La poesía reciente de Chile es heredera
de una trinidad indiscutible: Mistral, Huidobro y Neruda son figuras tutelares
en la lírica hispánica. La angustia de la influencia,
como diría Harold Bloom, se percibe en los versos de estos jóvenes
poetas. También emergen signos particulares, hilos que comunican
la relación de los escritores con la tradición y el canon.
Negados a vivir del desecho imaginario y de la poesía que se genera
como espejo más o menos radical de ese mundo, celebran con Huidobro
"ese trozo en que pasa la aventura misteriosa/ La aventura del planeta
que estalla en pétalos de sueño".
RICARDO
VENEGAS
La cartera
Germán Carrasco,
1971
Ella posa sus dos manos sobre la cartera.
Quizás piensa que algo le va a
ser arrebatado
O insinúa que su sexo no se alquila
A ningún precio. Tal vez se cuida,
se pone en evidencia
O resguarda los instrumentos esenciales
Para la arena de la vida.
O quizás robó algo valioso:
El imprescindible regalo para quien ama.
Poema
(fragmento III)
Alejandro Zambra, 1975
Una casa, una ventana
Abrazos para una derrota
Abrazos para un regreso
Una casa, una ventana
Y cuatro paredes cuando sopla el viento.
Epílogo
Leonardo Sanhueza, 1974
Mía de mis huesos
La princesa y la hojarasca
Nunca tuve más ojos
Que cuando dormías.
Nunca como en la vigilia
Frente al vaso que cae,
Por eso digo: negro será el beso
De los halcones encapuchados.
Tampoco habrá descenso
Pues he aquí el fondo
De tu sonrisa, el eco de tus ojos.
He aquí la sábana marcada.
He aquí el pecho,
La boca llena de arena.
Charla
Andrés Anwandter,
1974
Porque ya no queda mucho
Que ocultar, somos secretos
Cuando hablamos
La orejas
Bien abiertas y los dientes
Asomados en señal de confianza.
Allanamos
Las cuestiones, los caminos
Con cautela.
Nuestra charla
Lleva voces camufladas
Que en el humo las narices
No disciernen.
Encontramos
El fracaso, donde todos
Los demás han fracasado.
Artistas Unidos
Jaime Bristilo Cañón,
1969
Los que no vamos a morir por mano propia
en primavera,
Salvo error u omisión irreconciliable,
la saludamos.
Primavera de noche negra, violácea
oscuridad resplandeciente, candilejas
Tal como de día colores, otra vida.
Tatuados de tinieblas preferimos toda
la luz
Sobre la humedad de un cuerpo amortajado
en humores recónditos:
Los que no vamos a morir cerramos los
ojos a las flores, no al aroma;
Elevamos en tinto nuestros corazones para
el día de todos los santos,
Hasta dónde se da un paso
Hasta cuándo podremos seguir viviendo
tan inocentes.
Poema
(fragmento III)
Claudio Sanhueza, 1975
En tu niñez jugabas a ser Ariadna
o Alicia
Cualquier nombre que te pareciera lo suficientemente
solo
Como para mantenerte indefensa
Elegiste un árbol para que te observara
mientras te desvestías
El viento lo azotaba de golpe
Le robabas las manzanas para frotar tus
senos
Y llenar de jugos tu boca
En las noches sentías galopar un
animal por el camino
Cerrabas los ojos guardabas silencio bajo
las sábanas
para oírlo correr
Imaginar la bestia blanca latigando tus
senos
Llenabas de jugos las sábanas en
tu boca
Sin crecer te alejaste con las manos partidas
Borraste tu nombre de todas las cortezas
Todos los nombres que hoy velan
En cada esquina de tu cama
Pero hay una estatua de sal en el camino
Y hay un árbol al fondo del patio
con las ramas secas
Y hay el recuerdo de todas las frutas
que se han ahorcado por tu boca.
Hoy la belleza bebe de mis labios
Y yo la recibo como un ángel
de rodillas
Me escribes desde México
Giran nombres como Palenque o Chiapas
En una carta que adivino temblorosa
Mezcla de retórica y diario de
vida
Con palabras que todo lo confunden.
Poema
(fragmento II)
Marcelo Guajardo Thomas,
1977
Antes del caballo estuvo el jinete y el
agua
Uno desembocaba en el otro
Y fueron un solo río concéntrico
Por las planicies
Fueron uno
Uno sólo
En el crepitar del hueso
En la sangre del cántaro
Uno en la libertad de los gritos
El caballo con las crines encendidas
No se detuvo ante la crecida del río
Altivo en la pezuña y la piedra
del lecho
Tú
Inmóvil frente a los ríos
Padeciendo la enfermedad de los jinetes
Los ríos y su mansedumbre
El hombre clavado a la tierra
Con todos los hierros que traen las playas.
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