La Jornada Semanal,   domingo 9 de mayo  de 2004        núm. 479
Un intelectual en el poder

José Rogelio Álvarez

DERECHOS HUMANOS

"Cese ya el furor homicida, cesen las rencillas fratricidas. Si sólo eso se lograra en este municipio daría por buen empleada mi participación en la vida pública." Así exclamó don Agustín en la plaza de Zacoalco de Torres, la noche del 29 de octubre de 1952. La violencia y la inseguridad no eran entonces calamidades privativas en esa región de Jalisco. En toda la entidad las personas, las familias y los vecindarios vivían oprimidos por amenazas,r encores, abusos e inseguridad. Era ésta la forma en que se trasmitía a la sociedad entera el imperio del caciquismo, o sea la forma irresponsable de ejercer el poder, si bien la autoridad la fomentaba a cambio de mantener una estabilidad política aparente y precaria. La fuerza del gobernador era la suma de la fuerza de los caciques, no la expresión ejecutiva de la voluntad del pueblo manifestada en la aceptación y la aplicación de la ley. Durante años se habían cometido atentados contra la vida, los intereses y la libertad de terceros, a ritmo que se sembraban ofensas y se cosechaban venganzas. Como parte de la acción general civilizadora, el gobierno de don Agustín adoptó varias medidas específicas para garantizar la seguridad de los habitantes de Jalisco: retiró todo apoyo oficial a los caciques –tropa, impunidad, créditos, dádivas y capacidad para imponer autoridades–; emprendió una campaña contra el vicio ,en especial el alcoholismo; mejoró los servicios de seguridad;impartió justicia de modo limpio y expedito; y se empeñó en el desarme. En seis años no se expidió una sola licencia para portar armas, y las 1,517 pistolas y 202 rifles que se recogieron a delincuentes durante el sexenio, fueron destruidos el 28 de febrero de 1959, un día antes de la transmisión del poder, en un alto horno improvisado al efecto en el patio principal del Palacio de Gobierno. Acaso más simbólica que eficaz, la inmolación de ese arsenal quiso dignificar las garantías otorgadas, la paz conseguida, la tranquilidad restaurada; o sea el respeto a la vida humana y a la dignidad de la persona.

EDUCACIÓN Y CULTURA

En octubre de 1952, hablando ante el magisterio de Jalisco, el licenciado Yáñez expuso la aspiración de que "no sólo la escuela sea factor educativo,sino el ambiente social, desde las formas más altas de la cultura hasta las fuerzas de la prensa y la radio, pues todas determinan el que los temas de conversación, los modos del lenguaje,l as opiniones corrientes, los hábitos y el sistema de preferencias de un pueblo, se conviertan en factores formativos ". A esta política correspondió un vasto plan de acciones. En la Universidad de Guadalajara se crearon la Facultad de Filosofía y Letras y la Escuela de Trabajo Social, se construyeron los edificios para las facultades de Odontología y de Economía y las escuelas Politécnica y de Enfermería, quedó empezado el de Medicina y se adaptó otro para el plantel de Artes Plásticas. Se fundaron las primeras preparatorias foráneas, en Ciudad Guzmán y Lagos de Moreno. Se erigió el Centro Normal. Se hicieron, ampliaron o terminaron ochenta y un centros escolares municipales y 129 escuelas rurales. Se erigieron estatuas,se levantaron estelas y se grabaron leyendas cívicas; se instituyeron insignias y se otorgaron premios para significar el mérito, se conmemoraron el bicentenario del natalicio de Hidalgo y el centenario de la Constitución y de la Reforma; se estimuló la exploración y el rescate arqueológicos, se editaron colecciones de autores jaliscienses y se fomentaron y difundieron las artes. De entonces data el descubrimiento de talentos tempranos, más tarde consagrados. Se instalaron museos y se terminó la restauración de la cúpula del Hospicio Cabañas.Y como uno de los postreros actos de su administración don Agustín quiso simbolizar, en la Casa de la Cultura, lo que el presidente López Mateos, ya en febrero de 1959, expresó con palabras imperecederas desde esta última tribuna: "Gobernar a un pueblo consiste especialmente en cuidar y acrecentar los bienes de su alma colectiva." 


José Clemente Orozco, cúpula del Hospicio Cabañas