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México D.F. Lunes 15 de marzo de 2004

Jorge Santibáñez Romellón*

ƑTodos somos corruptos?

De manera inevitable los sucesos recientes en torno a los actos de corrupción de funcionarios rebasan por mucho el daño político a los involucrados y a su imagen pública. Más allá de la vulgaridad de algunas escenas, de si se trata o no de actos premeditados y con intenciones muy alejadas de la honestidad o si habrá nuevos videos, esto nos lleva necesariamente a una serie de reflexiones que como sociedad debemos hacer, ya que afecta nuestra cotidianidad, nos guste o no, participemos o no, en alguna forma de corrupción.

Lo que vimos en televisión por cadena nacional contamina todo, no solamente al PRD o a Andrés Manuel López Obrador. En esta ocasión trataré de abordar el impacto de este tipo de actos, tan visibles, en nuestras relaciones con Estados Unidos.

Como ya se ha mencionado, los avances que logremos en las relaciones con nuestros vecinos dependen de manera importante de la buena relación entre los dos presidentes. Por desgracia, eso no garantiza de manera automática avances sustantivos en nuestra relación como sociedades o en aquellos asuntos que a nosotros como mexicanos, nos interesa desarrollar. Inciden una cantidad importante de variables difíciles de controlar, pero una de las más relevantes es el estado que guarda internamente el país. Es decir, resulta poco viable suponer grandes acuerdos entre dos países si uno de ellos tiene gran cantidad de problemas internos.

Una de las lógicas que rige las relaciones internacionales es que se destaca afuera si se está bien por dentro, si se tiene un proyecto de nación, si se sabe adónde se va, si se tiene rumbo. De otra forma se carece de autoridad moral para poder jugar un papel relevante en el concierto internacional.

Probablemente los actos de corrupción con los que la televisión se encargó de saturarnos en los últimos días, no deterioren la buena relación entre los presidentes Fox y Bush, sin embargo, afectan de manera considerable nuestra de por sí limitada capacidad de negociación. En Estados Unidos existen personajes importantes de la vida política que son contrarios a los intereses de nuestro país, lo que podríamos llamar "los enemigos importantes de México". Pues bien, dos de los argumentos que sistemáticamente estos "enemigos" han utilizado es que no se puede, ni se debe, establecer acuerdos con México ya que no es democrático, y es cultural y estructuralmente corrupto.

Por eso nunca nos han dado el tratamiento que otorgan a algunos países europeos o incluso a Canadá. Saben perfectamente que la corrupción no es exclusiva de México y que en su propio país los actos de corrupción de gran escala son comunes; sin embargo, para ellos es muy diferente hablar de actos aislados de corrupción, como los que ocurren en cualquiera de los países mencionados, que de una práctica sistemática, presente casi en cualquier servidor público, desde el que realiza un trámite administrativo irrelevante hasta los funcionarios de alto nivel. Precisamente una de las expectativas que se tenía de una alternancia en el poder era que esa corrupción terminara o que por lo menos se hiciera "de primer mundo" y se convirtiera en hechos aislados. Las imágenes que todos vimos nos regresan, ante esos ojos, a las épocas de corrupción generalizada, sistemática, al país que no tiene remedio. Si agregamos que la visita ocurrió precisamente en el momento más candente del escándalo, con un presidente Bush que sólo piensa en la relección y con un presidente Fox que rige un país con serios problemas internos, en el que además la corrupción ocupa papel importante, no debe sorprendernos que la visita ni siquiera fuera objeto de un comunicado conjunto.

En México, la relatoría de la visita apenas ocupó páginas interiores y en Estados Unidos la difusión fue mínima. Por si fuera poco, los resultados de la visita fueron pírricos, más allá de las tradicionales buenas intenciones, se anunció la entrada en vigor de las visas para profesionistas (algo que ya se sabía, que estaba acordado como parte del Tratado de Libre Comercio, como si nuestros migrantes tuvieran ese grado de estudios o como si quisiéramos que también los profesionistas migraran) y la eventual supresión del U.S. Visit Program (el fichaje previsto al entrar o salir de Estados Unidos), que tampoco significa gran cosa porque los datos que se registrarían en ese programa ya están en la visa de cruce fronterizo y el citado programa sería inaplicable en la frontera terrestre. En síntesis no se ganó nada; si acaso, ellos harán su trabajo más fácilmente.

Definitivamente no todos somos corruptos, pero a todos nos afecta la corrupción sistemática.

*Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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