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México D.F. Miércoles 24 de marzo de 2004

Panorama hostil para escritores nacidos entre 1970 y 1980, deplora Abenshushan

La renovación de la literatura mundial estigmatiza cada vez menos a la mujer

Considera que la risa cumple ''una función imprescindible de sobrevivencia''

El clan de los insomnes marca el regreso de la narradora al mundo de la ficción

ANGEL VARGAS

No hay peor padecimiento que el insomnio, pues se trata de un estado en el que resulta imposible dejar de escuchar los pensamientos, ''y no hay algo más terrible que no poder descansar de uno mismo".

Así lo considera la joven escritora Vivian Abenshushan (DF, 1972), que si bien sólo es noctámbula y no insomne, desarrolló su primer libro a partir de personajes y aspectos relacionados con ese fenómeno, aunque colocados en situaciones humorísticas, irónicas e inclusive hilarantes.

Y no es que El clan de los insomnes (Tusquets Editores) busque ser una obra insolente o provocadora, sino más bien el manejo de la temática se sustenta en la convicción de la autora de que el humor hace más ligero o inclusive logra exorcizar todo mal o tragedia.

''Para mí el humor es fundamental, algo casi natural. La risa es un vehículo para cuestionar la realidad, una de las más poderosas autocríticas de las que disponemos; una reacción inteligente para poner a temblar al mundo, descrearlo y reformularlo", expresa en entrevista.

''En el caso del libro, es una forma de sobrellevar la desesperación de los personajes, porque el insomnio es un tema, como el de la muerte, pesaroso, lleno de desesperación y angustia.

''Lo más terrible que le pasa a un insomne es no poder descansar de sí mismo, no dejar de escucharse ni de tener conciencia; ésa es una de las funciones centrales del sueño. Y aquí es donde me parece que la risa cumple una función imprescindible de sobrevivencia."

Hermanos del desconsuelo

De acuerdo con Abenshushan, cada uno de los seis cuentos que integran dicho volumen -ganador del Premio Gilberto Owen 2002- es una suerte de homenaje a esos ''hermanos del desconsuelo" que son los insomnes, ''un clan marginal y solitario", entre ellos el padre de la autora.

El clan de los insomnes marca la reincorporación de la joven escritora al mundo de la ficción, luego de que durante un largo periodo se consideró imposibilitada para cultivarlo y se enfocó únicamente al ensayo literario.

De allí que no sea gratuito, a escala estructural, que en los relatos integrantes de aquella obra pueda apreciarse una notoria imbricación entre ambos géneros, es decir, el cuento y el ensayo.

En su opinión, el cuento es uno de los géneros más complicados de la geografía literaria, no obstante los prejuicios o las ideas erróneas que se tienen al respecto por considerársele una veta menor y sencilla.

''Hay una larga tradición de cuentistas, entre ellos Julio Cortázar, que ha reparado en el cuento como el género más exigente y complejo. Su mecanismo es el de relojería, preciso y fino, en el que no pueden quedar hilos sueltos", abunda.

''Por supuesto que ha presentado enormes cambios y se ha vuelto más abierto; la fórmula de (Edgar Allan) Poe, que es el inventor del cuento moderno, funciona cada vez menos; entre otros aspectos, por ejemplo, la idea de circularidad tiende a ser menos.

''Eso, sin embargo, no le quita su carácter exigente y riguroso. Es un género cuya estructura puede derrumbarse, irse en cualquier momento."

Vivian Abenshushan asume que la literatura mundial experimenta un proceso de renovación en el que el papel de la mujer, como creadora, tiende a estar menos estigmatizado.

''En los más recientes 20 años, ser escritora se convirtió en un gran cartel comercial, que nada tiene que ver con el rigor literario ni con la imaginación, que son las cosas que realmente nos interesan y por las cuales somos creadoras", indica.

''La diferencia entre escritores varones y mujeres tiende a desaparecer y dentro de muy poco ya no deberemos marcar la división de género. Me parece que ya no hay resistencias ni reticencias que debamos enfrentar.

''Si acaso aún permanece, sí, una sospecha muy legítima sobre los libros realizados por mujeres, la cual se debe a esa especie de corrección política, quizá necesaria en un primer momento, que buscó abrirnos espacios, pero que luego se convirtió en cliché o moda en el que otorgaban premios a escritoras por cuestión de género y no por la calidad de su pluma."

Tal situación, subraya, ''se convirtió en un lastre, y si alguna tarea tenemos las escritoras de ahora es justamente combatirlo; hablar de literatura y crearla en los mismos términos y parámetros que un escritor varón".

El best-seller, nuevo canto de la sirena

Independientemente de aspectos de género, la autora resalta que a los escritores de su generación, los nacidos entre 1970 y 1980, les ha correspondido enfrentar un ''panorama hostil y oscuro".

Las principales adversidades, dice, se resumen en dificultades para publicar, pero sobre todo en la pérdida por completo de la noción de la posterioridad, la cual, asegura, era el único gran consuelo que se tenía hasta hace unas décadas.

Es decir, ''antes se soportaba la miseria y la marginalidad inherentes a la vida de muchos escritores, porque quedaba de premio la posibilidad de trascender.

''Ahora esa idea resulta para muchos inclusive ridícula y existe un nuevo canto de sirena: la gran tentación del mercado; convertirse en best-seller sin importar que eso signifique una vida efímera."

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