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México D.F. Sábado 17 de abril de 2004

TIEMPO DE BLUES

Raúl de la Rosa

Los cruces del destino

Primera llamada

EN LA COLUMNA del 21 de julio de 2001 escribimos sobre uno de los personajes más relevantes y -a la vez- más desconocidos del mundo artístico y cultural de nuestro país: Miguel Covarrubias. Este sorprendente dibujante-pintor-escritor-antropólogo-caricaturista-arqueólogo-cronista-escenógrafo-funcionario-museógrafo que fue El chamaco Covarrubias (apodo que le pusieron Rivera, Orozco y Montenegro) nació en la ciudad de México en 1904, por lo que este año se celebra el centenario de su nacimiento, y como homenaje a este extraordinario artista se montó una exposición sobre su obra, que actualmente se exhibe en el Museo del Templo Mayor.

MIGUEL COVARRUBIAS HA sido el artista mexicano que mejor captó y dibujó a la comunidad afroamericana del barrio de Harlem en Nueva York. Los personajes principales son músicos, intérpretes y cantantes de blues; con estos dibujos se editó el libro Negro Drawings (A. Knopf. N. Y. 1927), mismo que no he conseguido en años.

PARA ESTE AÑO, la Universidad de Veracruz reditará el libro Island of Bali, que Miguel Covarrubias publicó en 1937. Este libro es uno de los primeros y más completos, antropológica y etnográficamente, que sobre esa isla se han escrito. Otra faceta de Miguel Covarrubias como jefe del Departamento de Danza del INBA (1950-1953): fue el promotor más activo de la danza en México, además de escenógrafo y diseñador de vestuario.

ENTRE OTRAS ESCENOGRAFIAS realizó la de Los cuatro soles, con coreografía de José Limón, y Movimientos perpetuos, con coreografía de Rocío Sagaón, joven bailarina, colaboradora y compañera de los últimos años de Covarrubias, quien murió el 4 de febrero de 1957. En el rencuentro con Rocío, tres décadas después -hace apenas una semana-, volvimos a recordar esos maravillosos y divertidos años.

 

Segunda llamada

EN LOS AÑOS 60 hubo gran efervescencia en la vida artística y cultural de México, y en ese entorno febril conocí a una pareja singular: Rocío Sagaón y su compañero de vida, Georges Vinaver.

UN BUEN DIA anunciaron su partida a Xalapa, Veracruz. Qué van a hacer en Xalapa, preguntábamos. Rocío dejaba, en parte, su carrera de bailarina y coreógrafa, y George, su oficio de fotógrafo. Mas de tres décadas después, la casualidad: en la plaza del Danzón, ahí en la Ciudadela, me encuentro, en los primeros días de este 2004, a tres mujeres cuyo común denominador es la danza: Rocío Sagaón, Pilar Medina y Djahel Vinaver, tres generaciones, tres estilos, tres figuras de la danza.

EL LINAJE TUVO continuidad: Djahel Vinaver hija de Rocío y Georges, la niña que junto a sus padres y hermanos, Naolín y Martín, llegaron a un paraje aislado, sin corriente eléctrica, a vivir en una sucursal del paraíso (supongo que de haber existido, así sería), se convirtió en una de las más destacadas bailarinas de la danza clásica de la India. Martín es escultor y Naolín, partera. En esos años, Rocío y Georges se dedicaron a sembrar árboles de aguacate y de macadamia.

EN ESE PARAJE, conocido como Rancho Viejo, los Vinaver (al igual que en el libro El hombre que sembraba árboles) se llenaron de vida, de plantas e hijos, y más tarde de esperanza en los hijos de los hijos. Tardé tres décadas en entender las premonitorias razones por las que se habían marchado Rocío y Georges de esta ciudad.

 

Tercera llamada

VISITAR EL MUSEO de Antropología de Xalapa debería ser obligatorio para todo visitante de esa ciudad. Las piezas que alberga, pertenecientes a las culturas olmeca, huasteca y totonaca son en verdad extraordinarias; el museo está rodeado de extensos jardines y se puede pasar un día completo disfrutando de esa riqueza arqueológica.

PERO (SIEMPRE HAY un pero), la entrada al museo está vedada a la gente de escasos recursos (o sea a la mayoría de la población), pues la entrada cuesta 40 pesos los adultos y 20 pesos los niños, y la cuestión es que no hay un solo día en que se pueda acceder gratuitamente. Supongo que la mayoría de los descendientes de los creadores de esas piezas en exhibición no podrán conocer nunca la herencia de sus antepasados, pues para una familia de cuatro miembros el costo representa erogar 120 pesos.

¿A QUIÉN SE le habrá ocurrido la brillante idea de secuestrar un patrimonio común?

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