Poema
Anne
Carson
Mi esposo no era mimético.
Seguro mencionarás los juegos de
guerra de los
que me quejaba siempre al ocurrir
cada noche
con los tableros extendidos y las alfombras
y
las pequeñas lámparas
y cigarrillos como
supongo la tienda de campaña
de Napoleón,
¿quién podía dormir?
De todas formas mi
esposo era un hombre que sabía
más de la
Batalla de Borodino
que del cuerpo de su esposa, ¡mucho
más!
Las tensiones ahogaban los muros
y el techo,
en ocasiones jugaban desde el viernes
por
la noche hasta el lunes al amanecer,
él y sus
paliduchos resentidos amigos.
Sudaban muchísimo. Se alimentaban
de su
propia hambre.
Los celos
jugaron una parte importante en mi relación
con la
Batalla de Borodino.
Detesto esto.
¿En verdad?
Por qué jugar toda la noche.
El tiempo es real.
Es un juego.
Es un juego real.
¿Estás citando?
Ven.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.
Esa noche hicimos el amor "como se debe",
algo que aún no intentábamos
a pesar de
llevar seis meses casados.
Del libro La
belleza del esposo (ensayo de ficción en 29 tangos).
Versión de Jeannette
L. Clariond
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