Cuidado con la publicidad engañosa

El escabroso caso de los no-chocolates o más vale leer las etiquetas de los productos

* Fallas en difusión y defensa de derechos del consumidor: Ovalle Favela

* Reconoce la Profeco poca agilidad en procedimientos correctivos

María Esther Espinosa Calderón

A la memoria de Benigno Espinosa Mercado

Blanca, como muchas mujeres amas de casa, pensaba que lo que les daba a sus hijos por las mañanas, mezclado con la leche, llevaba los nutrientes esenciales que les ayudarían a un sano crecimiento. Nunca imaginó que en lugar de chocolate, el producto era principalmente azúcar.

Así como Blanca, Laura también se hacia la ilusión de que estaba dándole algo nutritivo a su niño. Carmen se quedaba tranquila al pensar que por lo menos su hija no se iba a la escuela con “el estómago vacío”.

Al conocer los resultados publicados en la Revista del Consumidor sobre los polvos para preparar bebidas sabor a chocolate, se sintieron algo aliviadas porque los productos que ellas utilizan al menos cumplen algunas de las normas de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). No es el caso de Susana, ya que resultó que el polvo que ella utiliza no pasó ninguna de las pruebas a las que fue sometido.

Sin embargo, son contadas las amas de casa que tienen acceso a esta información o a la de los productos que ellas utilizan diariamente para la alimentación de su familia. Olga ha escuchado en el radio acerca de que los polvos para preparar bebidas con sabor a chocolate no son lo que dicen ser, pero no tiene dinero para comprar la revista; además ella, al igual que Susana, buscan lo más económico, sin importar marcas. No sabe cuándo ni a qué horas pasan los programas de televisión del consumidor.

Algunos de los resultados que el laboratorio de la Profeco reporta y que se publicaron en la Revista del Consumidor del mes de febrero son: que “aunque algunos de los nutrientes que contienen pueden enriquecer la dieta, ciertamente no cubren las necesidades alimenticias, incluyen cantidades de carbohidratos (azúcares) que varían entre el 71% y el 86% del producto, así como grasas y algo de proteínas. Algunos adicionan vitaminas como la A, D, C, y las del complejo B; y minerales como sodio, hierro, zinc y calcio, entre otros”.

Para el doctor en derecho José Ovalle Favela “la falta de veracidad es grave porque hay un engaño hacia el consumidor”, es una violación a la Ley Federal de Protección al Consumidor (LFPC) que en su artículo 1°, fracción III, considera como un derecho la “información adecuada y clara sobre los diferentes productos y servicios, con especificación correcta de cantidad, características, composición, calidad y precio, así como sobre los riesgos que representen”.

Javier Tanus Pimentel, director general de Arbitraje y Resolución de la Profeco, considera que el consumidor no está desprotegido: una vez que la dependencia tiene los resultados de cualquier producto que se analiza en sus laboratorios, “se invita a los fabricantes a poner en el envase su contenido real. Incluso, puede inmovilizar el producto”.

Explica que una de las funciones de esa dependencia es verificar que toda publicidad que se difunda por cualquier medio debe de ser veraz, probable, exenta de manifestaciones que puedan inducir al consumidor a error o engaño.

Planchas, lavadoras, videocaseteras, televisiones, ropa interior, juguetes, leches, yogures, quesos, cremas, diversos alimentos, computadoras, condones, son solo algunos de los cientos de productos que han pasado por el laboratorio de la revista, como su slogan dice: “para saber quién es quien en los precios” pero también en lo que se come y lo que se consume.

Enrique Burgos, director de Información de la Profeco dice que “al final de cuentas el consumidor tiene el poder de elegir exactamente qué es lo que quiere comprar, lo que no se vale es que le digan que es una cosa que no corresponde; Profeco lo que hace es decirle al proveedor que corrija la información comercial que aparece en el etiquetado para que al final de cuentas el consumidor vea que no es chocolate, sino bebida sabor chocolate con contenido tal”.

