LAS VIDEOBSCENIDADES Para
Antonio Helguera
Pues bien, los personajes del obsceno video son un empresario del jet-set poco cumplido en sus tratos y muy llenito de contratos y el señor Bejarano (por asociación de apellidos me vino a la memoria el grabado de Posada, "El crimen de la Bejarano"), miembro de la cúpula del poder de esta desesperanzada ciudad. Hacía tiempo que no veía algo tan obsceno como su avaricioso manoteo con los fajos de billetes, las ligas, el insuficiente portafolio y las auxiliares bolsas de su indumentaria de burócrata en funciones. Se adivinaban los ojillos brillantes de ambición y la respiración entrecortada por el esfuerzo cosechero. Todo esto me llenó de vergüenza y de repugnancia. La exhibición de esos vicios y corruptelas alarma y produce una náusea insoportable, pues nos muestra los aspectos más bajos del grupo zoológico humano. Estos deterioros morales nos obligan a reflexionar sobre varios aspectos de la actual realidad mexicana. Quisiera tener la claridad de ideas y la capacidad crítica de Karl Kraus enfrentado a las realidades sociopolíticas de la Viena de principios del siglo xx o la fuerza con la cual Unanumo se lanzaba "contra esto y aquello" y proponía su proyecto regeneracionista en plena bancarrota moral de su país, para reflexionar en voz alta sobre los graves males que nos agobian y se hacen mayores día con día. Intentaré algunas observaciones respecto a los temas que me parecen capitales, reconociendo que el disgusto y la perplejidad pueden dañar la claridad de mis ideas y conturbar aún más mi estado de ánimo. Las numero para intentar una mayor precisión: 2- La corrupción ha sido una de nuestras desgracias ancestrales. Hasta hace unos cuantos años una maraña de intereses y de complicidades impedía que salieran a la luz (aunque todo el mundo veía el crecimiento ostentoso de las fortunas de los políticos y de sus alicuijes empresariales y bancarios) las trapacerías. Además, el autoritarismo del sistema dificultaba el irrestricto funcionamiento de la crítica e intentaba encubrir sus malas mañas con el sacrificio ritual y periódico de algunos chivos expiatorios (culpables, también, no lo dudemos) que iban a dar con sus huesos a las prisiones que, mediante el pago de algunos tributos, podían convertirse en hoteles de varias estrellas. Deshecha esa maraña y destruidos los equilibrios de balanza de boticario que permitían al PRI gobernar a su antojo, la corrupción ha roto las cañerías y ha invadido nuestras calles, nuestras plazas y todos los momentos de nuestra cariacontecida convivencia social. Es bueno que estas monstruosidades morales se exhiban a una población cuya náusea provocada por las muchas ratas de albañal que merodean en nuestra vida pública es ya inaguantable, pero (y este pero contiene un enorme cúmulo de preguntas y de perplejidades) ¿por qué razón los presuntos delitos perredistas son objeto de un trato considerablemente más virulento y repetitivo que los cometidos por los otros partidos? (Lo ven... ya se me andaba olvidando la tropelía infantiloide del niño verde). Tal vez el PRI piense que lo único que se interpone en su camino de regreso a Los Pinos es la popularidad de López Obrador. No lo sé de fijo, pero lo supongo. O será que la extrema derecha aliada con el poder empresarial tiene más fuerza de la que le calculamos. Estas son simples conjeturas. Como lo es también la relacionada con los manejos mediáticos de los políticos demoniacos que han retornado a los juegos del poder. Se puede hablar de todo eso, pero siguen predominando los hechos escuetos filmados en los casinos de Las Vegas y en el despacho del laborioso contratista y videoasta aficionado que es el señor Ahumada, defraudador de prosapia carcelaria. Es extraño que no se le haya arraigado y que el pajarraco esté libre. HUGO
GUTIÉRREZ
VEGA
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