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México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004

Miguel de Cervantes subvirtió los elementos de la picaresca

Plantean especialistas nuevas luces sobre ''el mejor libro del mundo''

Don Quijote juega con los personajes y, a final de cuentas, con los lectores: De la Colina

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Guanajuato, Gto. El Quijote y Miguel de Cervantes son un río inagotable y aquí, en esta ciudad, en el contexto de la versión 15 del Coloquio Cervantino Internacional, que termina hoy, las interpretaciones fluyen desde las más diversas y sesudas posiciones.

Que el Ingenioso Hidalgo no está loco sino que finge estarlo con fines más bien lúdicos y de representación. Que su idealismo tiene más rasgos en común de los imaginados con los personajes cinematográficos de Charles Chaplin.

Pero también, que esa obra es precursora de varios recursos literarios antes inimaginables. O que es necesario hacerse preguntas provocadoras, como la que duda de si Cervantes se puede definir o no como escritor de la picaresca.

Así lo plantearon escritores y especialistas mexicanos y españoles como José de la Colina, Gerardo Piña, Enrique Moreno y Florencio Sevilla.

De la Colina no esconde su regocijo por lo que podría interpretarse como posibles nuevas luces acerca del ''mejor libro del mundo", el cual relee cada año para hallar nuevas sorpresas.

Basado en varios momentos de la novela, como el capítulo 41 de la segunda parte, el ponente mira ''un lado calculador, un aspecto no inocente" en el Caballero de la Triste Figura.

Y plantea ante el público del Teatro Cervantes la hipótesis, ''acaso fantasiosa", de que Don Quijote no está más loco que la mayoría y que más bien ''es un hombre que juega con los libros de caballería, con el mundo, con los personajes que lo rodean y, a final de cuentas, con nosotros los lectores".

Y es que De la Colina supone que Don Alonso Quijano muy bien pudo haber inventado y asumido el papel de Don Quijote ''para satisfacer su afán vagabundo y jugar con la gente tanto o más de lo que la gente creerá jugar con él".

Vitalistas, inadaptados, bondadosos

Para Gerardo Piña, son muchas las coincidencias entre los conceptos quijotescos y chaplinescos, por ejemplo, en la visión romántica del amor, en el combate constante a la tiranía, en oponerse a los fuertes y defender a los débiles, en la lucha por un mundo mejor que acabe con el odio y la intolerancia.

Todos podemos identificarnos con Don Quijote y los personajes de Chaplin, observa Gerardo Piña, ''pues no son más que endebles figuras amenazadas por gigantes".

Personajes vitalistas, inadaptados, vagabundos, heterodoxos, trágicos, cuyo móvil principal es la bondad.

Por medio de ambas figuras es posible llegar a la ''profundidad esencial" de la vida humana. Y ahí precisamente, plantea Piña, radica su universalidad.

En el siglo XVII, señala Moreno, la novela había podido surgir con tres aspectos elementales: planteamiento, nudo y desenlace, hasta que apareció Cervantes, ''hombre de la sabiduría y la profundidad".

Y con El Quijote creó la técnicas literarias que habrían de marcar a la novelística posterior y cuya cumbre Moreno identifica en Fiodor Dostoievski.

Esos recursos son la técnica de cabos sueltos, para crear suspenso e interés por lo que seguirá, como en el caso de sólo decir: ''En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme", lo cual aclarará muchos capítulos después.

Los otros son la inmersión, como cuando Cervantes mismo es mencionado en la trama de su propia novela; la verosimilitud, con la que introduce una presunta bibliografía y documentación para hacer creíble la historia.

La técnica de la maraña argumental, en la que diversas subhistorias o asuntos confluirán en un momento dado de la narración; y la destilación ideológica, al presentar a Don Quijote como un personaje ''dogmático puro", pues cree que posee la verdad. Esa intolerancia e intransigencia llevaría al lector a ver lo demás como falso.

Florencio Sevilla cuestiona la validez de las premisas que definen lo picaresco, como ''el servicio a varios amos", y dijo que si se asumieran Cervantes quedaría fuera de ese género del Siglo de Oro español.

Lo que debe de hacerse, propone, es replantear esas premisas desde la obra de Cervantes, pues él tomó el pulso a la toda la novelística de su tiempo y retomó los elementos de la picaresca dominante para subvertirlos y enriquecerlos.

Y en esa línea es que Florencio Sevilla considera que Miguel de Cervantes habría sido el único que realmente escribió novela picaresca.

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