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México D.F. Sábado 6 de marzo de 2004

Gonzalo Martínez Corbalá

John Kerry y el cambio en Estados Unidos

"Ante nosotros están largos meses de esfuerzo y de reto, y así lo entendemos," dijo John F. Kerry el día de su victoria más reciente, que lo consolida como el candidato indiscutible de los demócratas a la presidencia de Estados Unidos, para lo cual, si bien se requiere del voto de 2 mil 161 delegados, JFK cuenta ya con mil 562, y con nueve triunfos de 10 asambleas electorales estatales.

"Nosotros no tenemos ilusiones acerca de la maquinaria de ataque de los republicanos, y de lo que nuestros oponentes han hecho en el pasado y de lo que pueden intentar en el futuro. Pero yo conozco esto por completo y estamos listos para esta tarea. Yo soy un luchador".

Esto sucedió en el supermartes, el 2 de marzo en Washington, mientras que en Kerbala, durante la celebración religiosa del Achura, y en Bagdad, se realizó una oleada de ataques con bombas y fuego de mortero que causó más de 180 muertos y 500 heridos entre los peregrinos chiítas. También en Quetta, Pakistán, una procesión en memoria de la muerte del imán Hussein fue ametrallada, con resultado de 40 personas muertas y 150 heridas.

Después de la guerra se han verificado en Irak numerosos atentados con coches bomba frente a los centros de reclutamiento militar en Bagdad y comisarías, así como acciones de atacantes suicidas con cargas de explosivos que llevaban adheridas al cuerpo, en las sedes de los principales partidos kurdos, en el Kurdistán iraquí. Oleadas de atentados durante el ayuno del mes del Ramadán contra la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja; coche bomba contra la mezquita del imán Alí, y explosión de un camión bomba frente a la sede de la ONU en Bagdad, en la que murió el representante de esta organización, Sergio Vieira de Mello, todo ello entre el 19 de agosto de 2003 y el 11 de febrero de 2004 (El País Internacional, 3 de marzo de 2004), con resultado de 323 muertos civiles.

En otras latitudes, en Haití, la revuelta en contra de Jean Bertrand Aristide dejó multitud de cadáveres tirados en las calles de Puerto Príncipe, sin que nadie prácticamente se ocupara de ellos, y las fuerzas rebeldes entraron en esa capital el primero de marzo, y controlaron los cuarteles generales de la policía, reclamando el poder, mientras que las fuerzas de Estados Unidos vigilaban en el aeropuerto internacional, y en el palacio presidencial.

El presidente depuesto Jean Bertrand Aristide aterrizó en un exilio temporal, en la República Centro Africana, clamando haber sido derrocado y secuestrado por Estados Unidos, cargo que fue rechazado por la Casa Blanca. El presidente Bush, en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, discutió la posibilidad de enviar una fuerza multinacional para hacerse cargo, en unos cuantos meses, y remplazar a los marines estadunidenses que aterrizaron en Puerto Príncipe el domingo. El secretario de Estado, Colin Powell, dijo que una fuerza internacional puede instalar un gobierno "responsable, funcional y no corrupto" (The New York Times, primero de marzo).

En el propio continente americano, en Venezuela, continúa derramándose sangre en las calles de Caracas entre la oposición venezolana integrada en la Coordinadora Democrática, que convocó a una manifestación en protesta contra el Consejo Nacional Electoral (CNE), que cuestiona más de un millón de firmas de las recabadas en apoyo al referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez. Los disturbios, que se prolongaron durante varios días, dejaron un saldo de nueve muertos y más de mil heridos.

El presidente Hugo Chávez se defiende atribuyendo a la injerencia del gobierno estadunidense los disturbios en Venezuela encaminados a derrocarlo, aunque se manifiesta seguro de vencer la revuelta animada por la oposición, que parece más preparada cada día para ejercer la violencia y para resistir la represión oficial al movimiento.

Volviendo a la posibilidad de que John Forbes Kerry (JFK) pudiera triunfar en su lucha contra "el presidente de la guerra" George W. Bush, y que realmente después de haber barrido de costa a costa en el supermartes desde Nueva York hasta California, y haber logrado unificar a los demócratas, con el retiro de John Edwards, que era su más fuerte contrincante, se presenta como un poderoso rival capaz de vencer la inercia del poder que empuja al presidente Bush. JFK hace un prometedor anuncio de que "ha llegado la hora del cambio en Estados Unidos".

JFK ha demostrado que tiene fuerza tanto en el norte como en el sur, y con los electores mayores, así como con los jóvenes, con los negros, con los blancos y con los hispanos, quienes en los sondeos realizados a la salida de los colegios electorales del supermartes mostraron su adhesión a éste, porque creen que puede aportar a Estados Unidos, y al mundo, cambios en los asuntos más importantes, que son la economía y la política exterior. Kerry dice de Bush: "šEste gobierno tiene la política exterior más inepta, imprudente, arrogante e ideológica de la historia moderna de nuestro país!"

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