedimiento para elegir la comisión que recogerá las propuestas. Los maestros eligieron a sus representantes sin problemas, pero la elección estudiantil se pospuso y se amplió de 10 a 25 estudiantes en la comisión, a petición de algunos grupos. El director relata que se pidió cancelar la elección estudiantil del 15 de abril: Los inconformes tomaron la dirección y la Comisión de Vigilancia trasladó la elección al edificio Anexo. Ahí ocurrió el roce entre estudiantes que estaban a favor y los que se oponían. El estudiante Eric Flores fue sancionado por invitar a personas ajenas al plantel, y Arturo Vásquez de la ENEP Acatlán (vinculado a los porros de la FEDA) fue remitido al Tribunal Universitario. Escalante acepta que ese día había 10 funcionarios (una irregularidad, según concluyó una comisión investigadora) que se interpusieron entre los dos grupos. El 6 de mayo, dice el director, sufrimos la agresión de un comando encapuchado que golpeó brutalmente al alumno Fermín Aguilar, del grupo Universitarios en Movimiento (señalado por activistas del CEU y del ex CGH como un grupo porril, acusación que ellos rechazan tajantemente). Al principio atribuí el ataque a gente externa a la escuela, pero desgraciadamente los agredidos declararon que habían sido golpeados por dos estudiantes de la facultad, mismos que fueron expulsados provisionalmente. Hemos conocido otros testimonios, como el de la maestra María de la Luz Arriaga, que afirma que los alumnos sancionados no agredieron a nadie. Por esa razón, el Consejo Técnico designó una comisión para investigar eso y pronto dará a conocer sus conclusiones. La facultad dice Escalante seguirá teniendo un espíritu crítico y dando cabida a todas las corrientes de pensamiento. Vamos a someter a consulta de la comunidad el plan de estudios. Lo que pasa es que la discusión se nos salió de cauce. La profesora Arriaga ofrece otra visión: "Hay grupos de interés (algunos cercanos al PRI) que quieren controlar la escuela". Asegura que "la dirección jugó con fuego al apoyar a grupos estudiantiles afines (como la FAE), que al sentirse respaldados, trajeron a los porros que agredieron el 15 de abril". uuu
En entrevista, Fernando Butler rechaza esas afirmaciones: Son calumnias de gente que no quiere el cambio en la facultad. Mi apellido viene de mi abuelo, un comunista alemán que escapó de Alemania. Soy totalmente antinazi. También precisa su relación con la FAE: Es sólo académica ya que soy asesor de tesis de varios de sus integrantes. De UM, dice, son un grupo que se dedicó a atacarme por no apoyarlos. Según Butler, la discusión sobre el plan de estudios debe ser abierta, sin imposiciones. Se trata de tener gente bien formada, que pueda generar alternativas a las políticas económicas dominantes. Por su parte, miembros de la FAE rechazan ser un grupo porril. Rodrigo Tapia, Laura García y Manuel Martínez aseguran que su labor es académica y que organizan torneos de futbol rápido, entre otras actividades. Habla Tapia: Lo que pasa es que empezamos a ganar espacios de representación estudiantil y grupos del ex CGH y del CEU nos acusaron de ser de derecha para descalificarnos. Esos insultos y agresiones han provocado que la gente se aleje de nosotros. Rodrigo Tapia es alumno de Fernando Butler, pero aclara: Nuestra relación es académica. Nos ha invitado a participar en evaluaciones externas, a través del Colegio Nacional de Economistas, de programas como Jóvenes por México y el de Jornaleros Agrícolas. Butler no financia a la FAE, obtenemos recursos con nuestras actividades. Del 15 de abril, afirman que no golpearon a nadie y que ni Armando Candi ni Eric Flores son de la FAE. Aunque admiten su alianza con Roberto Hernández, que siempre manejó una línea distinta a su hermano Rodolfo (Hernández, quien disparó contra tres activistas el 7 de mayo pasado en la Escuela de Trabajo Social). Estos son algunos ejemplos del ambiente en la UNAM. En unos casos, la comunidad está expuesta a las agresiones de grupos delincuenciales; en otros, la polarización política es aprovechada por grupos que buscan impedir cualquier organización estudiantil. Si algo se puede concluir, luego de este
recuento suscinto es que para acabar con la violencia en la Universidad
se requiere de una comunidad que se le oponga de manera organizada y de
una rectoría decidida a actuar contra quienes apoyan y financian
a esos grupos.
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