La Jornada Semanal,   domingo 1 de febrero  de 2004        núm. 465
Poemas 
A. Gironella

El bautizado

La sangre es inagotable, como las caricias
sin nombre, de la amada nacida entre
almendros y mariposas. La sangre es
eterna, espesa, amarga.
Sólo mis pupilas, como rosas llenas
de sencillo y verdadero amor,
se entran en esta nada,
sin vuelo, sin torpeza.
¡Abril, dame tu divina tristeza!
¡Abril, dame a la mujer justa,
con su velar de estrella!
La entraña de Abril, desordenada,
mostrando la primavera
con su árbol blanco, de amor.
¡Huyo, pero soy de mí; total
y eternamente de mí,
como la aurora sin rumbo
que emblanquece de amargura!
Espera –¡oh alma mía!– al amor
puro, eterno, verdadero,
con sus alas de armonía,
sin otro anhelo que el de estar
con el milagro de mi cuerpo.
¡Soy un milagro
vacío
e infinito! ¡Oh pensamiento mío!  

Nostalgia

Tu nombre, un tierno
sabor a nada, una
sustancia mágica,
que contiene en sí
todas las imágenes
del mundo.
 


Interior
Este morar dentro
de mí, angustiado
de eternidad.
Este alentar transitorio
como la yerba que se vuelve
brizna
y se pierde entre el viento
estival.
. . . Este morar dentro
de mí, con su libro
pleno de imágenes.  

La sed

Tengo sed de verdad,
como la tiene el hombre
que está cerca de la muerte,
contemplando su sombra.  

El ideal

No había otras paredes entre eso y el misterio
Jean Giono
Como un sueño de piedra y luz,
así tú, igual a las bellezas enfermizas,
¡oh noche de viñeta!, hermosa como
la materia del poema, siempre
azul y serena, con tus senos
de pálidas rosas, flores con gesto
de hermosura y de hada incomprendida.
Como el florecer sensual
de un beso, jugando tiernamente
en otros labios, sin músculo, sin
fuerza, sin destreza.
Como dormida, estremecida y tierna,
en los lindes del dolor,
con tus rosadas rodillas de aurora
acariciando las ánforas
de tus pechos.
Así, ángel-sirena de mis sueños,
te sueño dormida
en tu Belleza, como noche
de otoño, que se eterniza
en las costas felices de mi sueño