Tomás Pérez Turrent
Son numerosos los escritores que escribían tomando como tema el universo del sueño, el sueño despierto y el subsueño: desde el umbral de su historia, la misteriosa cualidad de los sueños ha preocupado al hombre. Bertrand Russell se refiere esta inquietud al escribir: "No creo que ahora esté durmiendo, pero no puedo probar lo contrario." Pedro Miret, por ejemplo, retomaba esta inquietud (ignoro qué pensaba Miret en cuanto a las creencias de este sabio y escritor). Miret era siempre un enigma cuando se trataba de estas cuestiones, pero quedaba muy claro que se identificaba con esa novela ambientada en el legendario Tahití. Queda, sin embargo, una especie de misterio que lo llevaba a esta especie de enigma que para él era el sueño y que sería el faro de sus preocupaciones en este campo. Unos años después los encontraríamos, aunque nunca sería tan evidente, ni siquiera cuando decidiera dedicarse a la ficción en su forma literaria o cinematográfica. En la primera fue aquella de los relatos tantas veces contados, dichos en una forma o literariamente compuestos en otras formas. En los primeros pueden ser las películas profesionales escritas por Pedro F. Miret y la realizadora casi debutante, Marcela Fernández Violante (había dirigido antes la película Cananea,la historia de la primera huelga de los trabajadores de una mina en los años duros del siglo xix y por coincidencia el primer debut de una joven en la dirección profesional de películas en muchos años). Pues bien, Pedro F. Miret debutó aquí como coautor del guión junto con la nueva directora. Había influencias de los hermanos Flores Magón, anarquistas de izquierda que habían comenzado la lucha cultural contra el dictador Porfirio Díaz. Los hermanos Flores Magón se habían refugiado primero en San Antonio, Texas, y luego en St. Louis, Missouri. Fue como un estallido que despertó otros: Río Blanco, Orizaba, a muchos kilómetros de los anteriores ya no de Estados Unidos, sino de México mismo. Del lado norteamericano estaban los líderes anarquistas yanquis Emma Goldman y Peter Kropotkin. Era el germen de la Revolución mexicana (1910-1917). Marcela Fernández Violante escribió de manera muy realista. Miret aprendió, no el realismo que no le interesaba, sino la manera de ordenar un guión fílmico. Curiosamente el guión aparece como de la autoría de Marcela Fernández Violante, Kafka y Pedro Miret. La película se filmó en 1977.
Era una serie de historias. La primera, Servicio a la carta, de Víctor Saca, cuenta la historia de un amable y tímido joven constantemente molestado en la entrada a su apartamento por un desagradable vecino. Su venganza no es violenta pero sí muy ingeniosa. El segundo, Fuego nuevo, de Carlos García-Agraz, es un burlón y sardónico trato de los nuevos modos del colonialismo. El tercero, de Daniel González Dueñas, Reflexiones,es la historia de un hombre que parece escapado del segundo cuento con fuego y todo lo demás. El cuarto se llama La última función y quien se encarga de él es Diego López. Con esto los cinéfilos deslumbrados caen en una tan inesperada como horrible trampa en la que los pocos que quedan se hunden. La quinta y última historia, que realiza Gerardo Pardo, degenera en un tono de brutal violencia a partir de la muy simple premisa de una alarma de auto que obliga a toda la sala, o más bien los que quedan, a salir despavoridos. La película divirtió mucho a Luis Buñuel, que era muy amigo de Pedro Miret, en una función privada durante el montaje final de la película. La vio con Miret, solo como era su costumbre y él mismo decía que se había divertido mucho. Es muy posible: algo de su humor se asemejaba al de Miret, cuyo origen no era aragonés sino catalán, como el odiado enemigo de Buñuel, Salvador Dalí. Unos cuantos meses después de este suceso, Buñuel moría en México. Otra de las películas de Pedro Miret fue Nuevo mundo, que fue realizada por el cineasta Gabriel Retes, filmada en 1981 y exhibida en una sola sala y sin ninguna publicidad. Juan Diego, personaje o más bien leyenda, de los primeros años de la ocupación española, de quien se decía se le apareció la virgen para pedirle la construcción de un santuario. La jerarquía católica dudó un tiempo, la hizo candidata a la santificación (la Virgen de Guadalupe). Esto se toleró, pasó al santoral y es adorada en México, en toda América Latina y en muchas partes del mundo. La censura congeló la película y permitió su exhibición sólo tres años después de haberse terminado y lo peor es que pidió varios cortes en partes que eran "subversivas", por lo tanto fundamentales.
Esto es por desgracia común en México. Ayer fue la hermana del presidente López Portillo... hoy es la primera dama doña Marta Sahagún, mañana cualquier otra. Pedro F. Miret fue siempre aficionado al
cine y colaboró con los más jóvenes. En 1978, Jordi
García Bergua, hijo del conocido crítico Emilio García
Riera, estaba por terminar sus estudios en el Centro de Capacitación
Cinematográfica, pero murió ese año. Miret participó
como actor y también Arturo Ripstein. La película (treinta
y cinco minutos), su obra de tesis, era una adaptación (del mismo
Jordi García) de una novela de Raymond Chandler.
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