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México D.F. Domingo 8 de febrero de 2004

Guillermo Almeyra

Bush, Blair, Aznar y el cinismo de los amorales

George W. Bush y Anthony Blair ya han reconocido que los informes de los servicios de espionaje inglés y estadunidense sobre los cuales basaron su guerra de agresión a Irak no tenían ni una base firme ni confirmación empírica alguna, mientras Aznar insiste, sin embargo, en la mentira que sus amos le ordenaron que dijera, o sea, que Irak tenía armas de destrucción masiva. El trío (o el dúo más su siervo) aparece así, una vez más, como responsable directo de gravísimos delitos en sus respectivos países y de crímenes contra la humanidad.

Para reflotar la economía estadunidense con enormes inyecciones de dinero para las fuerzas armadas, la industria armamentista y las grandes corporaciones, y para apoyar en una ola de patrioterismo y xenofobia, la candidatura a la relección del actual presidente George el asiático y su entorno, inventaron una guerra contra Irak, mintiendo para engañar no sólo a la opinión pública sino también al Congreso. De este modo delictuoso extorsionaron al Senado y a los congresistas para arrancarles decenas de miles de millones de dólares para una guerra que violó brutalmente la legalidad internacional y, además, dejar pasar leyes liberticidas y anticonstitucionales que restringen las libertades civiles en Estados Unidos. El dinero extra obtenido también mediante esta conspiración no solamente aumenta el inmenso déficit del Estado, que los ciudadanos estadunidenses deberán pagar con la disminución de los gastos en salud, educación y servicios sociales, sino que también alimenta las cajas de empresas corruptas y ladronas, como Halliburton, la del vicepresidente Dick Cheney.

Delito, mentira, violaciones a la Constitución, saqueo a los contribuyentes, represión basada en la mentira sobre la supuesta alianza entre Irak y el terrorismo internacional inflado para justificar la política liberticida (detenciones de ciudadanos de origen árabe, violación de la correspondencia y de las libertades) se unieron al intento deliberado de la Casa Blanca de engañar al resto del mundo para arrastrarlo en la invasión de Irak decidida años antes incluso del 11 de septiembre. Ahora el director de la CIA, George Tenet, dice que ese organismo jamás calificó a Irak de amenaza para la seguridad de Estados Unidos y que Saddam no tenía una arma nuclear, "pero quería una" (š!). Pero en enero de 2003, con base en informes de la CIA, Bush dijo que Irak había comprado grandes cantidades de uranio en Níger, aunque dicha corporación, cuyo jefe había expresado ya esa mentira a una comisión de inteligencia del Senado en septiembre de 2002, posteriormente había comprobado la falsedad del dato. La CIA, bajo presión directa de Cheney durante 2002, elaboró otros informes igualmente falsos que llevaron el 5 de febrero de 2003 al secretario de Estado, Colin Powell, a presentar ante el Consejo de Seguridad supuestas "pruebas" (grabaciones telefónicas, fotografías satelitales y demás cosas trucadas) de que Irak tenía 18 laboratorios móviles, 25 mil litros de líquido para esparcir ántrax y misiles con un alcance de mil 200 kilómetros y, por consiguiente, amenazaba al mundo (el gobierno de Israel también ayudó a fabricar esas "pruebas" para incitar a la guerra contra Irak, de modo de debilitar el apoyo exterior a la lucha de liberación de los palestinos).

Los insultos, las amenazas, las presiones contra los países que en la ONU y en el mismo Consejo de Seguridad se negaron a secundar una guerra que equivalía al suicidio de Naciones Unidas, agravan con nuevas violaciones de la legalidad internacional la invasión de un país independiente sin declaración de guerra y en contra de la Carta y de las resoluciones de Naciones Unidas. Bush y sus sirvientes Blair y Aznar son culpables de eso y de la destrucción masiva en Irak, del robo masivo de sus riquezas históricas, de la muerte de miles de ciudadanos de ese país, de la ocupación colonial ilegal del mismo para imponer un gobierno títere, de una agresión que en las filas colonialistas ha causado ya más de 600 muertos (entre estadunidenses y otros ocupantes) y causará sin duda decenas de miles de víctimas más por la destrucción de las fuentes de ingreso y de los servicios eléctrico, de agua, hospitalarios.

Por todos esos delitos económicos y políticos cometidos contra el pueblo de Estados Unidos y su legalidad democrática, Bush y su entorno deberían ser obligados a renunciar y enjuiciados. Por los crímenes de guerra y las violaciones a los derechos de los pueblos (la Casa Blanca aumenta el bloqueo también contra Cuba, y ha amenazado con invadirla, al igual que a Irán y a Siria), Bush, Blair y Aznar deberían ser condenados por Naciones Unidas y los parlamentos de sus respectivos países deberían abrirles juicio político.

Puesto que la invasión de Irak se basó en mentiras, Estados Unidos y sus cómplices deben retirar sus tropas de ocupación, indemnizar con más de 300 mil millones de dólares al pueblo iraquí por los daños y las muertes causados por un bloqueo decenal y por una destrucción masiva, indemnizar a las familias de las víctimas de su agresión y ocupación y presentar ante un tribunal penal internacional a los culpables de los crímenes que se cometen diariamente contra quienes defienden la independencia de Irak y la legalidad internacional pisoteada por el Trío de la muerte.

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