Jornada Semanal, domingo 20 de junio de 2004                   núm. 485
LAS ARTES SIN MUSA
Jorge Moch 

 

LO MÁS PINCHI DE LA TV

Gozosamente, esta columna agradece a la televisión el constante apuntalamiento de los más acedos postulados de la misantropía. No hay explicación que no chapotee en los ámbitos de la perversidad o la estulticia, extremadas hasta el involuntario humorismo cáustico, cuando uno medita acerca de los motivos que llevan a una televisora con largos años de brega experimental, como cualquiera de las dos dueñas absolutas de la televisión abierta en México, a obsequiar a la gran familia mexicana espléndidas muestras de bazofia. Si este fuese un recuento de muestras contraculturales kistch, como involuntariamente puede parecer, esos programas aparecerían en la sección de "Lo imposiblemente más pinche".

Puesto con mala leche a buscar los peores programas que se hacen en algunas filiales estatales de TV Azteca y Televisa, encontré ciertas joyas de lo peor que se puede hacer en materia de producción televisiva. Me refiero arbitrariamente a programas producidos con buenos, a veces excelentes recursos usados para obtener un producto perfectamente vulgar, carente de sensibilidad estética y sustancia de contenido. Ya que por razones de mancha tipográfica resulta imposible elaborar un recuento detallado de todos, voy a referir el que considero el programa más malo que he visto en mi vida, el más chafa (aún más que aquel histórico, tapatío Lalo y Lagrimita), carente de sustento y de justificación creativa, y por tanto una auténtica, conmovedora gema de la postmodernidad: se llama Bazar del hogar y lo transmite Televisa Veracruz (Telever) desde el antaño liberal puerto hacia el resto del estado y aledañas regiones que se dejen, de lunes a viernes de 11:30 a 14:00 horas por el canal local 09; y si el lector quiere conocer de cerca el fenómeno, atásquese diariamente de las 16:30 a las 20:30 horas, (¡sí, cuatro horas!), en el canal 133, Puebla Veracruz de Sky. Se trata de una revista (magazine, define la televisora misma) de entretenimiento cuya escenografía es una vecindad hecha con cartón piedra, espuma de estireno, pintura y diamantina que recuerda el decorado del pastel de una quinceañera, con segmentos listados así en la página de internet de la empresa (www.veracruz.televisa.com.mx) [sic]: "Dentista, Mascotas, Repostería, Cinta, Manos & Tijeras, Ortodoncia, Psíquica, Tensión Dinámica, Estilo & Belleza, Aerobics en tu casa...", órale, si le quitamos una coma va a estar interesante lo de ortodoncia psíquica. El productor –y conductor– del adorable esperpento musicalizado por una pléyade de grupitos cumbancheros pero jamás por un quinteto de cuerdas se llama José Islas, más conocido como Joe de Lara (sin relación, por cierto, con el actor galo de los setenta), personaje cuya fuerza histriónica radica en gritar "allá nos vemuuuus" y ponerse gorras que considera chistosas. Lo acompañan en la conducción dos mujeres casi anodinas a las que salvan de la anonimia total los noms de guerre de Leslie y Tamber (que no hubiese estado tan errada de trucar la "e" por la "o"), presunta contribución de belleza femenina al escaso y francamente feo reparto que completa una troupe de señoras de edad que en mayor o menor medida se atreven a exhibir la decadencia de sus pliegues cárnicos y una imbecilidad exuberante, a quienes de Lara llama la Unión de Viejas Argüenderas, o sea, las de la UVA. De Fellini. De Orol, más bien.

Cómo no carcajearse uno con la audacia de Islas, con su inconsecuencia cuando suelta frases como ésta, adelantada en el curso de una entrevista a un biólogo, en la que sitúa la clasificación de los hongos a nivel de tumor: "... porque los hongos o son benignos o son malignos..."

Bazar... existe porque, según un funcionario de Telever, a la gente le gusta y vende muchos anuncios, aunque ni son tantos sus anunciantes –excepto, como siempre, las marcas de cerveza– ni, según una mínima encuesta realizada por un servidor, es tan del gusto del público. Pero allí sigue, para solaz de esta columna maldiciente. Dice el mismo José Islas que está muy contento con Bazar... porque él es "un profesional que no hace porquerías". Y esta ponzoñosa columna se permitirá acotar que efectivamente... no a medias. Bazar del hogar es sin duda una entrañable porquería completa. No se la pierda y antes bien, ayúdese situándolo en sus preferencias en lugar de tanto enseriamiento y mala sangre con que nos avasallan el mundo real y sus lacayos noticieros. Al fin que nadie se ha infartado por babear...