La Jornada Semanal,   domingo 18 de abril  de 2004        núm. 476
Poema

Anne Carson

Mi esposo no era mimético.
Seguro mencionarás los juegos de guerra de los
  que me quejaba siempre al ocurrir cada noche
con los tableros extendidos y las alfombras y
  las pequeñas lámparas y cigarrillos como 
  supongo la tienda de campaña de Napoleón,
¿quién podía dormir? De todas formas mi 
  esposo era un hombre que sabía más de la
  Batalla de Borodino
que del cuerpo de su esposa, ¡mucho más! 
  Las tensiones ahogaban los muros y el techo,
en ocasiones jugaban desde el viernes por 
  la noche hasta el lunes al amanecer, él y sus 
  paliduchos resentidos amigos.
Sudaban muchísimo. Se alimentaban de su 
  propia hambre.
Los celos
jugaron una parte importante en mi relación con la 
  Batalla de Borodino.
Detesto esto.
¿En verdad?
Por qué jugar toda la noche.
El tiempo es real.
Es un juego.
Es un juego real.
¿Estás citando?
Ven.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.
Esa noche hicimos el amor "como se debe", 
  algo que aún no intentábamos a pesar de
  llevar seis meses casados.

Del libro La belleza del esposo (ensayo de ficción en 29 tangos).

Versión de Jeannette L. Clariond