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México D.F. Lunes 7 de junio de 2004

Henry Miller murió el 7 de junio de 1980; sus obras provocaron grandes polémicas

Hoy, 24 años sin el autor de Trópico de Cáncer y La crucifixión rosada

Sus textos sirvieron para que el sexo fuera tratado en la literatura con menos escándalo

NOTIMEX

Henry Miller, escritor estadunidense cuyas obras vitalistas y eróticas desencadenaron grandes polémicas y censuras, a la vez que sirvieron para que, a partir de él, el sexo se tratara en la literatura con más normalidad, murió el 7 de junio de 1980 en Pacific Palisades, California.

Miller nació en Nueva York el 26 de diciembre de 1891. Ejerció distintos trabajos y asistió al City College de su ciudad natal durante un breve periodo de tiempo, antes de marcharse a París, en 1930, huyendo de la Gran Depresión.

En la capital francesa, en la que residió 10 años, llevó una vida bohemia, que describió en tres novelas eróticas de carácter autobiográfico, Trópico de Cáncer (1934), Primavera negra (1936) y Trópico de Capricornio (1939).

Pasó un año en Grecia, invitado por Lawrence Durrell, y a su regreso a Estados Unidos, en 1940, se instaló en Big Sur, California, desde donde rememoró su estancia helena en El coloso de Marussi (1941), original guía de Grecia, presentada como el lugar donde es posible recuperar lo que de divino tiene el ser humano.

También publicó La pesadilla del aire acondicionado (1945-1947); la trilogía La crucifixión rosada, formada por Sexus (1949), Plexus (1957) y Nexus (1960); Big Sur y Las naranjas del Bosco (1957), y el estudio literario El mundo de D. H. Lawrence (1980).

Por su vida y sus obras se convirtió en uno de los máximos defensores de la libertad tanto individual como literaria, y su búsqueda de la "salvación" mediante experiencias intensas influyó enormemente en las ideas de la llamada Beat Generation.

Los Trópicos se consideran sus mejores novelas, por su prosa fluida en la que funde obscenidad y espiritualismo, y por saltar con gran naturalidad del expresionismo más realista al divismo más simbólico.

Condenas feministas

No obstante, su obra ha sufrido los ataques de la crítica feminista, debido a su retrato de la potencia masculina frente al masoquismo femenino.

Miller, quien alcanzó la popularidad relativamente tarde, comentaba a menudo: "Hay un tema relacionado con la lectura de libros que creo que vale la pena desarrollar porque implica un hábito que es muy generalizado y sobre el cual, que yo sepa, muy poco se ha escrito: me refiero a la lectura en el retrete.

"Siendo muy joven, en busca de un lugar seguro donde devorar los clásicos prohibidos, a veces acudía a refugiarme en el cuarto de retrete. Desde esa época juvenil ya nunca volví a leer en el retrete. Cuando busco paz y quietud tomo el libro y me marcho al bosque. No conozco mejor lugar para leer un buen libro que las profundidades de la floresta. Con preferencia junto a un arroyo", señalaba.

"Yo mismo fui trabajador hasta los 33 años. Fue en este periodo temprano de mi vida cuando realicé la mayor parte de mis lecturas. Invariablemente leí en condiciones difíciles. Leí los libros más pesados", revelaba al tiempo de recordar: "leía de pie, apretujado por los cuatro costados" por pasajeros del transporte público en que viajaba.

"No solamente leía durante estos viajes en el ómnibus, sino que memorizaba extensos pasajes de esos tomos. Aunque no hubiera servido para otra cosa, fue un valioso ejercicio en el arte de la concentración", subrayaba.

Miller recordaba sus largas horas de trabajo, hasta muy avanzada la noche, por lo general sin almorzar, no porque quisiera leer durante la hora del almuerzo, sino porque no tenía dinero para comer. Por muchos años, aseguraba, raras veces durmió más de cuatro a cinco horas diarias, pero leía enormemente, "nunca para matar el tiempo".

De vez en cuando iba a pasar la noche en la biblioteca pública, para leer y, según él, eso era como ocupar un palco en el paraíso.

"A menudo, cuando abandonaba la biblioteca, decía para mis adentros: '¿por qué no vienes más a menudo? El motivo de que no lo hiciera, por supuesto, era que la vida se interponía en el camino", afirmaba.

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