INTEGRAR CON LA FUERZA DE LA POLITICA | 10 de mayo de 2004 | |
Avi Temkin, Tel Aviv Las campanas sonaron el sábado 1° de mayo en Europa, marcando la unificación de un continente dividido durante tantos siglos por motivos de religión, ideología y geopolítica. Diez países se han sumado a la Unión Europea, creando así las precondiciones para lo que pueda ser algún día Estados Unidos de Europa. Los festejos que han acompañado la consumación de la ampliación de la UE son, quizás, el mejor fondo posible para revisar la pauta que ha seguido esta versión de integración regional, teniendo en mente lo que pasa en la otra forma de integración: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La palabra "comparación" requiere ciertas aclaraciones: mientras el TLCAN fue y es un proyecto esencialmente económico, dirigido por la mano invisible de las fuerzas del mercado, el proyecto europeo es no sólo económico, sino también político, social y cultural. Sin embargo, la forma en que Húngría, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa, Lituania, Letonia, Estonia, Malta y Chipre han sido absorbidos a la órbita de la UE representa un ejemplo para el resto del mundo, particularmente para aquellos países que se han embarcado en el proyecto TLCAN. De hecho, en la ampliación de la UE hay más de una lección que aprender, y más de una comparación que se puede hacer con las formas que la integración económica ha tomado en la parte norte del continente americano, porque detrás del concepto de "integración económica" hay más de un esquema posible. A nivel de dirección de la política macroeconómica, el modelo europeo se ha adherido desde el principio de los años 90, al modelo de la ortodoxia fiscal y monetaria. Irónicamente, mientras Europa se adhiere al Tratado de Maastricht, que estableció la unión monetaria y pone un límite de 3 por ciento del PDB al defícit presupuestario, Estados Unidos no ha temido recurrir al déficit fiscal. Mientras que el Banco Central Europeo actúa conforme a todos los artículos de la fe monetarista, sofocando el creciemento económico con altas tasas de interés, la Reserva Federal de Estados Unidos se ha alejado de los dogmas. Pero es en la política del desarrollo económico de las regiones pobres donde las lecciones del "europeísmo" deben ser aprendidas. El proceso europeo ha sido impulsado desde un principio por una combinación de procesos de mercado, planeación e intervención en las áreas pobres, sin confiar en que las fuerzas del mercado tomen la iniciativa. Esta intervención ha adquirido la forma de inversiones de miles de millones de euros, de creación de cuerpos especiales dedicados a fomentar la creación de organismos democráticos, de luchar contra la corrupción, de educar en la necesidad de proteger el ambiente, y de crear un sistema que tome en cuenta los derechos sociales. Esto requiere el díalogo constante entre los países, dando a grandes y chicos el derecho de avanzar en sus intereses, tratando de convencer, no de forzar. El mejor ejemplo de tal intervención son los fondos de ayuda europeos a las zonas pobres. De acuerdo con las directrices de la unión, las regiones cuyo ingreso es menor a 75 por ciento del promedio europeo son elegibles a ayuda de los fondos estructurales y del fondo de cohesión. Los primeros financian planes de desarrollo regional, y el segundo subvenciona proyectos específicos y áreas pobres. En muchos casos, tales proyectos son financiados también por empresas o bancos, pero el caso es que estas inversiones se han hecho gracias a la intervención de un organismo central, la Comisión Europea. De hecho, la ampliación hacia Europa central y oriental fue posible por un apoyo presupuestario de la unión a los países candidatos. Tres fondos ISPA, Sapard y Phare fueron establecidos para programar y ejecutar proyectos en áreas de protección al ambiente, desarrollo de la agricultura, ayuda a la industria, promoción de proyectos de transporte, ampliación y mejoramiento de los servicios de salud, creaciones de instituciones y protección a la flora y la fauna. En estas áreas nada es dejado a las fuerzas del mercado. Después de este 1° de mayo, los tres fondos provisionales seguirán activos solamente en Rumania y Bulgaria, los dos candidatos a unirse a la UE en 2007, mientras que los 10 nuevos países en la unión tendrán acceso a los fondos de ayuda "regulares". Se calcula que los proyectos de infraestructura económica y social se construirán en la próxima decena con financiamiento, por lo menos parcial, de estos fondos. El gasto en estos proyectos llegará a 400 mil millones de euros durante los proximos 10 años, haciendo de éstos los nuevos países de la unión una de las principales fuentes de oportunidades comerciales para aquellas compañías con la necesaria presencia en Europa. La demanda de tecnologías y actividades dirigidas a la protección del ambiente se calcula que llegará a 50 mil millones de euros y, de acuerdo con otros cálculos, alcanzará 80 mil millones en los próximos 10 años. La unión, junto con los respectivos países y compañías privadas han de gastar una suma similar en la construcción de 10 corredores de transporte que han de conectar las zonas periféricas al centro de Europa. Grandes sumas se deben invertir también en la creación de un sistema de salud pública capaz de proporcionar servicios a esacala de la sociedad industrial. Estos
son los mecanismos que han hecho posible la creación de la
Europa
unida, libre y democrática. En cada país puede
encontrarse oposición a
la idea de la unión, y resentimiento contra la
intervención de
"Bruselas", nombre genérico de la burocracia central de la
unión. Pero
para cientos de millones de habitantes de Europa, la unión es
algo que
se convierte en parte de la vida diaria. La UE, como todo organismo
político, está lejos de la perfección. Hay
corrupción, y hay
manipulación de opinión pública. Gran parte de las
acciones de ayuda a
las regiones pobres y periféricas son guiadas por el deseo de
evitar
olas migratorias a las regiones ricas, y no por solidaridad. Pero
incluso así, la realidad es que las acciones de la unión
proporcionan
la oportunidad de crear una realidad donde las poblaciones
periféricas
no tengan que emigrar para poder obtener un ingreso razonable, y no
necesiten convertirse en "brazos de trabajo" en países
industirales.
Será ésta una realidad en la que la salud no será
privilegio de pocos y
el ambiente estará protegido. Eso fue lo que se festejó
el pasado
sábado 1° de mayo § ![]() |