Ovalle Favela, autor del libro Derechos del consumidor, explica que falta una mayor difusión de cuáles son nuestros derechos como consumidores, no conocerlos nos deja en cierto estado de desprotección, “el mejor elemento que se tiene es el conocimiento claro y preciso de lo que son sus derechos”. Señala que se deberían difundir desde la educación primaria.

Sin embargo, no sólo se miente al hablar de los polvos para preparar bebidas con sabor a chocolate, sino en toda esa publicidad que ha aparecido en años recientes sobre los productos “milagro”, que prometen todo: adelgazar en días, evitar la caída del cabello, hacer resistentes las uñas, quitar las arrugas de la cara, “curar” el cáncer o la osteoporosis, en sólo uno cuantos días tener un cuerpo escultural.

De acuerdo con el artículo 32 de la LFPC la información o la publicidad relativa a bienes o servicios que se difundan por cualquier medio o forma, deberán ser veraces, comprobables y exentos de textos, diálogos, sonidos, imágenes y otras descripciones que induzcan o puedan inducir a error o confusión al consumidor por su inexactitud.

En tanto el artículo 22, fracción VII, de la Ley General de Salud en Materia de Publicidad dice que la publicidad de suplementos alimenticios no deberá “declarar propiedades que no puedan comprobarse”.

Tanus Pimentel asegura que la Profeco lleva a cabo un monitoreo en revistas, periódicos, televisión e Internet con la finalidad de detectar los anuncios con publicidad engañosa. Cuando es el caso, se busca un acercamiento con el anunciante a efecto de hacerle ver que está incurriendo en una infracción a la LFPC. “Se le da un término para que ofrezca sus pruebas y manifieste lo que a su derecho convenga, tenemos que seguir este procedimiento por mandato constitucional. No es lo más ágil ni oportuno, pero se debe hacer. Hay publicidad que simple y sencillamente con que esté una semana o quince días en el aire cumple su cometido, si el procedimiento demora un mes o mes y medio para imponer la sanción, pues ya no fue oportuna”.

Si se llega a demostrar que su publicidad incumple, “se sanciona con una multa económica y se ordena corregirla”. En febrero, la procuraduría prohibió quince marcas de productos “milagrosos”, entre ellos, jabón en barra, S tick , tabletas de la marca Total Slim , jabones súper reductivos de acción inmediata y tabletas reductoras marca Redugrass de Naturezza.

Los productos “milagro”, conforman lo que se podría llamar la industria de la ilusión, y efectivamente cautivan a un gran número de personas. Es algo con lo que no han podido luchar, porque las empresas continuamente cambian de domicilio, de razón social o le dan otro nombre al producto. Y ahí están, diariamente con testimonios pretendidamente “reales” que “muestran” la “eficacia” del producto. Con actores, actrices o conductores que engañan a la gente diciendo que toman esas pastillas, en algunos casos utilizan fedatarios públicos que certifican la efectividad de los productos.

Ovalle Favela piensa que no sólo ha fallado la parte de la información del derecho del consumidor, sino también una tarea que tiene a su cargo la Profeco: “la de pedir la suspensión de toda publicidad que sea contraria a lo que dice el artículo 32, que sea engañosa, que no proporcione datos ciertos”.

Tanus Pimentel asegura: “con los productos milagro nuestra actuación es permanente, pero también el número de productos que sale a los medios es enorme, hoy iniciamos un procedimiento con determinado producto y mañana están otros tres… Lo importante es que el consumidor se forme una cultura del consumo, sobre eso estamos trabajando, ya sea con el programa y la revista, también, al hacer público que sancionamos a una empresa por un producto milagro ”.

Para Ovalle Favela se debe tener una mayor cultura de consumo racional y de reflexión de lo que se va a comprar: que sea necesario y lo más adecuado para lo que queremos. Mientras no haya esa cultura va a ser completamente ineficaz cualquier otra labor que se haga. Mientras no sepamos administrar nuestros recursos para usarlos en forma racional, tomando en cuenta las características de cada producto, vamos a continuar siendo víctimas de engaños. “Pero también hace falta una mayor vigilancia de las autoridades, habrá que coordinar la Profeco con las demás dependencias, para que cuando una empresa cierre no se vuelva a abrir con otro nombre”, recomendó .