Tienen poco acceso a puestos de decisión Se regatea el reconocimiento a las científicas *Faltan estrategias de acercamiento de las niñas a ciencia y tecnología
Si en el siglo pasado uno de los retos de las mujeres fue hacer efectivo su derecho a la educación, en los inicios de esta centuria, aunque es menor el índice de exclusión para el ingreso a la universidad, persiste la segregación para su acceso a puestos de decisión, a la vez que se silencian sus aportaciones y descubrimientos. Según cifras proporcionadas por Olga Bustos, presidenta del Colegio de Académicas Universitarias de la UNAM, la segregación de género se extiende más allá de la esfera social o laboral. Los datos correspondientes al número de profesores eméritos condecorados por esta casa de estudios -la de mayor importancia en Latinoamérica por sus aportes a la investigación y difusión cultural -, son totalmente disparejos entre mujeres y hombres. De 1941 a la fecha, sólo 24 académicas han sido distinguidas en comparación con 269 catedráticos. Esto significa apenas 8 por ciento del total de nombramientos. Otro ejemplo, al menos en el área universitaria, son los puestos de dirección de facultades. De 19 escuelas, solo una de ellas es dirigida por una mujer. Lo alarmante, dijo, es que los consejos técnicos que otorgan estos nombramientos no presentan argumentos convincentes o lógicos para tomar su decisión. Esta situación se torna más compleja, a nivel cuantitativo y cualitativo, en terrenos históricamente dominados por el género masculino -como la ciencia y la tecnología-, cuya labor es reconocida, aplaudida e impulsada. No así con las mujeres, que lejos de encontrar reflectores para exponer y demostrar sus descubrimientos y aportaciones, se topan con el silencio que sobre ellas recae. Con el afán de replantearse y analizar la participación y el reconocimiento de las mujeres en este campo de estudio, científicas de Iberoamérica se reunieron en el V Congreso de Ciencia, Tecnología y Género, organizado este año por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CIICH) de la UNAM, en colaboración con el IPN y la UNIFEM. Norma Blázquez Graff, secretaria académica del CIICH, comentó que el objetivo principal de esta reunión fue sacar nuevos enfoques de investigación a este respecto, así como la creación una Red Iberoamericana de Investigadoras para promover sus propias investigaciones en ciencia y tecnología. Asimismo, encontrar estrategias que promuevan la presencia equitativa de las mujeres en todos los niveles de la docencia e investigación científica-tecnológica. En más de 50 ponencias, académicas provenientes de Brasil, Venezuela, Argentina, Cuba, Perú, Costa Rica, España y México, discutieron en torno a los retos actuales de las mujeres vinculadas a la ciencia. Los debates se centraron principalmente en abordar las inercias culturales que todavía existen en el círculo familiar, donde incluso los juguetes orientados a niñas y niños les desarrollan habilidades distintas, lo que posteriormente en la esfera social se traduce en roles e identidades discriminatorias. A este respecto, Lourdes Pacheco, de la Universidad Autónoma de Nayarit, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, señaló que culturalmente el conocimiento es un asunto de poder y por ello el conocimiento ha sido destinado al género masculino. Y aunque actualmente las universidades registran un cincuenta por ciento de población femenina, las mujeres siguen ocupando mayores porcentajes en carreras humanísticas, de interpretación social, pero no en aquellas orientadas al control o administración de recursos naturales o económicos. En este sentido coincidieron en que uno de los retos es encontrar modos y formas de motivar a las mujeres a optar por carreras de las llamadas "ciencias duras". Por otra parte, advirtieron que persisten las condiciones discriminatorias hacia las mujeres en cuanto a la obtención de becas y financiamiento para proyectos científicos. Se mantienen los patrones culturales que ubican a la mujer como un ser débil y sin decisión, así como las prácticas de segregación. Sobre el particular, Ana Bertha Chepelinsky, investigadora del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH), destacó la importancia de perseverar en sus proyectos de estudio para revertir la concepción de debilidad que se tiene hacia las mujeres. Desarrollar un criterio constructivo y autocrítico es una forma de hacerse escuchar y respetar. Todo ello provoca que fuera del campo académico las mujeres sigan sin acceder a puestos de dirección. Además, sostuvieron, en muchas áreas permanecen criterios administrativos sin perspectiva de género que obligan a las mujeres a postergar decisiones personales como la maternidad. En su turno, Fanny Tabak, de la Universidad de Río de Janeiro, Brasil, lamentó la falta de mayor integración de las mujeres a las llamadas "ciencias duras", ya que su fuente de producción e ingenio es desaprovechada y en consecuencia el propio desarrollo social de los países se ve retrasado y desfasado. Por ello propuso ampliar la masa crítica en este sentido, pero no a través de cifras y estadísticas que demuestren la desproporción entre la población femenina y masculina en el terreno de la ciencia, sino con estrategias de acercamiento a esta área de estudio en los niveles primarios de educación y con ello impulsar políticas educativa para combatir el sexismo. Sin embargo, involucrar a las mujeres en la ciencia exige sortear obstáculos como la propia discriminación de género inmersa en el lenguaje. Teresa García Ramírez, doctora en Sociología e investigadora de la Universidad de Los Andes (ULA), de Venezuela, denunció "la violencia encubierta en la cotidianidad" y para ejemplo, citó el lema de la ULA: "Por la universidad hablarán sus hombres y sus obras". Las cifras no dicen todo
Eulalia Pérez Sedeño, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de la Universidad Complutense, de España, destacó diversos aspectos ocultos en las estadísticas que demuestran a nivel gráfico el fenómeno llamado "tijera", que refleja cómo a nivel de estudios universitarios, el número de mujeres es mayor al de hombres, incluso su porcentaje de titulación se amplía con respecto a ellos, quienes por el contrario reducen la opción de tesis. Sin embargo, los índices se revierten en el acceso a fuentes de empleo y puestos de poder, en los que las mujeres, incluso las tituladas, tienen problemas para ejercer su profesión y mucho menos ocupan puestos de dirección. Lo que no dicen las cifras, abundó, es que en la actualidad, en ciertos contextos socioeconómicos, las mujeres son quienes deciden sus áreas de estudio. Incluso, no están dispuestas a dejar de estudiar. Además, la elección de carrera se convierte en una opción formativa con perspectiva laboral, situación que antes no se presentaba. Un estudio elaborado por el CSIC, informó Pérez Sedeño, revela que actualmente las mujeres dedicadas a la ciencia y la investigación confrontan sus aspiraciones profesionales con las personales. Por un lado, la maternidad ha cedido terreno ante las aspiraciones de trabajo como primer anhelo de realización personal. Quienes deciden tener hijos, refiere el estudio, sortean sentimientos de culpabilidad hacia sus proyectos de investigación. El desempeño profesional de las mujeres en la ciencia también ha traído consigo cambios sutiles en la dinámica familiar más allá del cuidado de los propios hijos. Tradicionalmente, las mujeres solían cuidar a los padres ya mayores, condición que ahora tiende a cambiar. El primer Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Género se realizó en 1996 en la Universidad Complutense de Madrid. A partir de entonces, se celebra cada dos años y ha tenido como sedes la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Panamá y el Consejo Superior de Investigación Científica, en Madrid. ( Yssel Hernández ) |