Jornada Semanal, domingo 9 de mayo de 2004          núm. 479
ANGÉLICA
ABELLEYRA
MUJERES INSUMISAS
BEATRIZ EZBAN: IR TRAS DE LA LUZ 

La pintura la tomó por sorpresa. De niña se visualizaba escritora y más tarde quizás filósofa pero nunca se encarnaba pintora. De hecho su primera búsqueda se dio en el terreno de la reflexión sobre la naturaleza y las causas de la existencia del universo, del ser humano y la sociedad. Y si bien continuaron esas cavilaciones filosóficas, en Beatriz Ezban (DF, 1955) tomaron cuerpo diferente a la palabra; lo hicieron por la vía de lo sensual, lo artesanal, el placer de trabajar con las manos y darle voz al color, las texturas, la línea, lo oculto e incierto. 

Desde entonces y hasta ahora su principio ha sido la incertidumbre, un término que retomó de sus estudios preparatorianos sobre la microfísica y los movimientos de una partícula en un instante determinado, y volvió a ella en un principio ampliado de su ejercicio creativo lleno de preguntas, pocos asideros y multiplicidad de lecturas. 

Ya de chavita se cuestionaba sobre el sentido de la vida, de por qué y cómo suceden las cosas y qué hacemos los humanos en la vida. Le fascinaban la lógica, la ética, y hasta llegó a pensar que podría estudiar psicología gracias a la presencia de un profesor carismático por el cual ella y sus amigas babeaban.Supo sin embargo que era un espejismo y se metió a estudiar filosofía en la UNAM. A pesar de la oposición paterna, fue a clases a escondidas y realizó casi la mitad de la carrera hasta que algo muy interno en ella se rebeló y buscó otras formas de reflexión. Sintió que la palabra no era lo plenamente suyo. 

Anduvo perdida cuando decidió dejar la universidad pero recordó que había tomado clases particulares de pintura a los quince años, así que visitó la antigua Academia de San Carlos y la escuela de La Esmeralda, se topó con Sergio Hernández y éste le prometió que le enseñaría a dibujar cuando vio sus trazos y se le pararon los pelos de punta. En San Carlos era la época de tenerle un altar a Vincent Van Gogh. Para Beatriz y sus compañeros era "San Van Gogh " no sólo por su calidad pictórica sino por esa imagen del artista cabal que vive y pinta de manera intensa y sin concesiones. En ésas andaba cuando ocurrió un paro de labores en San Carlos por la revisión de un plan de estudios y entró al taller de un personaje prendido e inspirado cuyo hallazgo se convirtió en una fortuna existencial para ella: Gilberto Aceves Navarro. Le cambió la vida, pues una de las premisas de su clase era trabajar sin miedo y acceder a la libertad de la creación. A diferencia de otros maestros que decían que si pintabas bien una tehuana ya la hiciste, Aceves Navarro los apuraba a la equivocación para que aprendieran y lograran sensibilizarse.

En todo este entrenamiento la figura fue una parte central para su ejercicio; dibujó con modelo, se afanó en la composición, la historia del arte y la formación más convencional. Sin embargo, al salir de la academia se peleó con todo eso,incluido lo racional,y fue a la búsqueda del purismo. Por la vía de lo abstracto,se empeñó en encontrar la esencia de la pintura y le quedó claro que el tema está al margen del contenido en cada tela. Llegó al color puro, a la pincelada viva y plena de sentido.

El retorno, Huelga nacional de ermitaños, Pincel solo, Otro, Eras hecha de trigo, El cuerpo del color, Shoot!, Cortezas, Di-soluciones y Vértigos son algunas de sus exposiciones de 1986 a la fecha.Casi veinte años en que la abstracción ha sido su leitmotiv la rotación entre el trazo gestual,el brochazo abultado,la línea llana,el papel amate texturizado y el uso de los colores –azules, amarillos, grises, blancos, negros, plateados –como estados existenciales en los cuales ella queda atrapada hasta que los integra e interioriza. Como en su actual exposición en el Museo de Arte Moderno –hasta el primero de agosto–,en donde los cuadros plateados nos invitan a reflejarnos y vernos dudosos, a viajar por la luz y por lo incierto, a formar parte de ese principio de incertidumbre que ha llevado de la mano a Beatriz Ezban, paisajista de emociones y hacedora de paisajes interiores, como le han llamado, pero que ella no acierta a darle sentido a las calificaciones. 

Prefiere el comentario del traductor de los títulos de su más reciente serie, precisamente Principio de incertidumbre que la ve como una niña viajera por las galaxias a través de esos cuadros que se llaman Quasar, Neutrino, Gravitación, Fisión, Spin e Inmersión donde astros,partículas y neutrones son pinceladas de luz y muestra del convencimiento de Ezban de que la pintura abstracta es inagotable y es la búsqueda viva en que se ha empeñado.