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México D.F. Domingo 22 de febrero de 2004

Guillermo Almeyra

šOh, oh, oh, vamos a echar al narigón!

Los piqueteros (trabajadores desocupados) que no tienen lazos directos con el gobierno de Néstor Kirchner aislaron la ciudad de Buenos Aires cortando todas las rutas de acceso (menos la Buenos Aires-La Plata) y los puentes sobre el Riachuelo que la separan de los suburbios que una vez fueron industriales. Coparon las billeterías de las estaciones ferroviarias de Plaza Constitución y de Plaza Once de Septiembre, y todo el mundo viajó gratis hacia el sur o hacia el oeste. Cortaron 107 rutas nacionales, cerrando la frontera con Paraguay y aislando, entre otras ciudades del interior, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba, Trelew, Santiago del Estero, Mendoza y los yacimientos petrolíferos de Tartagal y General Mosconi, en la provincia de Salta. O sea, paralizaron todos los centros neurálgicos del inmenso territorio argentino, que es 50 por ciento mayor que el mexicano y más grande que Italia, España y Francia juntas, de sur a norte y desde Buenos Aires hasta la cordillera de los Andes. Las causas de la protesta fueron dos, pero de peso: contra la supresión de 250 mil planes Jefe y Jefa de Familia (que otorga bolsas de comida y el equivalente a 600 pesos mexicanos mensuales a los desocupados, dos millones de los cuales recibían dicha subvención) y contra la nueva ley laboral, que "flexibiliza" aún más el mercado de trabajo. El mismo día jueves, los travestis y las prostitutas de Buenos Aires se manifestaron, por su parte, en el Congreso local contra una modificación represiva de la ley de convivencia ciudadana. El canto de los piqueteros, referido a Kirchner, era "š0h, oh, oh, vamos a echar al narigón!" (el presidente es, para ellos, "el narigón", "el bizco" o "el pingüino").

El gobierno ha llegado a un acuerdo con los piqueteros "blandos" (las dos organizaciones más numerosas, la Federación Tierra y Vivienda, dirigida por Luis D'Elia, peronista socialcristiano, líder de la Central de Trabajadores Argentinos, cuya dirección también apoya a Kirchner, y la maoísta Corriente Clasista y Combativa, dirigida por Juan Carlos Alderete, ambas muy fuertes en el partido suburbano de La Matanza, ambas beneficiadas con decenas de miles de planes Jefe y Jefa de Familia y con millares de viviendas, que construirán sus afiliados con apoyo gubernamental). Cuenta también con el semiapoyo de Barrios de Pie, una escisión de la FTV, también en la CTA. Pero no ha podido ni puede, por falta de medios, satisfacer a los demás movimientos piqueteros, agrupados mayoritariamente en el Bloque Nacional Piquetero y en el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, que también tiene alcance nacional y una gran masa de afiliados, y es dirigido por Raúl Castells. Hay que aclarar que los mil 200 millones de dólares anuales o 300 millones de pesos mensuales de subsidio para los desocupados, proporcionalmente a la población del país, equivalen a las subvenciones que otorgan Francia o Alemania. De mo-do que no hay más para distribuir, en un país que está en crisis y no produce, y que depende de una mala cosecha de soya en Estados Unidos para tener buenos ingresos provenientes de la exportación. Por eso la táctica del gobierno consiste en cooptar direcciones sindicales y piqueteras y dividir a éstas, mediante prebendas concedidas con cuentagotas o promesas, en "duros", "blandos" e intermedios o "tiernizados".

La marea de fondo no se calma -y eso da fuerte base nacional a cualquier protesta- porque sólo en la industria metalúrgica se han recuperado los bajísimos salarios reales de 2001, la reanimación industrial no ha permitido recuperar ni 30 por ciento del nivel anterior al desastre, entre miserables y pobres se llega a 80 por ciento de la población en un país siempre rico, y el gobierno no ha tocado los intereses de la oligarquía terrateniente-financiera, sigue subvencionando a los bancos con 2 mil 300 millones de pesos, exporta divisas por concepto de intereses de una deuda impagable, no tiene un plan concreto para acabar con la desocupación mediante obras públicas y mantiene su popularidad sobre todo con actos simbólicos que, por importantes y necesarios que sean, no llenan las ollas domésticas. Para completar la cosa, plantea pagar las subvenciones a los piqueteros por medio de la secretaría de Estado de la hermana del presidente y con tarjeta bancaria, quitándoles al Partido Justicialista y a los alcaldes de todo el país, pero también a los jefes piqueteros, el arma clientelar de la distribución de los planes asistenciales que quiere concentrar en el Estado federal y en el entorno kirchneriano.

De modo que sobre la protesta piquetera, o sea, de quienes reclaman trabajo y dignidad, no limosnas, se montan muchos, comenzando por los menemistas, los provocadores, los que quieren mantener su poder de presión, los que desean aumentar su base clientelar y los que creen que preparan la revolución social. Hasta el gobierno, porque en su negociación con los acreedores necesita demostrar que si paga a éstos tendrá un nuevo estallido social peor que el de diciembre de 2001 que barrió tres presidentes (cosa que, por otra parte, sigue siendo muy posible, independientemente de lo que haga Kirchner, porque la situación de la economía argentina es muy frágil).

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