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México D.F. Lunes 3 de mayo de 2004

Unos 5 millones podrían llegar a desarrollar diabetes en los próximos cinco años

Con sobrepeso u obesidad, al  menos 31 millones de mexicanos

Especialistas señalan la urgente necesidad de que sean reconocidos como enfermedades

Los males cardiacos y la insuficiencia renal crónica, otros de los riesgos para la salud

ANGELES CRUZ /II Y ULTIMA

Las consecuencias del sobrepeso y la obesidad sólo se pueden ver, hasta ahora, en los hospitales, cuyas salas de emergencia y de medicina interna están saturadas por enfermos diabéticos, hipertensos, víctimas de infartos al miocardio o con insuficiencia renal crónica, quienes tienen como única esperanza que la ciencia médica los ayude a superar la crisis y, en el mejor de los casos, puedan regresar a sus casas en situación controlada, aunque de alto riesgo.

De ahí la importancia de impulsar una campaña masiva de información y sensibilización sobre el riesgo que significan para la salud y la vida el sobrepeso y la obesidad, los cuales ya deben considerarse enfermedades, afirma Rafael Violante Ortiz, endocrinólogo de la Unidad de Investigación del Hospital General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Ciudad Madero, Tamaulipas.

La epidemia de obesidad y diabetes que afecta a todo el mundo también está presente en México, en mayor medida en el norte, explica el especialista. Actualmente, señala, ya está causando estragos entre las personas que ven deteriorada su calidad de vida y dejan de ser productivas, mientras su atención médica representa una carga económica 舠muy pesada舡 para las instituciones de salud. Sólo en el IMSS la cuarta parte del presupuesto destinado a los servicios clínicos se ocupa en los afectados por males crónico degenerativos como los mencionados.

La estadística oficial más reciente indica que al menos 31 millones de mexicanos padecen sobrepeso u obesidad, de los cuales aproximadamente 5 millones podrían desarrollar diabetes en los siguientes cinco años. En tanto, la segunda edición del Atlas Mundial de Diabetes, dada a conocer en el Congreso Mundial de Obesidad, efectuado en Berlín, Alemania, hace unas semanas, afirma que en México existen 4.5 millones de enfermos de diabetes, es decir, 7.4 por ciento de la población adulta.

De continuar esta tendencia, en el año 2025 la cifra de pacientes se duplicará para ubicarse en 9 millones, con una prevalencia de 10.3 por ciento, asegura el documento presentado por el profesor Rhys Williams, vicepresidente de la Federación Internacional de Diabetes.

La publicación incluye datos sobre el número de mexicanos con intolerancia a la glucosa, lo cual es una fase previa al desarrollo de la diabetes. Esta condición estaba presente el año pasado en 3.9 millones de individuos y aumentará a 6.6 millones en 2025.

Por su parte, Antonio González Chávez, jefe de la Unidad de Medicina Interna del Hospital General de México (HGM), resalta que, según algunos estudios 舑no concluyentes舑, la intolerancia a la glucosa o síndrome metabólico está presente en 26.5 por ciento de los mexicanos de 20 a 69 años.

El síndrome metabólico es la afección que, según otras investigaciones, padece 40 por ciento de la población de los países en desarrollo, y cuya presencia pasa inadvertida hasta que aparecen la diabetes, la hipertensión o el infarto al miocardio.

El síndrome, también conocido como de resistencia a la insulina o intolerancia a la glucosa, es la manera más común en que se presentan patologías asociadas con la obesidad. Mediante un examen clínico se detecta el aumento paulatino de la presión arterial, el incremento de grasa en sangre y la  incapacidad del organismo para aprovechar los azúcares (glucosa).

Lo anterior, sumado a los antecedentes familiares de diabetes, los malos hábitos alimenticios y tener una cintura de más de 90 centímetros de diámetro, conforman el cuadro clínico de riesgo para el desarrollo de males crónico degenerativos, en particular la diabetes.

Sin embargo, debido a la falta de información y cultura sobre la salud, la presencia de la intolerancia a la glucosa pasa inadvertida para la mayoría de los pacientes. Además, es común la falta de un buen control clínico de los niveles de glucosa en sangre y de presión arterial, por lo que desde hace por lo menos cinco años la primera causa de hospitalización en el país es la insuficiencia renal crónica.

Este padecimiento es una de las complicaciones más comunes de la diabetes y la hipertensión arterial. Aunque el diagnóstico clínico también se puede realizar en etapas tempranas, la mayoría de los enfermos llega a los hospitales cuando el daño es irreversible, afirma González Chávez.

Sólo en el HGM, la mitad de las 36 camas de la Unidad de Medicina Interna están ocupadas cada día por enfermos renales, diabéticos e hipertensos. Por cada ocho pacientes en diálisis, siete también tienen diabetes mellitus. Lo peor, dice el también presidente del Colegio Mexicano de Medicina Interna, es que la expectativa de vida de los enfermos renales en fase terminal no es mayor a dos años, con una muy mala calidad de vida y altos costos económicos.

Para Violante Ortiz el principio de la lucha contra el sobrepeso y la obesidad es que se les reconozca como enfermedades, lo cual hasta ahora no ha ocurrido ni siquiera entre los médicos.

Señala la necesidad de reorganizar los servicios de salud del país, con el propósito de que se ubique este problema entre las prioridades de los programas gubernamentales, pero además 舠habrá que hacer algo舡, porque los 10 a 15 minutos de que disponen los médicos en los consultorios de medicina familiar para ver a sus pacientes son 舠absolutamente insuficientes舡. Se re-quiere tiempo y espacio para que el personal del sector salud informe y eduque a las personas y les transmita la preocupación por mantener un peso adecuado y acorde con su estatura y estructura corporal.

En este derrotero, sin embargo, los médicos y las instituciones están en desventaja frente a la publicidad y venta de productos que ofrecen soluciones mágicas al problema del sobrepeso y de la obesidad sin ninguna base científica ni resultados comprobables y, en cambio, con una serie de severos efectos colaterales.

Hasta ahora, dice, sólo existen dos medicamentos que han demostrado su seguridad y eficacia en la reducción de peso. Del primero (Orlistat) se tienen ya cuatro años de experiencia clínica, prácticamente sin ninguna contraindicación, a diferencia de lo que había ocurrido en años anteriores con fármacos cuyo uso provocó en los pacientes diversas alteraciones secundarias.

Cada vez con más fuerza, el tratamiento farmacológico se plantea como una de las mejores alternativas para apoyar a las personas obesas, en quienes se detectan clínicamente factores de riesgo para desarrollar algún mal crónico degenerativo, o incluso si el padecimiento ya está presente.

Lo más importante que deben saber las personas, apunta, es que el sobrepeso y la obesidad no son un problema de imagen, sino de enfermedad; que para estar bien no tienen que bajar de peso de la noche a la mañana, sino de manera paulatina y, sobre todo, que si logran reducir 10 por ciento de su peso mejorarán sustancialmente sus niveles de glucosa, de presión arterial y de colesterol. Una persona que disminuye este porcentaje 舠no se infarta ni muere de cáncer, aunque no tenga el peso ideal舡, aseguró.

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