Jornada Semanal, domingo 1  de febrero de 2004                   núm. 465
LAS ARTES SIN MUSA

Alonso Arreola
MUCHO PERO MUCHO JAZZ

Da gusto empezar un año con el conocimiento de que vendrán a México algunos músicos notables. El primero, Charlie Haden, contrabajista norteamericano nacido en 1937 y reconocido por su trabajo al lado de Ornette Coleman, Don Cherry, Paul Bley, Jan Garbarek y Egberto Gismonti, entre muchos otros; una de las pocas leyendas que quedan en el mundo del jazz y que, en proyecto a dúo, tendrá como invitado al pianista habanero Gonzalo Rubalcaba, otrora integrante de la Orquesta Aragón y uno de los más insignes artistas del sello Blue Note. Ellos se presentarán en el Teatro de la Ciudad el 14 de febrero. Boletos a la venta en Ticketmaster.

Por otro lado tenemos la visita de Wynton Marsalis en marzo durante el Festival del Centro Histórico. Nacido en el seno de una familia musical como pocas, director de la orquesta del reconocido Jazz At Lincoln Center de Nueva York y máximo exponente de la trompeta contemporánea, el aún joven Marsalis dará conciertos y clínicas a lo largo de un fin de semana tanto en el Palacio de Bellas Artes (con la orquesta a su mando), como en el Auditorio Nacional (con el apoyo de la Filarmónica de la Ciudad de México), como en el Zócalo capitalino. También están los boletos en Ticketmaster.

Finalmente, está confirmado el regreso del virtuoso e innovador bajista eléctrico Michael Manring para las últimas semanas de abril. Conocido por el desarrollo de técnicas pianísticas y percusivas únicas para bajo electrificado de 4, 5, 6 y hasta 8 cuerdas, y por la inclusión de alta tecnología en la construcción y diseño de sus instrumentos, el otrora compañero de Michael Hedges y ex alumno de Jaco Pastorius se presentará en fecha aún por anunciarse en el foro superior de la antigua bolsa de valores del Centro.

LANZAMIENTOS DE ÚLTIMO MOMENTO

Una de las cosas que más afectan al rock nacional es la burda inclusión de ritmos y sonidos "latinos" en contextos creados a imitación de grupos anglosajones. Como si la tenencia de metales y percusiones a la polca norteña dieran identidad mexicana, muchas de las bandas que suenan hoy en nuestra radio apuestan por un pulso hiperquinético en lugar de construir melodías y armonías inspiradas que, independientemente de su arreglo final, den cobijo a una buena letra. Afortunadamente no todo está perdido; ejemplo es San Pascualito Rey, quinteto formado en Satélite que lanza su primer trabajo discográfico: Sufro, sufro, sufro… Un álbum con 14 buenas canciones cuya lírica comparte logros con los instrumentos y con la voz sin dejar de lado el juego, la experimentación en el estudio y cuyo mexicanismo se halla oculto, bien asimilado, como sucede con la verdadera identidad. Un disco –bajo el sello independiente Intolerancia– lanzado a finales de 2003 y que augura buenas cosas para 2004.

En el terreno de la música instrumental (¿jazz, clásico… qué importa?) hay también un par de lanzamientos interesantes. Se trata de los discos de Eugenio Toussaint (El pez dorado) y Enrique Nery (Solo Sessions). Pianistas con una sólida trayectoria dentro y fuera de México, ambos entregan sendos discos a piano solo en los que se aprecian distintos recorridos –el de Toussaint más complejo y animado, el de Nery más cerebral e inspirado– pero con un mismo destino: seguir en movimiento, mutando siempre, fortificando la industria discográfica independiente (ambos son producto de M&L, sello del músico y productor Juan Carlos Paz y Puente). Otro par de álbumes de 2003 recomendables para este nuevo año.

LOS QUE SALDRÁN TARDE O TEMPRANO

Hay dos magníficos proyectos de jazz electroacústico que están a punto de pasarse de cocción. Hablamos aquí del cuarteto Dorados del Norte y del Quinteto de Pancho Lelo quienes, ya con su disco grabado, mezclado y masterizado, todavía no hallan la forma de sacarlo al mercado. Problema lógico en un sitio en donde la industria del disco se desploma aceleradamente, esto no será impedimento para que veamos salir en 2004 dos de las mejores producciones originales de jazz mexicano.

En el caso de los Dorados la dotación consiste en guitarra eléctrica, contrabajo, batería y saxo. En el de Pancho Lelo también, pero con el añadido de un trombón que enriquece arreglos y solos. Los Dorados apuestan más por el ambiente que por la fuerza rítmica, mientras que Lelo construye complejas melodías –a veces furiosas– para luego improvisar sobre camas de corte clásico e incluso blusero. Ambos grupos cerraron la puerta al piano. Enfocados a formas modernas, en las dos trincheras la guitarra es líder. Por un lado Demián Gálvez, por el otro Francisco Lelo (ambos nacidos al norte del país). Pero estas semejanzas no han de confundirnos. El sonido y música de los combos no podrían ser más distintos. Los Dorados son más jóvenes y por ello más lúdicos. Lelo por su lado reúne a cuatro de los más originales instrumentistas de México: Fernando Acosta en saxofones, Rey David al trombón, Gabriel Puentes en batería y Aarón Cruz en el contrabajo, lo que resulta en una solidez más estable y menos romántica. De cualquier forma, esperamos que ambas placas vean la luz en poco tiempo para que se aclare más el porvenir de nuestro jazz.