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México D.F. Miércoles 14 de abril de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Intifada iraquí: punto decisivo de inflexión

La solución crudamente militar, puesta en duda

DESPUES DE UN AÑO de ocupación, los conquistadores anglosajones del oro negro se percataron de que la solución no es militar. En la segunda fase de la ocupación, una intifada chiíta se ha sumado a la asombrosa guerrilla urbana -una clásica guerra asimétrica en el triángulo sunita en la región central del centro de Irak- y han puesto en tela de juicio la solución crudamente militar, lo cual ha obligado a Bush a buscar la mezcla de una solución político-militar, que tampoco merece los mejores augurios; no solamente mandarán al matadero, en vísperas del ardiente verano mesopotámico, a 10 mil soldados más (para sumarse a los 135 mil que ya están allí, y a los 10 mil mercenarios de Blackwater), sino también han echado marcha atrás al solicitar en forma asombrosa la participación de rescate como apagafuegos de los anteriores generales de Hussein. Queda claro que para la región sunita se proyecta el retorno de los baazistas pero sin Saddam, lo que desecha la teoría peregrina del chiíta posmoderno Ahmed Chalabi, el favorito de los neoconservadores straussianos para gobernar Irak por medio de la suculenta privatización petrolera, quien pregona la alucinante "desbaazificación" a ultranza.

UN AÑO DESPUES, como consecuencia de la debacle de su estrategia militar, incapaz de imponer la pax americana, y su modelo pernicioso de la globalización financiero-militar para capturar el petróleo, la dupla Bush-Blair busca la brújula en su próxima cumbre crucial de redefiniciones. Más que Gran Bretaña, el vetusto imperio en plena decadencia es Estados Unidos, quien se juega su destino y su alma en Irak. Más allá del efímero Blair, quien forma parte ya de los detritos de la historia, los lúcidos británicos, como los españoles del hito histórico del 14 de marzo, en un impactante sondeo de la BBC (9 de abril) consideran a "Estados Unidos y a la globalización como amenazas mayores que la guerra y el terrorismo".

RAHUL MAHAJAN SEÑALA en forma irónica (commondreams.org, 12 de abril) que el ejército invasor pretende "destruir Fallujah con el fin de salvarla". Bajo la coartada de buscar a los autores de las execrables mutilaciones de los cuatro "civiles" (pero muy entrecomillados, porque resultaron unos vulgares agentes de la CIA), las atrocidades perpetradas por el ejército invasor en la ciudad martirizada de 300 mil habitantes son innombrables y no resultan motivo de ningún orgullo exhibicionista, como no lo fue el imperdonable latrocinio del Museo de Bagdad. La carnicería de Fallujah llegó a dislocar hasta al gobierno títere iraquí y según Pravda (12 de abril) "uno de sus miembros acusó al ejército estadunidense de genocidio después de que quedó claro que el Consejo Gubernamental Iraquí no fue consultado por las autoridades militares sobre su ofensiva (...) La gota que derramó el vaso fue el bombardeo de la mezquita". Después del despido de Nuri Badran, su ministro del Interior, y la amenaza de renuncia de otros miembros, lo que queda del gobierno títere de Irak exhibió el fracaso político, que se suma a la inefectividad militar del ejército invasor y a la disfuncionalidad de su procónsul, el kissingeriano Paul Bremer III, lo cual ha resquebrajado a la coalición entera a grado tal que en forma inusitada "los comandantes británicos han condenado las tácticas militares de Estados Unidos" (The Age, 12 de abril), al poner en evidencia su "virulento racismo (apodan a los iraquíes Ali Babás y hajis, por las peregrinaciones del haj a La Meca), el uso de violencia desproporcionada y el desprecio por las vidas civiles". Lo peor: un alto militar comentó amargamente que sus colegas estadunidenses ven a los iraquíes (y conste que allí nació la verdadera civilización occidental) como untermenschen ("subhumanos", como solía Hitler expresarse cruelmente de sus perseguidos). A nuestro humilde entender, los estadunidenses en Irak serán recordados como los "nuevos mongoles" de los siglos XX y XXI, quienes como sus émulos de antaño, destruyeron todo a su paso pero nunca aportaron civilización, por carecer de ella.

