La Jornada Semanal,   domingo 4 de abril  del 2004        núm. 474
con-textos
CARTA ABIERTA

Ignacio Solares

Estimado Hugo:

Me entusiasmó la agudeza y actualidad del artículo de Carlos Fazio que publicaste en el número pasado de tu Jornada Semanal: "Auschwitz y los nuevos nazis". La foto de la portada habla por sí sola y nos previene contra esos "monstruos burocráticos" del populismo, de que habla Fazio. He trabajado en el tema y me gustaría compartir contigo y con tus lectores algunas consideraciones al respecto. Si hasta hace poco suponía yo que la gran virtud de Fox era que nos estaba demostrando que el país marchaba mejor sin presidente, hoy creo que –como sucede en la naturaleza misma– el poder abomina de los espacios vacíos y debe siempre llenarlos de alguna manera: terreno fértil para el nacimiento del monstruito. Cuidado. Todos somos nacionalistas y populistas en potencia mientras no llega un Hitler a crearnos un irreparable sentimiento de culpa histórica. Basta recordar la euforia que creó en su pueblo el surgimiento del nazismo. Juramentos de fidelidad incondicional bajo bóvedas iluminadas por antorchas, ojos que recuperaban por fin su brillo y su entusiasmo, hogueras de regocijo en las montañas, multitudes con vestidos de fiesta congregadas en plazas públicas para escuchar los discursos del Führer que difundía la radio, al igual que en las cervecerías y en las aulas de las universidades. El escritor Sebastián Haffner, testigo presencial, escribió que resulta imposible reproducir el desbordado sentimiento popular de aquellos años. Ese sentimiento constituyó la verdadera plataforma para el advenimiento del nazismo. "Fue, no puedo decirlo de otra manera, un sentimiento de verdadera redención ante la vergüenza y la corrupción que habían imperado hasta entonces en Alemania. La esperanza, la fe, la vida misma, renacían aun en los corazones más resentidos. Incluso en los observadores fríos y distantes, como era mi caso, se despertó la sensación de que había algo milagroso a nuestro alrededor." Por supuesto, el monstruito jugaba con cartas marcadas y el 17 de mayo de 1933 pronunció un famoso "Discurso de la paz", en el cual declaraba "amor y fidelidad sin límites a los derechos nacionales y de cualquier otro pueblo". Tuvo repercusión y en un editorial del Times de Londres se leía: "Hitler ha hablado a favor de una Europa unida". Pero mi comentario quiere resaltar un detalle preciso que, me parece, no debemos perder de vista. En sus Notas sobre Heidegger (Grijalbo, Bacelona, 1990), cuenta Karl Jaspers: "Me quedé paralizado ante un Heidegger que estaba poseído por el mismo delirio de toda la gente que me rodeaba. Me atreví a preguntarle: ‘¿Cómo puede gobernar Alemania un hombre con tan pobre formación cultural como Hitler?’. Y me respondió casi con un grito: ‘Su formación cultural me es indiferente por completo… ¡Mire usted solamente sus preciosas manos!‘"

¡Cuidado con esas manos, que tan bien elegiste para ilustrar el artículo de Fazio!

Saludos.

IGNACIO SOLARES