La Jornada Semanal,  13 de junio  de 2004        484


E N S A Y O
UN ESPACIO PARA EL ARTE

ÁLVARO RUIZ ABREU

Miguel Ángel Muñoz,
Espejismo y realidad. Aproximaciones
a la obra de Rafael Canogar,
Praxis,
México, 2003

 Espejismo y realidad... es un texto que tiene al menos tres aspectos dignos de comentar. El primero es sobre su género; el segundo se refiere al problema de la situación del arte y del artista en la sociedad globalizada, y el último, tiene que ver con el mercado del arte.

Sin duda es varios libros a la vez. En sus páginas el autor intenta recrear la obra y la trayectoria artística de Rafael Canogar, uno de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo xx. Hay en él una puesta en escena de varios géneros, que lo define como un libro que llama con libertad al lector. Una larga entrevista que Muñoz mantuvo con Canogar en diferentes momentos, se transforma en un diálogo ágil y lleno de sugerencias sobre la trayectoria de este artista español; ahí se sugieren temas y problemas de las vanguardias artísticas contemporáneas y modernas. También se incluye un conjunto de poemas que Muñoz realizó a partir de múltiples dibujos de Canogar, y que delinean el espacio de su pintura. Cartas y testimonios que reafirman la idea rectora del libro, que es servir de diálogo entre el lenguaje escrito y el de las artes plásticas. Así ofrece una mirada amplia, abarcadora de un artista, de una época y de las vicisitudes de una obra. Además, se publica un ensayo del artista plástico, breve, pero preciso y revelador de sus preocupaciones estéticas. Y, como si fuera poco, nos entrega una muestra del trabajo de Rafael Canogar en la materia que domina y a la que ha dedicado varias décadas de su vida: la pintura.

Las voces que reproduce el texto hacen pensar en la abolición de la historia, de la que habla Ryszard Kapuscinski. Con el desarrollo de los medios de comunicación, dice, en la segunda mitad del siglo xx, estamos viviendo dos historias distintas: la de verdad y la creada por los medios. El problema es que cada vez conocemos más la historia creada por los medios y no la de verdad. En la entrevista con Canogar veo de alguna manera estos asuntos que son ya típicos de nuestro tiempo. Y se vislumbra también un problema: ¿es posible describir la realidad contemporánea, tan huidiza y sujeta a la imagen? El gran periodista polaco afirma: "Hoy, para entender hacia dónde vamos, no hace falta fijarse en la política, sino en el arte. Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo estaba tomando el mundo y las grandes transformaciones que se preparaban."

Por eso, este libro de Miguel Ángel Muñoz cuyo sostén es el collage, es una introducción en el tema de nuestro tiempo: el futuro del arte. Pero también es la historia deslumbrante y avasalladora, contada en fragmentos, del ciudadano, del artista joven e inquieto de los años cincuenta que fue Canogar. Es el tiempo en que se alía a una cruzada por las vanguardias con un sentido de honestidad y de disciplina política y moral, estética y social, que a todas luces resulta ejemplar. El artista que nace en mitad de la tempestad. Y que sigue adelante, fuera de España, porque el arte es su estrella y su brújula interior. En esta trayectoria, el lector entiende que no siempre la pintura tiene las puertas abiertas, sino que se le pueden cerrar con facilidad. Canogar es un trabajador de los colores y las figuras, del pincel y la tela, sin concesiones. Pero eso que lo determine la crítica de artes plásticas, y de cierto modo, ese sería el objetivo central de Miguel Ángel Muñoz, a través de cada página de este libro.

Sin embargo, no se necesita ser un experto en artes plásticas para comprender la crisis del mundo contemporáneo, los signos negativos que soporta a diario la creación, los desafíos a los que se enfrenta el artista, las tentaciones mercantiles a que lo expone el mercado y la distribución de bienes culturales. En el ensayo de Canogar, "Espejo y desafío: cuatro aproximaciones estéticas", hay un breve pero jugoso punto de vista de la situación del arte y de su productor en el mundo del siglo xx. El arte, hace tiempo que se ha dicho, es una mercancía que entra en relación con los bienes culturales de una sociedad y de un periodo determinado. Una vez expulsada del seno del autor, la obra juega en las ligas del mercado, pasa por las galerías, las exposiciones, la oferta y la demanda. Y principalmente, es objeto del juicio de la crítica, y de las expectativas de los medios de comunicación masiva. El problema seguirá siendo el mismo ayer y hoy, igual que en el futuro: ¿la obra crece o disminuye en su valor intrínseco por entrar en esa red comercial sin límite? Más aún, ¿el productor de símbolos culturales se degrada o se llena de virtudes en esa red comercial, en esos laberintos que construyen de manera perfecta la televisión, el video, el cine e internet?

La respuesta es ofrecida con sutileza y marcadas honestidad e inteligencia por el mismo Canogar, cuando dice como pensamiento y confesión: "El arte es, ahora más que nunca, laboratorio de un presente problemático. No podemos operar de espaldas a estas realidades." Ese laboratorio remite de nuevo a Kapuscinski, y de paso a George Steiner, cuando advierte que el futuro tal vez ya no se escriba con palabras, pues el lenguaje pierde su sentido, su riqueza, cada día.

Leer este libro es grato, es una experiencia diferente, por los géneros utilizados, por su solidaridad con el lector, al que lleva de la mano, y principalmente por su vitalidad. Se descubre un pensamiento vivo, el de Rafael Canogar, capaz de hacer un balance de su experiencia. Cuando dice que el paso del tiempo le ha dado "nuevos paisajes, me ha permitido mirar cada vez más en mi interior, en mi propio yo".

Para los que piensan que el arte es una cruzada y un grito de libertad, o bien el medio para mantener la estabilidad de un Estado, el pensamiento de Rafael Canogar tiende a desmitificar un extremo como el otro •