![]() ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR MESTER DE EXTRANJERÍA A Uno lo pueden abordar con expresiones como "en México las reglas se inventaron para romperse", o "todo en México es un desmadre", o "la Ciudad de México es bonita pero demasiado grande y no se puede caminar en ella durante las noches porque nada queda cerca", o "la comida en México es muy picante", o "el horario de las comidas es (también) un desmadre", o "en México hay mucha corrupción", o/ y lo que podría ser el inicio de una viva charla entre cuates, amenizada con tequila y chiles toreados, se vuelve otra cosa si las mismas expresiones las produce un extranjero, pues Monsieur Chauvin pasa su rugoso y tetánico dedo sobre la espalda de Uno al tiempo que la parte Jekyll acepta con buena cara críticas tan obvias del entorno nacional, mientras la parte Hyde comienza a sacar una metafórica fusca para defender el honor patrio vilipendiado buscando alcanzar un nuevo 5 de mayo, día en que las-armas-nacionales-se-cubrieron-de-gloria, así sea en el mero terreno de la discusión (sin embargo, con tequila, chiles toreados y entre cuates, Uno abundaría en los múltiples detalles que asolan a este pinche desmadre de país, junto con sus jerarcas y gobernantes; avanzada la tarde, la conversación se volvería balbuciente pero, eso sí, culminaría con la vehemente convicción de que "como México no hay dos", frase que no deja de tener vertientes riesgosas y contradictorias respecto al eufórico espíritu que la produjo).
Tal vez, eso produzca en Uno la certeza de que se hace Patria orinando sobre la llama perpetua que arde en París bajo el Arco del Triunfo pero resulta extraño que Uno decida deponer su disposición a grafitear puertas estando en Praga, que Uno atraviese las calles al llegar a la esquina en Nueva York, que a Uno le resulte más difícil desenfundar la cartera para todo lo relacionado con las autoridades locales del Extranjero y hasta pueda parecer buen ciudadano en otras latitudes. En todo esto subyace una sensación
de extranjería que corrobora en demasiados mexicanos la sensación
de que el mundo es ancho y ajeno, incluido México: bien vista, la
rapacidad con que algunos corroen las estructuras físicas y metafísicas
del país causaría azoro en la manera como invasores de otras
épocas trataron los bienes de los invadidos: erario, cultura, propiedad
ajena, espacios políticos, patrimonio "nacional", bienestar común
e ideas distintas fueron más respetados por los árabes de
la España musulmana, por ejemplo, que por varios compatriotas del
México postmoderno respecto a lo mismo en su país. No sería
malo si Uno fuera cosmopolita lejos de aquí, pero sería idóneo
si también lo fuera en México.
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