Jornada Semanal, domingo 22 de febrero  de 2004           núm. 468

Germaine Gómez Haro

LAS ANATOMÍAS VOLUPTUOSAS
DE GERMÁN VENEGAS

En 1992, el pintor y escultor Germán Venegas presentó una memorable exposición individual en el Museo de Arte Moderno bajo el título de Polvo de imágenes. En esa ocasión señaló que finalizaba un ciclo en su quehacer artístico para dar comienzo a una nueva etapa creativa. Desde el inicio de su carrera, Venegas destacó como pintor y escultor, fusionando inclusive ambas técnicas en unas interesantes picto-esculturas inspiradas en temas vinculados al arte popular, muy en boga dentro de la tendencia neomexicanista de los años ochenta. Poco a poco se fue concentrando casi exclusivamente en la talla de madera que lo llevó a crear los imponentes relieves de corte neoexpresionista que le proporcionaron un gran reconocimiento en nuestro país y en el extranjero. Después de su exhibición en el mam, Venegas decidió volver de lleno al ejercicio de la pintura y explorar la talla en bulto, esta vez lanzándose a esculpir unas ceibas de tres y cuatro metros de altura; el resultado de esa saga es una obra monumental que he tenido la oportunidad de ver y disfrutar en dos ocasiones: en 1999 en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara y el año pasado en la Alhóndiga de Granaditas, en el marco del Festival Internacional Cervantino.

Tras una larga ausencia en el circuito de las galerías capitalinas, Venegas exhibe en la Galería Florencia Riestra su trabajo realizado en los últimos seis años, una serie de pinturas y esculturas en torno al desnudo femenino, Afroditas postmodernas que son un mero pretexto para dar rienda suelta a sus investigaciones plásticas. Se trata de una selección muy cuidada de una extensa producción que no ha salido del estudio del artista –salvo una que otra pieza, en contadas ocasiones. El conjunto curado por Florencia Riestra es una muestra puntual y coherente del magnífico trabajo que Venegas ha desarrollado en los últimos años, alejado de los reflectores y exigencias del mainstream comercial.

El erudito historiador del arte Kenneth Clark señala que el cuerpo humano desnudo no es un tema del arte, sino una "forma" del arte en sí, "un modo de realización del ideal artístico". Tal pareciera que Venegas ha seguido esa premisa para dotar a cada una de sus obras de un carácter formal distinto, único y original. Algunas pinturas remiten a los desnudos femeninos de Picasso y Matisse, creadores de dos de las obras revolucionarias que inauguran la vanguardia del siglo pasado: Las señoritas de Aviñón y Desnudo azul. Recuerdo de Biskra, ambas realizadas en 1907. De ellos, Venegas retoma la libertad total en el uso del color y en la aplicación de la pintura, dispuesta a base de pinceladas sueltas y gestuales que se disparan como fulminantes hacia toda la extensión del lienzo.

La pintura de Germán Venegas intriga, desconcierta y fascina por su carácter de grandeza monumental, presente aún en las piezas de pequeño formato. Sus trazos espontáneos y vigorosos despliegan una libertad cercana tanto a De Kooning como a los alemanes Ernst Ludwig Kirchner, Eric Heckel o Max Pechstein, quienes desconstruyeron las Bañistas cezannianas para convertirlas en masas corporales ondulantes inmersas en naturalezas exuberantes. Las deformaciones y distorsiones anatómicas que Venegas practica de muy diversas maneras acaban derivando en fascinantes síntesis y abstracciones que evocan a los "ismos" vanguardistas, pero también, como un eco de éstos, al arte tribal africano cuya presencia se manifiesta en los rostros esquematizados y hieráticos de las máscaras.

El vitalismo dionisiaco de su pintura corresponde al regodeo volumétrico de sus esculturas en madera, hermosísimas piezas que revelan el proceso de indagación formal que ha llevado a cabo Venegas en los últimos años. En ellas se intuye la fuerza expresiva de nuestros modernistas Mardonio Magaña y Germán Cueto, la sensualidad de las diosas hindúes con sus pechos turgentes y caderas serpenteantes, y la economía de formas de Brancusi y de la escultura negra, manifestación minimalista avant la lettre.

Germán Venegas, más conocido para muchos como escultor, se presenta aquí como un extraordinario pintor que toma riesgos y se atreve a cavilar sobre su oficio y a romper sus propios patrones para explorar nuevos léxicos. Es de esperar y desear que esta excelente muestra sea la piedra de toque para que algún museo capitalino organice una exhibición más amplia de su muy versátil trabajo realizado a lo largo de esta última década.