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México D.F. Lunes 3 de mayo de 2004

Armando Labra M

Huatusco 2. Inservibles públicos

Hace casi un año se reunieron en Huatusco 54 economistas con formaciones y orígenes académicos muy diversos para tratar de responder a una pregunta esencial sobre la economía mexicana: ¿por qué no crecemos?

Inusual entre economistas, se logró no uno, sino varios consensos que se dieron a conocer en su oportunidad... y después, nada. El paquete de ideas que conformaron lo que se puede denominar como Consenso de Huatusco es importante y pareciera que se había diluido injusta y, diría yo, alarmantemente en el mar de aconteceres de insólita frivolidad que distrae la nación. ¿Cómo es posible que una reflexión colectiva tan calificada y tan interesante pase desapercibida? ¿Cómo es posible que no amerite ni la más mínima reacción gubernamental?

Por fortuna no se achicopaló el grupo de 54 y acaba de publicar un magnífico opúsculo que resume y ordena sus motivos, trabajos y conclusiones. Quizá tampoco ahora provoquen una reacción en el gobierno, pero ciertamente sí en la sociedad. Más aún, los organizadores plantean la realización de Huatusco 2 como seguimiento y profundización de sus reflexiones.

No deben desanimarse los 54 por la indiferencia ignorante del gobierno. No son exclusivas 舑ni recientes舑 la ceguera, sordera y dislalia oficiales sobre la política económica; son abarcadoras, totales. Los traspiés de gobierno por el persistente desoficio, arrogancia, ignorancia y torpeza de los inservibles públicos, nos asombran cada día, cuando no en la diplomacia, en la procuración de justicia, el engaño a campesinos, el sometimiento servil a Washington, la corrupción y las impunidades, o la simple, creciente, inacabable tontería por acción u omisión, que a todos nos tiene hartos.

Si, como es de prever, se realiza Huatusco 2, se deberá pensar no sólo en el gobierno como interlocutor, sino preferentemente en la sociedad, los legisladores, las autoridades electas en los estados y municipios, es decir, quienes representan a la población, virtud que desecha o desconoce el gobierno federal. El Consenso de Huatusco del año pasado logró enlistar las razones que determinan que la economía no crezca y manifestó conciencia de que, en efecto, no basta con  que hubiera crecimiento para corregir rumbos y desfacer entuertos. El consenso huatusqueño finalmente dice que antes que nada hay que restituir el crecimiento económico y después, veremos...

Es en principio correcto, pero hay que ir viendo más allá. Crecer es un prerrequisito, pero no un fin en sí mismo y, en consecuencia, constituye un medio para que la economía sea sustento de una sociedad justa. Es por tanto importantísimo definir cómo y para quién crecer, desde un principio. Frenar o arrancar cualquier economía es relativamente fácil, pero movilizarla a efectos de que traiga consigo empleos y bienestar o, como sucede desde hace dos décadas, para lograr sólo la estabilidad de precios a costa del crecimiento, implica tomar caminos no necesariamente opuestos, pero sí muy diferentes.

Ojalá y pronto se realice Huatusco 2, por varias razones. Una es que lanzaría una sana señal de que la sociedad reacciona y es capaz de construir alternativas viables más allá y mejores que las de gobierno. Eso se llama democracia en serio e implica proseguir inevitablemente a la organización política que haga posible que los consensos cuenten en la toma de decisiones por la vía de la exigencia y la presión, civilizadas, por supuesto,  pero  contundentes.

La diversidad ideológica y académica de los 54 economistas es garantía de que cualquier consenso al que arriben en 2004 contará con sustancia intelectual y razón política. Si vemos el elenco huatusqueño, encontramos experiencia política, destreza técnica, integridad moral, en fin, virtudes que no pueden ni deben pasar al margen de la sociedad... aunque el gobierno ni se entere.

El gremio de los economistas siempre ha sido combativo y propositivo, y también plural, tal vez hoy en patética demasía, de forma que sus organizaciones profesionales y políticas se han atomizado hasta esfumarse como la sonrisa del gato de Cheshire y, si acaso existe,  su capacidad de aporte es inocua. Por ello los 54 economistas de Huatusco representan la voz de una profesión educada precisamente para servir a la sociedad, comprometerse con ella y construir cursos de acción inteligentes y oportunos.

Desde hace varios lustros nos domina el Consenso de Washington. Los resultados están a la vista: ni la economía crece ni mejora el nivel de vida de los mexicanos, sino todo lo contrario. El gran hueco de tal consenso es que ignora la desigualdad, que es nuestro principal problema, y por ello, día con día convoca y obliga a la búsqueda de opciones.

Es, por tanto, momento de construir el Consenso de México, ubicando nuestros problemas y soluciones, desde nuestra perspectiva como nación partícipe, pero no víctima de la globalidad.

Huatusco y sus 54 economistas sonaron la alarma, abrieron cauce y es grande su responsabilidad. Todos debemos ayudarlos para integrar los temas económicos, políticos y sociales que puedan derivar en un gran consenso nacional que sirva para guiar nuestro destino común, hoy desdibujado por la decepción y los fracasos. Bienvenido Huatusco 2.

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