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México D.F. Miércoles 24 de marzo de 2004

Arnoldo Kraus

Sida en México: delirio a dúo

Algunos sucesos en México, relacionados con el sida, son similares a los delirios a dúo a los que nos ha acostumbrado la ínclita pareja presidencial. Me refiero a los soliloquios y a los intentos de diálogo entre Vicente Fox y Marta Sahagún y no a la famosa obra de Eugène Ionesco, uno de los principales expositores del absurdo. Un ejemplo.

La semana pasada Fox aseguró que su compañera no buscaría la Presidencia de la República. Al día siguiente, ella desmintió la observación de su esposo -en honor a la verdad, y para evitar confusiones, debo aclarar que Fox no especificó si la declinación de Marta era para el periodo siguiente o para el actual. Debido a esos atropellos a la realidad, aclaro nuevamente que el Delirio a dúo de Ionesco es pobre cuando se compara con la versión mexicana acerca de la Presidencia u otros avatares que suceden cada día en nuestras tierras ionescanas. El sida es uno de esos casos.

Han pasado más de dos décadas desde que se detectó el primer caso de sida, pandemia que ha cuestionado muchos principios relacionados con la condición humana y su inteligencia. Inter alia, dentro de una miríada de aquelarres, enumero cinco aspectos.

Primero: al menos en países pobres, como México, el virus ha mostrado que las diferencias de género siguen siendo brutales. Muchas mujeres contraen sida no sólo por desconocimiento, sino porque carecen de los mecanismos para exigir que la pareja utilice condón -la mitad de nuevas infecciones se detectan en mujeres. Segundo: la sofisticación de los virus puede ser mayor que la inteligencia humana, pues, según los expertos, falta mucho tiempo para que contemos con una vacuna. Tercero: el virus de la inmunodeficiencia humana es similar al Bin Laden de la humanidad; mientras el señor del terrorismo reventó en 2001 los mercados financieros y modificó, al menos en España, la orientación del voto, el virus ha sacado de la boca de algunos políticos y de muchos religiosos sus mayores sandeces: no al condón, sí al sida. Cuarto: las muertes que produce el virus en los pacientes pobres han expuesto la peor de las caras de la industria farmacéutica, la cual, en muchas ocasiones, los utiliza como conejillos de Indias para experimentar sus medicamentos y luego se los niegan. Quinto: el sida, como pocas enfermedades, ha expuesto la amoralidad de la sociedad. Este último punto es uno de nuestros Delirios a dúo.

Al menos en Chiapas, en el estado de México y en Querétaro han sido expulsados o se les ha negado la inscripción a la escuela a menores portadores del virus o enfermos de sida.

El enredo es múltiple y reúne no pocos avatares que huelen a podrido y cuyos perjuicios pueden ser permanentes. Sobresalen la estigmatización, cuyos daños sobre la persona y la familia son innumerables, ya que se les excluye de la "normalidad"; la falta de preparación de los profesores que deberían saber, como parte de su preparación, las vías por las cuales se contagia el sida; la falta de cursos e información de la Secretaría de Salud al magisterio; la influencia que tiene la religión sobre quienes se dedican a la docencia, y que seguramente han oído que Dios condena a los sidosos; la infame estupidez que impide que los niños y niñas afectados continúen su educación.

Por ultimo, el virus ha mostrado el escaso avance que ha tenido nuestra sociedad en el rubro de la tolerancia. Es evidente que son más las entidades de la república donde se han suscitado casos como los descritos, pero, por temor o desinformación, los padres no denuncian.

Los puntos anteriores enfatizan el daño que se produce al afectado o la afectada y muestran las flaquezas de algunos de nuestros sistemas. No hay duda de que el modus operandi de los políticos mexicanos, y las dosis de conservadurismo con las que se rigen no pocos ministros, son algunos de los factores para que no se frenen las anomalías descritas.

El problema en sí es grave, pero es obvio que va más allá: si se supone que casi 70 por ciento de los portadores del virus del sida no saben que están infectados, Ƒcómo informar a la población lo que sucede cuando a los niños y niñas enfermos se les excluye de la vida?

El sida no debería ser un delirio a dúo ni el caracol o la tortuga de Ionesco. Lo que sucede con los niños estigmatizados refleja, más bien, la forma de "pensar" -del esperanto, ilusión, imposible, onírico, alucinación- de muchos de nuestros políticos. Ya lo dijo Fox: "Marta no pretende ser presidenta". Ya lo dijo Marta: "Aún no he decidido acerca de mi candidatura".

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