ANTHONY CORDESMAN, QUIEN no es ningún demonio de nuestra devoción, debido a su pertenencia al ultraconservador Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, ha comentado esta vez en forma apropiada que el problema es que "se trata de una guerra política (...) por lo que el resultado de Fallujah es más importante que capturar a más insurgentes o pacificar (sic) la ciudad (...) Podemos proseguir con una solución militar, pero debemos entender que creará tantos insurgentes como los que captura". Por lo menos Cordesman habla de "insurgentes" y no de "bandidos, criminales, hampones y terroristas" como se refiere a ellos Baby Bush.

LOS RACISTAS HUNTINGTONIANOS y los neoconservadores straussianos desean vincular como fuere a la teocracia de los ayatolas chiítas de Irán con la intifada iraquí, y desde la comodidad de su escritorio, el superhalcón William Kristol, en el número más reciente de la revista Weekly Standard (portavoz del gremio straussiano), exige "aplanar" y "desarraigar" (šDios santo!, Ƒtodavía más?) a Fallujah, que "se ha vuelto un género de santuario terrorista". En contrapunto, Juan Cole, experto de la Universidad de Michigan en asuntos de Irak, comenta con propiedad que "si la mayoría del pueblo estadunidense se encuentra alarmado de que Irak se transforme en otro Vietnam, deberían pensar seriamente ahora sobre el desastre al que quieren llevarlos los neoconservadores al involucrar a Irán". Cole afirma que la intifada chiíta es genuinamente doméstica y que fue "provocada deliberadamente por Estados Unidos, y quizá por los mismos neoconservadores, quienes con su típica arrogancia subestimaron ampliamente en todo el país el apoyo a Moqtada Sadr, a quien odian, por lo que subestimaron el grado de resistencia violenta de iraquíes que sin ser sus partidarios rechazan su detención. Los neoconservadores (...) desean expandir la guerra a Irán para derrocar al gobierno de Teherán y aparentemente les valen un comino las vidas de los estadunidenses que serían perdidas en el intento de ocupar Irán, un país tres veces mayor que Irak".

DURANTE UNA MULTIENTREVISTA en el superbélico Fox News (10 de abril), Lawrence Eagleburger, anterior secretario de Estado de Daddy Bush, muy molesto y en plan de ogro, no solamente regañó por su "blandura" (sic) al simpático conductor Geraldo sino que dio la pauta del plan bushiano en esta fase: aplastar a los sunitas de Fallujah y llegar a un acomodamiento con los chiítas en el sur (como si fuera tan sencillo). Cabe señalar que en la citada multientrevista no le volvieron a dar la palabra al ex embajador de Estados Unidos en Irak (cuyo nombre se me escapó) quien en forma muy lúcida predijo el fracaso de la invasión. Si someten la libertad de expresión de sus ex embajadores, Ƒqué no harán con las opiniones de todo el espectro de las voces iraquíes? Con sus honrosas excepciones, evidentes para cualquier televidente crítico que vea otras opciones, como la europea -ya no se diga Al Jazeera y Al-Arabiya, que los conquistadores de oro negro desean exorcizar de Irak-, hace mucho que los multimedia de Estados Unidos se han vuelto los turiferarios de la ocupación. Lo peor: por carecer de pensamiento propio, en México ciertos medios adscritos a la globalización financiero-militar todavía se atreven a ponerlos como referencia, sin el menor equilibrio mental. En este tenor, la televisora bushiana Fox News se la pasó desinformando el fin de semana sobre el inventado enfrentamiento entre el juvenil Moqtada Sadr y el gran ayatola Sistani: su sueño dorado para facilitar la captura de los pletóricos yacimientos de Basora. El rotativo iraní Baztab (13 de abril) reporta que Sistani, en una misiva redactada en términos severos, advirtió al ejército invasor de abstenerse de atacar las ciudades sagradas de Najaf y Kerbala, en cuyo caso el liderazgo religioso chiíta en su totalidad combatiría hasta el último aliento. Así que una cosa es lo que dice Fox News y otra el rotativo iraní Baztab.

