ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
LA COMIDA VA A SER EN SU POBRE CASA A
Silvia Aboytes
Con motivo de estas reflexiones, recuerdo una ilustrativa anécdota de temperamentos y peculiaridades lingüísticas que me contó Héctor Perea. En España, un mexicano amigo suyo tuvo la urgencia de comprar cigarros y se detuvo en una tienda para hacerlo. El dependiente se hallaba atareado y no reparaba en la presencia del turista, hasta que éste dijo, con voz demasiado suave para los decibeles madrileños: "perdone, ¿me da unos Ducados?". En ese momento,el despachador se detuvo en sus tareas y le respondió, irritado y vociferante: "¡No!" Se desentendió del desconcertado cliente y siguió en lo suyo, hasta que éste volvió a insistir: "Disculpe, ¿por qué no me quiere vender los cigarros?" El madrileño respondió de mala manera, poniéndole enfrente el producto solicitado: "¡Vaya! ¡Ésa es otra cosa! Pues como me pidió perdón por nada y luego quería que le regalara una cajetilla, yo pensé que usted era un mendigo." (Valdría la pena preguntarse si, en tierra de machismos y discursos amenazadoramente velados, existe una verdadera cortesía, pues las formas del medio tono pueden ser meras embaucaciones para hacer caer mejor al otro (la otra) en alguna trampa: en este caso, forma no es fondo, pues en muchas ocasiones las maneras más educadas y rastreras ocultan a un personaje verboso dispuesto a seducirnos para engañarnos.) De todas las posibilidades del mezzo tono la que me resulta más ambigua, confusa,casi inexplicable y ridícula,es la que se emplea para referirse a la casa de uno. De entrada, por razones actualmente inescrutables, es una tremenda descortesía decir que la casa que compré (o alquilé) y habito es mía, como si eso fuera infamar al interlocutor, sugerir que no tiene dinero o recursos para hacerse de otra o que, tácitamente, no se la estoy ofreciendo para visitarla; por esas oscuras (e hipócritas)razones, la gente suele decir, para hablar de su casa: "la casa de usted", donde "de usted " significa "mía ". Así, si durante las filosóficas conversaciones con un taxista de la ciudad a éste se le ocurre decir: "en la casa de usted no tenemos agua ",uno puede cavilar: "¿usted qué sabe acerca de si hay agua en mi casa?; además, ¿por qué habla de mi casa y habla en plural?" (no agreguemos más confusión con esas ideas de que una mujer hace casa, o "la mujer de la casa ", porque el galimatías comenzaría a adquirir tintes de nota roja que harían palidecer a Otelo: "salúdeme a su mujer ", le hubiera dicho un Yago mexicano). Otra confusión
surge con el adjetivo que acompaña a la casa: en una cultura donde
todos tenemos dignidad,se evita la ostentación empleando la lítote
"pobre " para declarar exactamente lo opuesto." La comida va a ser en su
pobre casa" se acerca a la gorronería impertinente,pues sobre la
condición encajosa se adjetiva a mi casa, pero resulta que
no es la mía sino la suya a la que se declara pobre para no afrentar
ni crear expectativas, o no pretender colocarse socialmente por encima
del otro, o curarse en salud
En tal confusión de mío, tuyo,
suyo, ¿cómo decirle cortésmente al otro que no y vaya
a chingar a su madre?
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