Jornada Semanal, domingo 29  de febrero  de 2004            núm. 469

ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

LLUÍS LLACH (III de IV)

Para entender el catalanismo de Llach debe insistirse en la fanática ferocidad con que Franco desarrolló un anticatalanismo de Estado, cruento saldo con que Cataluña debió pagar su fidelidad a la República durante la Guerra civil: después de 1939 se prohibieron la lengua catalana y los Jocs Florals, antigua fiesta que culminaba con la premiación de poetas y poemas escritos en catalán… al final, la censura franquista sólo consiguió que lengua y juegos florales se convirtieran en símbolos de identidad y resistencia locales, como el vascuence y el gallego en sus respectivas provincias. Acercarse a la poesía de Lluís Llach supone un viaje hacia los territorios de un cuerpo verbal cuyas raíces se remontan hasta la Edad Media pues, como la poesía galaico-portuguesa, la catalana alcanzó maduraciones previas a la castellana. Obstinado fruto de esa tradición, Llach no ha querido conceder nada a las tentaciones globalizadoras: no ha dejado de cantar en su lengua materna y, cuando mucho, los textos de sus canciones se encuentran traducidos al español, el francés y, recientemente, al vascuence y el gallego en los cuadernillos que acompañan a sus discos. Esta fidelidad no debe sorprender a nadie: el filósofo Ramón Xirau, exiliado en México, escribe sus textos filosóficos en español, pero cuando el poeta toma la palabra, lo hace en catalán.

El poeta Llach, que ha reunido algo de su obra en Poemes i cançons (1979) y en Història de les seves cançons (1986), distribuye sus obsesiones entre varios temas: el político, caracterizado por un tono de rabia y protesta, que toma dos grandes vertientes: el exilio y la parodia; después, siguen los del amor, el paisaje y los asuntos de circunstancia. Todos ellos ofrecen una radiografía del autor y permiten ver una explicable evolución desde la agresiva combatividad de los primeros años, en lo político, cuando todavía vivía Franco, hacia una más serena mirada crítica de la España postfranquista, a la que Llach no ha dejado de comentar: hace algunos años demandó judicialmente a Felipe González por incumplimiento de deberes políticos; algo de eso se registra en el texto ‘Companys, no es aixó’, de El meu amic, el mar (1978): "No es aixó, companys, no es aixó, / pel que varen morir tantes flors, / pel que várem plorar tants anhels" ("No es esto, compañeros, no es esto, / por lo que murieron tantas flores, / por lo que lloramos tantos anhelos.")

El tema amoroso, que puede permear el discurso político de Llach y dotarlo de ternura, se caracteriza por la celebración del feliz presente y la conciencia de la fugacidad, de la inminencia de los adioses; no es extraño que emplée metaforizaciones alrededor de la música y la poesía (sílabas, notas y palabras suelen recurrir en sus imágenes), como en el notabilísimo poema "Laura", de Campanades a morts (1977): "Amb la ralla dels teus dits / vares omplir els meus acords / amb cada nota del teu nom — Laura […] / Y si l’atzar et porta lluny / que els déus et guardin el camí, / que t’acompanyin els ocells, / que t’acaronin els estels" ("Con la sonrisa de tus dedos / llenaste mis acordes, / con cada nota de tu nombre —Laura […] / Y si el azar te lleva lejos, / que los dioses guarden tu camino, / que te acompañen los pájaros, / que te acaricien las estrellas.")

Y están los paisajes de Cataluña, las gratitudes desde el exilio, el guiño que de un tren a otro tren Llach hace a Theodorakis en "A l’estació" ("En la estación"), de Maremar —Madremar— (1985), las semejanzas deliberadas entre las dictaduras de Grecia y España, en los años sesenta; las descripciones de Verges, ese pequeño país que el sol no está seguro de haber visto; la sabiduría verbal y el amor por la música… en su obra poética, Llach ha legado un retrato de época y la solidez de un compromiso personal y estético, así reflejen, felizmente, vaivenes y obstinaciones propios de un carácter, las líneas de un trabajo que no ha concluido.

Dice Llach, de sí mismo, en Geografía (1988): "Lliure només em puc donar / i lliure sols puc prendre el que tu em dons./ Mai no em voldría esclau…" ("Libre, tan sólo así puedo darme / y solamente libre puedo tomar lo que tú me das. / Nunca me quisiera esclavo…"); y ya, desde 1972, en Com un arbre nu (Como árbol desnudo): "Com un arbre nu, com dibuix fet al vent, / com un arbre nu, jo l’ocell" ("Como árbol desnudo dibujado en el viento, / como árbol desnudo, yo el ave.") El poeta habla por él mismo, sí, mas por todos.