SUCEDE QUE LOS conquistadores de oro negro desconocen la habilidad de maniobra de la comunidad chiíta que, sea en Líbano, sea en Irak, juega espléndidamente a las "mil bandas", lo cual se resume en su máxima: alf albe ua la galbe ("mil piruetas con tal de no perder"), que ha mareado a sus adversarios, no se diga a los burdos estadunidenses, carentes de las sutilezas medio-orientales. Sistani sabe que lleva ganada la partida de ajedrez, por lo que desde la caída del régimen de Hussein se ha recluido en una prudente cautela frente a los ejércitos invasores anglosajones, pese a su abominación hacia su presencia, por lo que ha insistido en celebrar elecciones que legitimarían popularmente su predominio en la comunidad chiíta de 15 millones de feligreses y que han sido pospuestas por el procónsul, el kissingeriano Paul Bremer III, lo cual, por desgracia, ha sido avalado por Kofi Annan, el secretario general de la ONU, un ghanés colonizado mentalmente por los británicos.

EN SU JUEGO de varias bandas y dimensiones, el presidente iraní, Mohammad Jatami, recibió a Ibrahim Jaafari, líder de Dawa, que forma parte del gobierno títere iraquí (reconocido por el gobierno iraní) y negocia con Moqtada, al unísono de otras personalidades religiosas del chiísmo iraquí. En forma increíble, para marear a neófitos y cándidos, el presidente Jatami condenó "la violencia desatada contra Estados Unidos" (š!), lo que visto en forma superficial sería una desaprobación de Moqtada quien, por otro lado, según los multimedia de Estados Unidos aseveran, buscaría refugio en Irán como parte de las tratativas para desamortiguar la intifada chiíta. En el mismo tono del diapasón de un sector del gobierno iraní, Mehdi Jarrubi, líder del Parlamento, negó cualquier vínculo con Moqtada. Para marear a quien todavía no haya sucumbido al vértigo de la geopolítica practicada por la teocracia de los ayatolas de Irán, el anterior presidente iraní Ali Akbar Hashemi Rafsanjani (la tercera fuerza en el país tras bambalinas y con quien negocian en secreto los estadunidenses en Ginebra) alabó a Moqtada como "un héroe", luego de solicitar el retiro de Estados Unidos de Irak, lo cual ha sido explotado por los neoconservadores straussianos y el partido Likud como prueba fehaciente del apoyo de Irán a la insurgencia. Sucede que el grupo del presidente Jatami está consciente del anzuelo para atraparlo en las redes de los neoconservadores straussianos, los racistas huntingtonianos y el partido Likud, quienes desean destruir el proyecto nuclear iraní, por lo que se ha deslindado retóricamente de Moqtada quien, por cierto, declaró al Manar (13 de abril), la televisión del Hezbolá libanés, que estaba "dispuesto a morir con tal de expulsar a Estados Unidos de Irak".

MOQTADA, UN GENUINO milenarista, parece haber escogido el trayecto del martirologio, donde no existe retorno. Muy difícilmente se rendiría el juvenil prelado. En su clásica retórica de cowboy texano convertido, el teniente general Ricardo Sánchez se obstina en capturar o matar al insurgente prelado chiíta. Si lo matan, lo transformarán en un mártir (lo cual conlleva una connotación místico-teológica en los chiítas), lo que atizará aún más la hoguera de la violencia. Juan Cole refiere en su página web (13 de abril) que "los sadristas representan un amplio movimiento social cuya historia lleva más de una década, y la muerte de Moqtada no acabará con el movimiento, que tiene a muchos sucesores. La principal característica de los sadristas es su cara dura; lo fueron con Saddam y lo serán con el general Abi Zaid. Son desesperados y miserables moradores de guetos (...) Si los militares de Estados Unidos piensan que se trata de un problema militar con una solución militar, están desorientados".

POR LO QUE se desprende hasta ahora de las negociaciones con la intermediación del títere gobierno iraquí en sus dos facetas, tanto con los sunitas en la ciudad mártir de Fallujah como con los chiítas en el sur, a Estados Unidos no le fue muy bien que se diga pero, por lo menos, ha conseguido contener transitoriamente la intifada iraquí, lo que permite replantear toda su estrategia, que ha entrado en un momento decisivo, sin retorno, en el que o bien sale por peteneras para hundirse todavía más en las arenas movedizas del Medio Oriente o busca una salida airosa con la salvación inevitable de la ONU.

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