A. Gironella El bautizado sin nombre, de la amada nacida entre almendros y mariposas. La sangre es eterna, espesa, amarga. Sólo mis pupilas, como rosas llenas de sencillo y verdadero amor, se entran en esta nada, sin vuelo, sin torpeza. ¡Abril, dame tu divina tristeza! ¡Abril, dame a la mujer justa, con su velar de estrella! La entraña de Abril, desordenada, mostrando la primavera con su árbol blanco, de amor. ¡Huyo, pero soy de mí; total y eternamente de mí, como la aurora sin rumbo que emblanquece de amargura! Espera ¡oh alma mía! al amor puro, eterno, verdadero, con sus alas de armonía, sin otro anhelo que el de estar con el milagro de mi cuerpo. ¡Soy un milagro vacío e infinito! ¡Oh pensamiento mío! Nostalgia sabor a nada, una sustancia mágica, que contiene en sí todas las imágenes del mundo.
de mí, angustiado de eternidad. Este alentar transitorio como la yerba que se vuelve brizna y se pierde entre el viento estival. . . . Este morar dentro de mí, con su libro pleno de imágenes. La sed como la tiene el hombre que está cerca de la muerte, contemplando su sombra. El ideal No había
otras paredes entre eso y el misterio
Jean Giono así tú, igual a las bellezas enfermizas, ¡oh noche de viñeta!, hermosa como la materia del poema, siempre azul y serena, con tus senos de pálidas rosas, flores con gesto de hermosura y de hada incomprendida. Como el florecer sensual de un beso, jugando tiernamente en otros labios, sin músculo, sin fuerza, sin destreza. Como dormida, estremecida y tierna, en los lindes del dolor, con tus rosadas rodillas de aurora acariciando las ánforas de tus pechos. Así, ángel-sirena de mis sueños, te sueño dormida en tu Belleza, como noche de otoño, que se eterniza en las costas felices de mi sueño |