México D.F. Sábado 22 de mayo de 2004
Sueños vikingos
Alberto Blanco
Drakabyggets es un antiquísimo enclave vikingo.
Entre sus bosques, arroyos y lagos de aguas ferruginosas y oscuras, se
levanta el centro de resistencia cultural y taller de la libertad de Jørgen
Nash. Una veleta draconiana lo domina.
Una resistencia cultural que se resiste a abandonar las
viejas costumbres: esta noche, entre densos vapores de hongos inmensos
y las inoportunas llamadas por teléfono de píos negocios
familiares, Jørgen cocina carne de caballo.
Festín vikingo en Suecia con sus respectivas sombras
y sus respectivos sueños: a la medianoche me asaltan de un modo
inesperado imágenes de una terrible violencia sin complejo de culpa;
una sexualidad vital; una ternura sin inhibiciones.
Los cuadros, los objetos y grabados de Jørgen Nash
son así: violentos pero, a la vez, impregnados de cierta inocencia;
sexuales mucho más que eróticos; tiernos, pero sin hacer
concesiones de ninguna especie al sentimentalismo.
Cuadros donde la naturaleza se hace presente donde uno
menos la espera: como una bandada de cuervos graznando en la chimenea;
como una caravana de gatos a la luz de la medianoche; como una víbora
de agua cruzando el camino.
Seres humanos, plantas y animales, en la gozosa coyunda
de los colores desatados. Líneas libérrimas que grabadas
en el mascarón de proa de un barco vikingo navegan viento en popa
hacia la libertad de un mar de pinos bajo el cielo.
Poema dedicado a Jørgen Nash, escrito por el autor
mexicano en la casa del recién fallecido poeta danés, en
Suecia
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