Ojarasca 85  mayo 2004

Chiapas

El ataque de la Gringo Coyote Company



Se calcula que actualmente se encuentran en territorio estadunidense 8.5 millones de mexicanos, de los cuales 3 millones son indocumentados. Se estima que cada año emigran temporalmente cerca de 610 mil personas, la mayoría sin la documentación necesaria. A estos datos se añade la creciente importancia para la economía mexicana de las remesas de los trabajadores que residen en Estados Unidos. En 2002 alcanzaron los 6 750 millones de dólares, constituyendo la sexta fuente de ingresos del país. En enero de 2004 figuraban en el segundo puesto (entre 9 400 y 14 mil millones de dólares), sólo superadas por las ventas de petróleo.

A diez años del ingreso de México al mercado global, el salario mínimo nacional ha perdido el 20 por ciento de su poder adquisitivo, la clase política mexicana no ha sabido ni ha querido afrontar y resolver el problema de la creciente desocupación y es constante la demanda de mano de obra en los sectores agropecuario e industrial de Estados Unidos.

Considerando la diferencia salarial que existe entre ambas economías, no sorprende que el fenómeno migratorio mexicano hacia el vecino más rico vaya en constante crecimiento y que 1.3 millones de familias dependan directamente de las remesas. Lo que asombra es la falta de intención por parte de los dos gobiernos en regular el fenómeno, permitiendo que bandas de "polleros" se organicen en la empresa transnacional conocida como la Gringo Coyote Company, moviendo unos 8 mil millones de dólares anuales.

En 1995, un mexicano que confiaba su vida a un pollero para cruzar la frontera pagaba entre 20 y 30 dólares; hoy, con un aumento considerable del riesgo, paga entre 1 500 y 2 500 dólares, es fácil hacerse una idea del volumen de dinero que se mueve diario, fomentando el tráfico clandestino de trabajadores y la corrupción de los agentes aduanales.

Uno de los estados donde la Gringo Coyote Company tiene más conexiones es Chiapas. En el municipio de Comalapa, por ejemplo, el 24 de marzo de 2004 seiscientos hombres emprendieron el viaje de la esperanza contratados por una de tantas "agencias de viajes" recién surgidas en el municipio. "Aquí en Comalapa no hay trabajo, en cada esquina hay una cantina, los precios del maíz y del café están disminuyendo y el pinche gobierno no hace otra cosa que prometer, no desarrolla la industria y no se da cuenta que desde acá parten cada mes 2 400 personas hacia Estados Unidos y que dependemos del dinero que nos envían desde allá", dice Joaquín López López, quien con su familia ha intentado más de una vez atravesar la frontera.

En Comalapa (52 111 habitantes en total, 7 500 de ellos en la zona urbana) han abierto 30 casas de cambio, 2 bancos y 2 oficinas de correos, lo que da una idea de la importancia que tiene para este municipio el puente económico con Estados Unidos. No es un ejemplo aislado; en el municipio de Siltepec, enclavado en la Sierra, se calcula que cada mes parten 200 personas entre los 20 y los 45 años y que el monto de las remesas mensuales proveniente de Estados Unidos supera el millón de dólares. En la comunidad de Las Delicias ya no se ven más hombres. Se han quedado sólo las mujeres y los viejos, que sobreviven gracias al dinero que los maridos e hijos envian a casa.

Anualmente, cerca de 50 mil chiapanecos dejan hogar y familia en busca de fortuna tras la frontera. Se estima en 380 millones de dólares al año el fruto de las remesas enviadas por los trabajadores, lo que representa el 45 por ciento del PIB. Para una mejor comprensión de las razones de este éxodo impuesto y de su estrecha relación con el TLCAN, se pueden observar las consecuencias producidas en el mercado del maíz a partir de 1994. Históricamente, Chiapas ha sobrevivido gracias al campo; la producción agrícola representa el 45 por ciento del pib estatal. El 95 por ciento de los maiceros (al cual se dedica el 65 por ciento de los terrenos) cultivan una extensión de tierra inferior a las 5 hectáreas.
ACmano
Con la entrada del TLCAN se han abierto las fronteras para este producto, cosa que implica una fuerte competencia entre la pequeña producción mexicana y la gran industria agrícola estadunidense. El rendimiento medio de producción de maíz en Estados Unidos es de ocho a diez toneladas por hectárea, mientras que en México oscila entre dos y cinco, y en Chiapas entre uno y tres. Además, gracias a una ley promulgada en 2001, el gobierno estadunidense concede a cada agricultor 52.30 dólares diarios en concepto de subsidio; mientras que el de México solamente concede 1.8 dólares al día. Por ello, la producción de maíz mexicana cuesta 181.9 dólares la tonelada cuando el precio del mercado internacional se mantiene en 129.18 dólares. Así, el gobierno mexicano y las corporaciones transnacionales pueden comprar el maíz proveniente de Estados Unidos a un menor precio, incluidos gastos de transporte.

Chiapas es uno de los estados de México donde es más representativa la ferocidad de la política neoliberal; donde los recursos naturales y culturales, abundantes en el territorio, son presa fácil de las grandes compañías transnacionales, pero donde la resistencia cotidiana de los pueblos indígenas es el único y verdadero dique contra la homologación.
 

Después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha endurecido su política con los extranjeros, transformándolos en potenciales terroristas. El miedo inducido en la gente permite y justifica el comportamiento conjunto del gobierno y las grandes corporaciones que, en nombre de una seguridad nacional mal definida, mantienen ilegal la condición del inmigrante y se le impide que goce de los derechos que los trabajadores han peleado durante siglos (salario digno, seguridad social, jornada laboral digna, derecho a la educación y a la organización sindical), y que acepte, bajo amenaza de deportación, los trabajos más arriesgados.
 

El círculo vicioso fruto del esquema globalizador (apertura de mercados, la consecuente baja de los precios que obliga a la migración, la no legalidad del migrante y el mantenimiento de salarios bajos) alimenta este entramado donde las grandes empresas agropecuarias siempre salen ganando, junto con los canales transmisores de los recursos (Western Union, Elektra, Telégrafos Nacionales, Servicios Panamericanos, Cometra y los bancos).

Paralelamente, surge de la misma tierra chiapaneca el movimiento zapatista. Éste hace de la solidaridad y de la tradición indígena sus cimientos, y responde a la amenaza de muerte del neoliberalismo con un proyecto de autonomía comunitaria, una alternativa contra el agresivo mercado internacional que hace de la falta de reglas su única regla. En una época donde la injusta homogeneidad cultural se transforma en genocidio y destrucción de los diferentes saberes, el horizonte diseñado por los indígenas de Chiapas parece la respuesta eficaz para la supervivencia y el rescate de este pueblo. De ahí la importancia del zapatismo para construir alternativas al modelo neoliberal.
 
 

Carlo Calabró


Una versión más amplia de este trabajo aparece en el Boletín 406 del Centro de Investigaciones Económicas
y Políticas de Acción Comunitaria (Ciepac), abril de 2004.

 



Foto: Alfredo Carrillo
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