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México D.F. Viernes 13 de febrero de 2004

Tarántulas pitagóricas, primera exposición de Pedro Friedeberg en la galería Pecanins

''La cultura es lo único gratis, por eso nadie la quiere''

Los artistas buscamos ser magos, pero sólo nos acercamos a la frustración, manifiesta

hora se agujeran hasta los órganos genitales y a eso le llaman arte, señala el pintor

MERRY MAC MASTERS

''Todos los artistas pretendemos ser magos, pero en realidad sólo es un acercamiento a la frustración. La magia es un short-cut do-it-your-self (atajo hágaselo usted mismo) a Dios, la eternidad y la destrucción del tedio", manifiesta el pintor Pedro Friedeberg, tan irónico e irreverante como siempre.

Dueño de una obra de un ''aburrimiento sublime", pues repite los ornamentos que, por alguna razón desconocida, han fastidiado a la humanidad, Friedeberg exhibirá por primera vez en la galería Pecanins, de Durango 186, colonia Roma. (En 1975 expuso en su galería de Barcelona, que ya no existe).

El martes 17, a las 19:30 horas, abrirá Tarántulas pitagóricas, que toma su nombre de uno de los acrílicos de la muestra que también comprende arte-objeto, entre sus casi 25 piezas.

Todo es apretar botones

Friedeberg encuentra el ornamento fascinante, pero reconoce que se omite ''por flojera": ''Todo lo que causa esfuerzo hoy día está demodé. Todo tiene que ver con apretar botones. Al rato (las personas) ya no van a tener dedos, porque nada más van a apretar botones".

El artista siempre ha cultivado un mismo estilo que reúne la ''acostumbrada mezcla de confusión absurda, originalidad y estupidez", porque ésta ''también es un arte".

Para Friedeberg ''el mundo se vuelve más estúpido cada día. Cada generación joven es más burra que la anterior. Eramos más tontos que nuestros padres, nuestros hijos son más tontos que nosotros y los nietos son aún más tontos, mal peinados, mal vestidos, con menor sentido del arte. Ya no hay arte, sólo instalaciones y, ¿cómo se llaman las otras cosas? Performances... Se agujeran hasta los órganos genitales y a eso le llaman arte".

-¿Cuándo murió el arte?

-Para mí, el arte murió el 23 de agosto de 1914, cuando falleció Gustave Moreau. Bueno, el arte murió gradualmente, no en varios días. O, a lo mejor, fue el 11 de noviembre de 1918, cuando falleció Guillaume Apollinaire.

''Pero fue a principios del siglo XX. Todo lo que se ha hecho en los siguientes 70 años, de 1930 a 2000, ya se había hecho de 1910 a 1930. Los jóvenes todavía creen que están inventando algo y todo lo que hacen es copiar a Marcel Duchamp, y mal."

-¿Por qué seguir pintando?

-El futbol no me gusta, entonces, tengo que hacer algo cada mañana. Como tengo muchos colores... José González, que era muy amigo de Alma Reed, me regaló siete toneladas de colores politec -se secó más de la mitad-, entonces debí usarlos.

''Además, sigo haciendo otras cositas. Son más bien juguetes, por influencia de poquísimos semiartistas, como mi amigo Westerman, que hacía esculturas dentro de un refrigerador, Niki Saint Phalle y Saul Steinberg.

''El único chiste que queda del arte es lo lúdico. Los artistas que se toman en serio son verdaderamente siniestros, aburridos y los deberían colgar de un árbol."

Autor de una obra cargada de referencias, Friedeberg encuentra el conocimiento ''maravilloso" y "universal":

''La cultura es fabulosa y lo único que es gratis, por eso nadie la quiere. Las personas prefieren pagar 25 mil pesos por ir a un concierto de Pavarotti."

El fin es el medio en sí mismo

Friedeberg es un lector de libros ''gordos", como los de Thomas Mann, Robert Musil y Saul Bellow, pero también de enciclopedias como la Britannica y la Brockhause, que es ''la mejor".

Dice haber leído siete veces la antigua Espasa-Calpe de 64 volúmenes. ¿Con qué fin? ''Las cosas no se hacen con un fin. El fin es el medio en sí mismo. O el medio es el fin en sí mismo, según la filosofía de la segunda mitad del siglo XX".

Respecto de la meticulosidad con que pinta, dice que hay muchas cosas que ya no se usan, pero que son positivas, como las buenas maneras y la elegancia:

''Hoy la palabra elegancia es como una grosería, cuando hace menos de 100 años era todo. ¿Qué pasó? Nos invadió la naquiza y la naquez.

''Todo tiene que ser la cachucha así (voltea su sombrero), estar sucio y el lenguaje se ha vuelto una especie de croar de ranas. Y toda la gente escupiendo. Qué mundo tan triste. Ojalá se mejore algún día. Si no, ni modo."

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