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México D.F. Domingo 23 de mayo de 2004

José Antonio Rojas Nieto

Falso impacto del alto precio del petróleo

Este viernes se dio a conocer en todo el mundo la disposición de Arabia Saudita para situar su producción diaria de petróleo en 9 millones de barriles a partir de los primeros días de junio, así como, su propuesta ante la próxima reunión de la OPEP (3 de junio en Beirut) para un incremento no menor a 2 millones de barriles diarios. Aunque esta disposición saudí abrió un intenso debate entre algunos miembros de la organización que se reunieron este fin de semana en Amsterdam, ciertamente aligeró la presión de precios en el mercado y junto con la toma de utilidades de muchos inversionistas que han especulado recientemente con los futuros de crudo y sus derivados, permitió que este viernes descendieran entre 60 y 80 centavos de dólar por barril. Con ello, una vez más, la cotización del crudo ligero de referencia en la bolsa de Nueva York (Nymex Light Sweet) se ubicó por debajo de los 40 dólares, luego de 12 días por encima de este nivel. Y la mezcla mexicana de exportación cerró por debajo de los 33 dólares, luego de una semana de cotizaciones más elevadas.

En este contexto conviene insistir en que, efectivamente, hay cuatro elementos que presionan el mercado: 1) una reactivación de la demanda que podría incrementarse en cerca de 2 millones más en 2004, por la recuperación estadunidense y japonesa, y el enorme dinamismo económico chino; 2) el estancamiento en los bajos inventarios de los grandes consumidores de la OCDE, que no han podido superar su bajo nivel de 2003, uno de los más bajos de los años recientes; 3) la racionalización de la oferta merced al relativo control de las cuotas de la OPEP, la menor producción en el Mar del Norte y las dificultades crecientes tanto en Irak como en Nigeria; 4) una fuerte presión sobre los precios de crudo y derivados y que hoy tiende a debilitarse un poco es la compra de futuros petroleros por parte de inversionistas.

Efectivamente, desde hace cerca de ocho meses y a decir de diversos analistas financieros, no menos de 50 mil millones de dólares de fondos reunidos con los ahorros de pequeños inversionistas (sin duda decepcionados por las bajas tasas de interés) se movieron de manera acelerada a la compra de futuros no sólo de crudo, sino de petrolíferos y, más en general, de materias primas o commodities que la recuperación económica venían exigiendo desde hace varios meses.

Ahora bien, estos fenómenos coyunturales han conducido a una discusión de elementos que podríamos llamar más estructurales. Por un lado se reabre la discusión sobre el volumen de reservas de petróleo y las posibilidades de producción en el mediano y largo plazos (Arabia Saudita está en el centro de ella). Y por otro -una vez más como a principios de los años ochenta- se discute el máximo precio de petróleo que aceptarían las diversas economías nacionales -Estados Unidos por delante-, sin ver amenazada su evolución. Esto se discute hoy en todo el mundo, sobre todo lo del impacto del alto precio. Y hay que ratificar que en todo el mundo, incluido México, donde recientemente se han expresado opiniones oficiales que reflejan muy poco oficio en estos asuntos. ƑEjemplos? Sólo tres de ellas: 1) se registra el mayor precio de la historia reciente (30 años) del petróleo; 2) las economías no están listas para un pecio así y corren el riesgo de colapsarse; 3) la OPEP debiera incrementar aceleradamente su producción y permitir que crudos como el West Texas Intermediate (WTI) bajen a no más de 27 o 28 dólares, precio correcto para un sano crecimiento económico. Pues bien, antes de entrar a la polémica que se ha desatado sobre este impacto, permítaseme hoy únicamente presentar algunos números simples y algunas relaciones básicas que nos ayuden a situarla y a construir una opinión más sólida al respecto.

Primero: efectivamente, en dólares corrientes, es posible que este año el precio del crudo promedio consumido en el mundo alcance el nivel de 1980 o 1991, es decir, cerca de 34 o 35 dólares. Pero en dólares contantes (de 2004 o de 1981), el precio de este año estaría 40 por ciento por debajo de 1981. Segundo: en dólares contantes de 2004, el costo de un consumo de 81 millones de barriles al día en 2004, sería de un billón de dólares, en tanto que el costo del consumo diario de 60 millones de barriles en 1981 (ya con una demanda en retroceso) y un pecio real de 60 dólares de 2004 por barril, sería de 1.3 billones, es decir, 300 mil millones de dólares mayor en 1981 que en 2004. Tercero y último (por lo pronto): esta factura petrolera de 2004 representará 2.2 por ciento del producto mundial, en tanto que la factura petrolera de 1981 representó cerca de 6 por ciento, más del doble en términos relativos.

Es cierto que hoy los precios son altos. También que esto implica una mayor dificultad para la recuperación económica. Pero muy poco se parece la situación a la de 1980 y 1981, y sus efectos no pueden ser ni serán los mismos. Una vez más se trata de una campaña demagógica de los grandes consumidores industriales y de algunos de sus fieles seguidores. No más.

 

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