.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones

P O L I T I C A
..

México D.F. Miércoles 14 de abril de 2004

Arnoldo Kraus

Medicalizar la vida

En Estados Unidos, las compañías que elaboran medicamentos incrementaron entre 1999 y 2003 la producción y venta de varios fármacos. Decir que lo hicieron en forma alarmante sería inadecuado, pues Ƒquién puede siquiera considerar que las medicinas son un "negocio redondo"? Veamos lo que sucedió con tres tipos de drogas.

En 1999 se formularon 75 millones de recetas que contenían algún antidepresivo. Cuatro años después se duplicaron y, sin duda, las ventas generaron mucho más dinero, pues al igual que la mayoría de las medicinas de formulación reciente los nuevos antidepresivos son más costosos. En 1999 se extendieron 110 millones de recetas de medicamentos destinados a paliar el dolor; en 2004, éstas alcanzaron la cifra récord de 150 millones. Finalmente, y como símbolo de la era de los grasosos estadunidenses -basta visitar cualquier shopping mall para entender el término-, las recetas que contenían pastillas destinadas a reducir el nivel de colesterol incrementaron su número de 75 millones a 125 millones.

Además del enorme negocio -la mayoría de las compañías farmacéuticas cotizan en las principales bolsas de valores- y del indudable encanto de la ciencia, el incremento en las prescripciones, debe contextualizarse, dentro de la presión que ejerce la modernidad sobre la mayoría de los seres humanos y que los orilla a medicalizar su vida.

Aunque la medicalización es más popular en las clases ricas, sorprende que también los pobres destinen parte de su salario a adquirir fármacos no indispensables.

Ya que la palabra medicalización no existe ni en el Diccionario de la lengua española ni en el de María Moliner -Diccionario de uso del español- propongo, con modestia, los siguientes criterios.

Medicalización implica someter la salud personal y/o familiar a la voluntad de personas o grupos ajenos que pretenden normar criterios de salud universales y que suelen regirse por las presiones o corrientes prevalecientes, dentro de las que deben incluirse las que persiguen fines comerciales. Implica, asimismo, permitir que terceras personas decidan acerca de tópicos cruciales en la vida de los individuos. Dentro del primer apartado destaca la venta y la fascinación por los medicamentos; dentro del segundo, los tiempos y sitios donde se debe morir.

ƑTienen algo en común dos fármacos -antidepresivos y analgésicos- mencionados en el primer párrafo? Desde el punto de vista químico o terapéutico, la respuesta es no. Desde una perspectiva un tanto iconoclasta, un mucho antimedicalista y otro tanto "antimodernista" la respuesta es sí. Es cierto que la definición de salud ha variado con el tiempo al igual que conceptos tan obvios como dolor, depresión o hipercolesterolemia. Sin embargo, lo que incomoda es que las modificaciones provengan más de la sociedad -de la sociedad medicalizada- que del individuo.

La depresión, por ejemplo, es un tema "muy candente" en la medicina moderna, sobre todo en la diseñada para los ricos.

Para quienes pugnan por medicalizar la vida, la depresión es buen negocio. Baste decir que el número de niños y niñas que toman antidepresivos crece continuamente, que muchos depresivos son considerados casos crónicos -algunos "para siempre"- y que en no pocas ocasiones los depresivos son blanco perfecto para recibir esos fármacos por años.

El uso inadecuado de antidepresivos se ilustra, por ejemplo, cuando se prescriben para mitigar el duelo por la pérdida de un ser querido, es decir, para anticiparse a la depresión normal del duelo. Otro ejemplo: hay galenos que deciden que "su" enfermo debe estar en su "mejor forma" para el tiempo venidero.

Con los analgésicos la situación es distinta, pero no del todo. Siempre me ha divertido el término en inglés, que más que shakespiriano me parece parte del inglés estadunidense moderno y, por supuesto, brazo de la medicalización: pain killer. Huelga decir que su traducción al español es imposible, Ƒasesino del dolor?; no así su traducción a las arcas de quienes generan killer pains y que por doquier los anuncian.

Es obvio que el dolor es una cuestión personal al igual que su tolerancia y creo que nuestros antepasados lo percibían igual que nosotros. Sin embargo, tanto la medicina como el comercio se han encargado de crear una "industria del dolor" que poco a poco ha modificado esta vivencia. De hecho, es frecuente escuchar que la industria farmacéutica los sugiere para "prevenir dolores".

Me falta espacio para discutir otras obsesiones como la contaminación de las aguas por seres continuamente medicados, penes siempre erectos gracias a las nuevas medicinas, florecimiento de las peluquerías porque desaparecerán los calvos, y disminución en el número de poetas o pintores porque los aires se inundarán de antidepresivos. En cambio, a quienes han medicalizado la vida, y a las compañías farmacéuticas les falta tiempo para seguir despersonalizándonos.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email