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E C O N O M I A
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México D.F. Domingo 25 de abril de 2004

José Antonio Rojas Nieto

Nuevas tareas

Todas las corrientes políticas del México de hoy experimentan el más grave deterioro de su imagen frente a la sociedad. Y ese desgaste nos ha tocado a todos, nos ha dolido a todos. Pero, lamentablemente, el problema no sólo es de imagen. Es más profundo. Las organizaciones políticas se encuentran vacías, desprovistas de perspectiva. Sin programa para hoy ni para mañana. Sus declaraciones de principios resultaron ser absolutamente contradictorias con sus prácticas. Nos han quedado organizaciones y corrientes fraudulentas y, acaso por ello, vacías.

Desde la sociedad ya nadie cree en ellas. Ni siquiera ellas creen en sí mismas. La expresión coloquial más frecuente que se escucha para dar razón de lo que sucede hoy en México es muy simple y muy clara. ƑQué sucede en el México hoy? Cochinadas, puras cochinadas. Y esto resulta no sólo lamentable, sino profundamente doloroso. Y, sin embargo, será preciso pensar -como dijo Konrad Adenauer al general De Gaulle en su conversación del 14 de septiembre de 1958 (Ver Istor, Revista de historia internacional, año IV número 15, invierno de 2003, Jus y CIDE, pp.126 a 133)- que los pueblos son como los hombres, tienen atributos buenos y atributos malos. Y que será necesario recuperar y hacer que trasciendan nuestros buenos atributos.

Sí, como le sucedió a la Alemania del nazismo, vivimos un profundo derrumbamiento, que nos ha conducido a una miseria más profunda que la que se expresa en los más de 60 millones de pobres de nuestro país, los que, sin embargo, en nuestra historia pasada y presente han mostrado más dignidad -muchísima más- que quienes han pretendido dirigirlos. Sí, como propuso el Adenauer de fines de los años 50, necesitamos creer en la emergencia de una nueva generación que nos reconcilie, no sólo entre nosotros, sino con la necesaria vida política que nuestro país requiere.

Es urgente un Partido Acción Nacional que trascienda su pragmatismo reciente y recupere la inspiración, la perspectiva y la profundidad originales de sus fundadores. Pero también un Partido Revolucionario Institucional arraigado en la defensa de sus principios teóricos de democracia y justicia social. šY qué dudar de la urgente necesidad de un Partido de la Revolución Democrática que reformule sus aspiraciones de patria para todos y de una revolución auténticamente democrática!

Sin embargo, por más importante y necesarios que resulten ser estos u otros partidos que los renueven o los sustituyan, no podemos caer en la pretensión de que agoten en sí mismas -no sólo no son capaces sino que ni siquiera deben de atreverse a hacerlo- las posibilidades de la acción ciudadana. Por eso urge que nuestro marco político trascienda esa perspectiva pragmática, que reduce nuestra cotidianidad política a la continua organización de elecciones y al reconocimiento de sujetos avalados y apoyados desde el aparato político, desde el aparato estatal. El mismo que, burocráticamente, controla el reconocimiento ciudadano a personas y organizaciones nuevas y frescas, que presentan y proponen perspectivas, programas, nuevas líneas de acción social, nuevas formas de organización civil.

ƑUn ejemplo? El más nítido lo proporciona la falta de auténtico reconocimiento a las organizaciones indígenas, frustrado por el miedo burocrático al reconocimiento de los Acuerdos de San Andrés. Pero la creación de una nueva situación política en México va a exigir algo más que buena voluntad y sinceridad respecto a uno mismo y respecto de los demás, como lo solicitó De Gaulle a los franceses de la posguerra. Va a requerir un imprescindible ajuste político con los responsables de este deterioro y de su usufructo, así como el rediseño de programas y perspectivas sobre nuestra nación y nuestro desarrollo. Y -šcómo negarlo!- una nueva base espiritual, que no religiosa, para nuestro quehacer político, que nos permita vivir bajo un profundo sentido ético. Estas son, sin duda, algunas de las nuevas tareas que se nos imponen en el presente y para el futuro.

Sin una nueva base espiritual, sin renovado entusiasmo y congruencia, y sin una profunda esperanza de que, efectivamente, lograremos trascender nuestro deterioro actual, no habrá posibilidades de trascender este cochinero. Sólo una sociedad que recupere su capacidad de auto-organización recuperará lo fundamental: el sentido de solidaridad social y el sentido auténtico de su vida política que hoy, lamentablemente, se han perdido.

Urgen espacios y organizaciones sociales que no sean creados ni generados ni mantenidos por el sistema político sin más finalidad que su propia legitimación. La autonomía de espacios y organizaciones sociales debe ser algo más que una declaración. Para ello será imprescindible reforzar todo ánimo social, todo ánimo ciudadano por reflexionar y reinterpretar nuestra nación y nuestro mundo de hoy, más allá de lo que la mayoría de las visiones mediáticas dominantes nos propone día a día.

Sí, es urgente una nueva racionalización y nueva auto-organización de nuestra sociedad de hoy y el aliento a la sociedad para que emprenda un renovado proceso de entendimiento sobre sí misma, sobre sus posibilidades y aspiraciones reales. Ni el dinero ni el poder podrán lograrlo. Sólo la sociedad, sólo los ciudadanos, en un renovado esfuerzo y sobre una nueva base espiritual, lo podrán hacer. Sin duda.

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