Jornada Semanal, domingo 2 de mayo de 2004        núm. 478


LA (IN) DECENCIA QUERETANA

La joven cantante Paulina Rubio cabalga en el anuncio espectacular y muestra una bien redondeada media cadera, una armoniosa pierna y el fragmento de uno de sus hermosos senos. Su cabellera rubia le cubre parte de la frente y su actitud es de serenidad y de contento por la belleza de su figura. El infortunado anuncio fue colocado en la ciudad más oscurantista y reaccionaria de nuestro país, mi muy amada Querétaro. León, Puebla y Guadalajara le compiten. Mérida tiene lo suyo, pues una alcaldesa jurásica estuvo a punto de ponerle mangas largas al traje de mestiza y el Congreso del Estado de Yucatán creó el sorprendente delito de sexo oral. Guadalajara persiguió a las minifáldicas burócratas municipales y en Aguascalientes y otras ciudades gobernadas por píos panistas –legionarios o yunquistas– los travestis sufren corretizas y las sexoservidoras son objeto de toda clase de trabas y de vejámenes. Está vivo en mi memoria el letrero de un balneario de Aguascalientes que prohibía la entrada a los perros y a los homosexuales y un decreto firmado por un alcalde en el cual se obligaba a los travestis a vestirse con "modestia y con decencia". Esta disposición abrió una nueva forma de pecar, pues subir al coche a un travesti ataviado con ropas parecidas a las de la tía Merceditas (velo negro, vestido del mismo color, zapatos de medio tacón, medias de popotillo y medalla milagrosa al cuello), debe ser sin duda una experiencia llena de un barroco retorcimiento y de un edipismo que haría sonrojar al mismo maestro Freud. Por otra parte, hay, en varias ciudades del país, farmacias que, en plena epidemia de sida, no venden condones y los censores de los muchos grupos de derecha intentan (y, a veces, lo logran) clavar sus colmillos en películas, obras de teatro, exposiciones y otros aspectos de la vida artística y, también, de la cotidiana, pues su fundamentalismo los ha dotado de una moral sospechosa que es, como todos sabemos, la que sospecha de la moral de los otros. En fin... tenía razón el paleontológico señor que fue candidato panista a gobernador de Veracruz en el tiempo en el cual la maquinaria priísta llevó a la silla, que antes era de su papi, a Miguelito Chico, cuando prometía "Con el pan todos decentes". Aquí tendríamos que entrar en una larga discusión, pues, para la derecha, la decencia sólo tiene relación "con la carne". Esa es su obsesión, su grave enfermedad. Desconoce los otros aspectos de la decencia, pues el tráfico de influencias, la censura y los "negocitos" no forman parte de ella y son manejados con el mismo descuido y la vista gorda de los confesores fascinados por los minuciosos detalles de la lujuria. Todo indica que el sexto mandamiento es el eje central de la ceremonia. Los otros son vistos con apresuramiento.

Pues bien, regreso a mis borregos: el ayuntamiento panista de Querétaro nos dio una muestra más de su talante enfermizo al cubrir con calcomanías absurdas el anuncio de la bellamente semidesnuda Paulina. Me pregunto qué beata de chongo, ojos miopes y entrañas putrefactas dictó la orden de censura en contra del anuncio. Cual es la razón de que esos seres enfermos de suspicacia consideren a la desnudez como algo inmoral y necesariamente pecaminoso. Es claro que disfrazan sus conflictos psicológicos y sus deseos soterrados de actos de defensa de la moral pública, pues estos tartufos despiadados están llenos de odios y de retorcidos deseos. Basta ya, cangrejos al compás, de atacar a la belleza del cuerpo y a la libertad humana. Que en sus casas prohíban la lectura de "Aura" de Fuentes, pero que nos dejen en paz y no se metan con nuestra alegría que crece ante la hermosura de la carne y la plenitud de "los alimentos terrenales".
 

HUGO GUTIÉRREZ VEGA