.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones

E S P E C T A C U L O S
..

México D.F. Viernes 13 de febrero de 2004

Leonardo García Tsao

Predicando con el ejemplo

Esto debería ser una lección para todo realizador que quiera hacer una película comercial sin perder la dignidad. Richard Linklater se ha hecho un nombre en las filas del cine independiente gringo, a lo largo de una carrera muy dispareja pero con proyectos ambiciosos -y a veces logrados- como subUrbia (1996) y Despertando a la vida (2001). En La escuela del rock ha trabajado sobre un guión de Mike White, autor de proyectos igualmente independientes como Chuck and Buck (2000) y Una buena chica (2002, ambas de Miguel Arteta) para demostrar que es posible hacer una comedia de atractivo popular, apegada a la fórmula, sin sacrificar las nociones de inteligencia o ingenio.

Otro factor fundamental en el éxito de la película ha sido Jack Black, comediante rockero cuya desmedida personalidad puede resultar irritante (véase su desempeño en Alta fidelidad, de Stephen Frears, estrenada aquí sólo en video). De hecho, La escuela del rock está concebida como vehículo a la comicidad de un actor cuyo fuerte es el exceso. Black interpreta a un alter-ego llamado Dewey Finn que, después de ser corrido del grupo No Vacancy, enfrenta otra crisis: la novia de su amigo Ned Schneebly (el propio Mike White) le exige que colabore con la renta del departamento ocupado por ambos. Así, Finn se hace pasar por Schneebly para solicitar un trabajo de maestro sustituto en una exclusiva escuela primaria. Por supuesto, Finn se aburre con su nuevo empleo y de paso aburre a los niños de su clase. Pero al advertir que varios de ellos tienen aptitudes musicales, el hombre instruye a sus pupilos en el arte de formar un grupo de rock con el fin de concursar en la Batalla de las Bandas.

La comedia de Linklater sorprende por la forma en que obtiene humor y sinceridad de una premisa tan manida. Combinando el lugar común del maestro rebelde que obtiene lo mejor de sus alumnos (que alcanzó su expresión más cursi en La sociedad de los poetas muertos), con la fórmula del equipo que se vuelve competitivo contra todo obstáculo (Pandilla de pícaros e incontables derivados), La escuela del rock funciona porque su pasión por el rock se siente auténtica. En la figura maniática de Black ha encontrado al portavoz ideal para representar esa honesta adopción del rock como una forma de vida, más allá de la preferencia musical. Y del choque de dicha pasión con una sociedad reprobante se han derivado afortunadas situaciones humorísticas. Al mismo tiempo, la película evita la trampa sentimental. Cuando Finn enfrenta a los padres indignados de sus alumnos y afirma que los ha tocado, no calcula que lo interpretarán bajo la acepción Michael Jackson de la palabra. Es decir, la emoción genuina existe pero es desarmada por el humor antes de que se vuelva melcocha.

Apelando a un público joven, La escuela del rock ha evitado la referencia a los dos primeros elementos de su mantra, el sexo y las drogas. Sin embargo, el fervoroso discurso de Black es suficiente para convertir a los no fieles. La forma como enseña los acordes de Smoke on the water al niño guitarrista que sólo sabía tocar el Concierto de Aranjuez, o su convencimiento de que la niña mandoncita del salón sería la perfecta manager del grupo, rebasa el mero gag para hablar del rock con pleno conocimiento de causa. Por eso mismo, la comedia asume, sin temor a la incorrección política, la postura machista del género: las mujeres son relegadas a segundo término (las niñas hacen coros, o fungen de groupies), mientras que el niño amanerado será quien diseñe el vestuario del grupo.

La escuela del rock aspira a ser un clásico en esa precaria mezcla entre comedia y rock, que ha dado frutos tan aislados como la hilarante This Is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984). Por lo pronto, su visión es obligatoria para cualquier espectador que, en su adolescencia, haya pulsado una guitarra de aire frente al espejo.

LA ESCUELA DEL ROCK

(School of Rock)

D: Richard Linklater/ G: Mike White/ F. en C: Rogier Stoffers/ M: Craig Wedren; canciones varias/ Ed: Sandra Adair/ I: Jack Black, Mike White, Joan Cusack, Sarah Silverman, Joey Gaydos Jr./ P: Scott Rudin Production, Munich Film Partners, New Century, SOR Prods. EU-Alemania, 2003.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email