La Jornada Semanal,   domingo 4 de abril  de 2004        núm. 474
Dibujar

Para dibujar hace falta saber mirar, saber ver la relación de las partes con el todo, saber valorar los contrastes, los espacios vacíos en contraposición con los llenos, saber dar intensidad al trazo. Son muchos los factores que tienen un papel, cartulina, cartón, madera, lápiz, carbón, tiza, tinta, pastel, ceras... cada uno de estos materiales tendrá un tratamiento específico aunque, en algunas ocasiones, puede resultar interesante forzar la propia manera de trabajar del material para conseguir una mayor expresividad.

El espacio blanco nos invita –nos incita– a actuar sobre él, a empezar a andar por su ancha superficie. Es como si el papel atrajese al lápiz y éste arrastrara la mano en un recorrido sorprendente, a veces inesperado, donde el ritmo del trazo y la respiración del dibujante se conjugan.

Quizá lo más particular del dibujo sea la falta de resistencia del material. Todo responde al primer impulso. Entre la idea y el resultado no hay nada que se interponga. Esto en el sentido más estricto del término dibujar. Pero puede haber otras maneras de dibujar en las que no exista tal falta de resistencia. Que, al contrario, la resistencia se haga presente y que sea este contraste lo que dé fuerzas al dibujo.

También distribuyendo piedras en el suelo se puede dibujar. También los jardines zen son dibujos en el espacio.

A veces la espontaneidad del dibujo puede ser total. Las huella de los pájaros en la arena húmeda de una playa desierta es una forma de dibujo, dibujo no intencionado, que únicamente el ojo del que lo mira puede interpretarlo como tal dibujo. Hay dibujos efímeros como el de las primeras gotas de lluvia sobre el suelo, o la sombra de una hoja sobre una superficie blanca, o la huella de los esquís en la nieve.

Pero siempre lo que caracteriza al dibujo es el trazo, su intencionalidad. A veces será un trazo único, preciso, otras veces se multiplicará buscando la forma. Pero siempre perseguirá dar cuerpo a un fragmento de superficie o expresar un movimiento, significar algo.

La mancha de color tiene un perfil que es también dibujo. El color dibuja forma, señala espacios, define superficies. La mancha partida: las tijeras también definen forma, también dibujan.

El dibujo enseña a ver. La atención que ponemos en lo que estamos mirando cuando dibujamos es clarificadora, penetrante. Vemos más de los que habíamos visto hasta entonces.

Pero ese ver nos servirá para destacar lo esencial. Ver, analizar y simplificar: pasos fundamentales en el camino del dibujo.

También la atmósfera puede formar parte del mundo del dibujo. En un espacio indefinido los signos marcarán los puntos de tensión. La relación entre estos puntos determinará la estructura interna del dibujo.

El dibujo de línea pura (Juan Gris) en contraposición al dibujo atmosférico (Seurat), entre ambos el dibujo de trazo múltiple (Giacometti). Distinta maneras de perseguir el mismo objetivo: definir la forma, hacer visible.

Son muchos los caminos que puede seguir el dibujo; la libertad de expresión será una de sus características. Llegar a expresar lo que deseas simplemente, con contundencia, puede ser uno de los objetivos del dibujo.

Hay un punto de partida y un punto de llegada. Entre ambos, todo el proceso creativo. El peso de la mirada y la agilidad de la mano.

A veces es la luz la que dibuja. El contraste de la parte iluminada y la parte en sombra define el volumen, la forma, la masa, aquello que nos servirá para dar cuerpo al objeto de nuestra visión.

El tema, el sujeto del dibujo es vario y particular. Puede ser algo visto, algo recordado, algo imaginado. O algo que va apareciendo al mismo tiempo que se va dibujando.

Los signos que constituyen las unidades semánticas del dibujo son diversos, complejos. Del simple trazo a la modulación del claroscuro, hay toda una extensa gama de posibilidades. De la adecuada conjunción de ellos nace la expresión, el significado, la pura vibración del dibujo.

Los caminos, las carreteras en el paisaje son también una forma de dibujo. Como los ríos o los torrentes. Son grandes trazos que subdividen el espacio. Siempre el dibujo es una subdivisión del espacio. Cada trazo marca dos orillas, pero a menudo se cierra en sí mismo y delimita una forma, un cuerpo: un dentro y un fuera ¿Ordenar estas formas es un objetivo del dibujo? Puede serlo. 


ALBERT RÀFOLS-CASAMADA


Ràfols-Casamada inabarcable

Un clásico por nacimiento llega a la creación en tiempos de turbulencia y ruptura, que en el arte se traducen en forma de radicalismos e inestabilidad. Él, que ama la mesura, el equilibrio, "la noble sencillez y serena grandeza", se ve frente al desasosiego de los innovadores e iconoclastas. Emprende su larga búsqueda. Al correr de los años lo impresionan y dejan huellas en su obra varios y diversos artistas y corrientes artísticas. Quiere conocerlo todo y trata de comprenderlo todo. Asimila lo que es compatible con su propio modo de ser y de ver.

Las obras de sus primeros tiempos muestran influencias del cubismo y de la escuela de París. Al abstraccionismo lo acepta después de prolongados titubeos; se convierte en su segunda naturaleza. Pasa por un periodo de informalismo – importante–, por otro de arte pop, un pop humanizado, europeo – en fin, rafoliano– y por una época en que fuertemente influyen en él los expresionistas abstractos de Estados Unidos.

Ese estar abierto a lo otro explica que Ràfols-Casamada haya llegado relativamente tarde a un estilo propio, inconfundible. También puede ser que esto se deba en parte a esa duda, que atormenta precisamente a artistas muy sensibles y muy cultos –Ràfols es uno de ellos–, acerca de lo acertado o lo erróneo de su crear.

En fin, ya desde hace mucho es él, Ràfols. Y en esta última etapa, que se ha designado como el momento culminante de su trayectoria, ha logrado, con la composición ordenada, a veces geometrizante, de sus cuadros, dar apoyo a sus formas suaves y elegantes, a sus colores de lírica belleza; ha logrado, para citarlo a él, "unir lo estructural y constructivista con lo aéreo y luminoso".

MARIANA FRENK-WESTHEIM