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México D.F. Sábado 10 de abril de 2004

Más de 200 piezas presagian la confusión entre lo real y lo inverosímil

La brujería de Europa visita el Museo de la Ciudad de México

El recorrido por ese fenómeno cultural abarca del siglo XVI a comienzos del XX

Recrean en el recinto aquelarres, hechiceras, demonios y ángeles caídos del cielo

ARTURO JIMENEZ

El cuerpo momificado de una temible mujer loba en la primera sala del Museo de la Ciudad de México presagia lo que vendrá: la confusión de la frontera entre lo real y lo irreal mediante más de 200 piezas en exhibición.

Más adelante, en la semioscuridad y con música medieval de fondo, los cuerpos momificados o en frascos con formol de monstruos mitológicos: dragones, basiliscos, tritones y su equivalente femenino, las sirenas.

O los restos de una pequeña hada que cabe en la palma de la mano y de cuya anterior belleza se da cuenta en varias fotografías ahí exhibidas.

También la harpía -hija del monstruoso Tifón, enemigo del dios Zeus-, con cabeza de mujer, cuerpo de buitre, orejas de oso y manos con garras.

Es un viaje al universo de la brujería en la Europa mediterránea y central del siglo XVI hasta principios del XX en el cual, aunque no se desee, la razón pierde terreno ante el poder de los sueños, la fantasía, el sexo, el miedo y la magia.

Pero también, mediante las recreaciones, las pinturas de brujas y demonios o los relatos, como los de ángeles caídos del cielo, de mujeres víctimas de hombres malvados como diablos, de aquelarres o sesiones de brujería orgiástico-demoniacas.

Por los salones de la exposición Brujería, insólitos objetos y fantásticas criaturas, con más de 200 piezas, se encuentran otras conservaciones y momificaciones, como la del agresivo melenudillo.

Ese diminuto defensor del bosque atacaba a los intrusos y con un arma les golpeaba los genitales, aparte del terror que les causaba su presencia.

Son varios los animales y aves con formas fálicas y sexuales, como Adolfo el Gallo, obsesionado con las mujeres; Armando, de aspecto bonachón pero listo para abusar de ellas, o la voraz Doña Virginia, en forma de vagina.

Mientras que con la divinidad pagana Pan, con patas de cabra, cuernecillos y sobresalientes atributos sexuales, se trataba de causar la aversión de las mujeres hacia el sexo, las historias de la ''vagina dentada" y venenosa buscaban el mismo efecto en el hombre.

Persecución y tortura

Los animales ocupan varias vitrinas, y entre ellos se cuenta la anfisbena, tipo de anfibio serpentiforme de dos cabezas.

El icneumón se dejaba engullir por las serpientes para matarlas con sus aguijones, y luego de salir de ellas se comía sus cabezas.

El serpione, mitad serpiente y mitad escorpión, gustaba de vivir en la oscuridad, en los panteones, junto a los muertos.

Su aparición en la superficie presagiaba tragedias y había que orinar en su escondite durante su ausencia para ahuyentar esos males.

La enorme tarántula felina era muy temida por contar con cabeza, contagiar la peste y sorber los órganos de sus víctimas dejando sólo un triste saco vacío.

La persecución y tortura de las brujas o presuntas brujas por parte del Tribunal de la Santa Inquisición de la Iglesia católica ocupa un amplio espacio.

La recreación en la esquina de una sala de las hogueras en las que las quemaban no impresiona tanto como los grabados y otras imágenes en las que se ilustran las torturas a las que eran sometidas.

Horribles en su apariencia y nombre, se pueden observar objetos como el ''instrumento para desollar", la ''pinza para arrancar pezones", el ''revienta vientres", la ''mesa para destripar" y el ''aplasta cabezas".

Con el ''estilete con agua bendita" no se buscaba sanar, pues la creencia era que el líquido causaba aún mayor dolor a las víctimas.

Los fragmentos de relatos de una sesión de tortura, escritos por los propios religiosos, son en sí bárbaros:

''Primero el verdugo ató las manos a la bruja, le cortó el pelo y la puso en la escala. Le derramó alcohol sobre la cabeza y le prendió fuego para que se quemara el pelo de raíz."

Placer sexual y conocimiento

En otra esquina, una recreación del lugar de trabajo de las brujas y varios de sus ins-

trumentos de uso cotidiano dan más luces sobre el tema: la chimenea, la olla, el fuelle, la letrina, la escoba, el gato y el ave rapaz.

Un consolador de manivela hecho de madera era imprescindible, pues las brujas consideraban el placer del sexo como un don de la naturaleza.

''Ellas eran las depositarias de los ritos paganos de fertilidad que durante milenios habían formado parte de la cultura del hombre y, por tanto, les resultaba imposible ceñirse a las estrictas reglas impuestas por la Iglesia."

Pero la brujería es sobre todo conocimiento: de las plantas, frutos y animalillos, así como de la naturaleza humana misma.

Las yerbas, sustancias y pócimas aparecen en frascos y pomos diversos: el diente de león es diurético y un tónico para el hígado; la betónica cura 47 enfermedades como el dolor de cabeza y protege contra las apariciones durante las pesadillas.

El hueso de sepia combate las úlceras del estómago y dolores menstruales; la angélica ataca la bronquitis crónica y el reumatismo; la valeriana es un sedante y las sanguijuelas curan los hematomas.

Las ''sustancias del amor" eran muy socorridas: el extracto de marisco, el licor de absenta, la piel desecada de lombriz, la piel seca de serpiente o la pomada ''fuego y hielo".

Aunque también el incienso, la cantárida, el opio, la hoja de coca, la raíz de ásaro, el polvo de cuerno de rinoceronte y la mandrágora, el afrodisiaco por excelencia.

Mujeres modernas

Entre las ''sustancias del mal y de la muerte" se exhiben las bayas de fitolaca, las semillas de ricino, el hongo boletus Satanás, la amanita phalloides, el veneno de acónito y el de serpiente.

Entre las ''sustancias de los sueños y las alucinaciones" destaca el veneno de salamandra u hongos como el inocible, el psilocybe y la amanita muscaria, los pétalos de adormidera, el láudano y la lechuga venenosa.

El estramonio, la cicuta, el dulcamara y la belladona eran fundamentales en las pócimas que utilizaban las brujas para volar al aquelarre.

Y es que, como apunta el catálogo de Brujería, insólitos objetos y fantásticas criaturas, las brujas no son aquellos seres horribles que nos han hecho creer.

''Ellas fueron mujeres normales y modernas para su época, que poseían un gran conocimiento de la naturaleza y del comportamiento humano y que tenían una conducta sexual desinhibida. Y todo ello las llevó a ocupar un lugar distinto y apartado en la sociedad que las rodeaba."

La exposición Brujería, insólitos objetos y fantásticas criaturas, que se abrió el pasado martes en el Museo de la Ciudad de México (avenida José María Pino Suárez número 30, Centro Histórico) concluirá el 10 de octubre.

Asimismo, se ha presentado en diversas ciudades de España, Italia, Portugal y Holanda.

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