A
Pere
Juan
José Gurrola
From
nowhere land siempre aparecía
Pere. Se sentaba a la mesa de algún café en la Zona Rosa
sin protocolo. Yo sabía que traía algo entre manos, o entre
el callejón de la vida subsidiaria de algún dragnet
(operativo de investigación de la cual era incapaz de despojarse)
y después de un rato de hacer que su presencia sólo tuviera
relación con el café, las cosas que lo rodeaban y un doblón
lleno de desprecio a las piernas de la mesera, sin integrase a la conversación
que lleváramos a cabo, de sus labios hundidos y el humo del cigarro
(ya quisiera Scott Fitzgerald) reventaba la social e intelectualoide reunión
con algo como: "No sé por qué no han inventado coches que
caminen como cucarachas." Al rato ya se metía en materia: el cine
y el teatro. Pero sabiendo que era imposible todo. Sabía que no
se podía hacer porque era demasiado para las mentes de los críticos
de cine en pañales como García Riera y De la Colina, "puñeteros
del cine Teresa que agarraron línea por lamerle el culo a Buñuel
y a Barbachano", o a los rateros Sbert, o a Emilio Cárdenas que
se la pasaba metiéndose coca y masturbándose con su jefe:
José María, desde entonces la imposibilidad de cine. Y ahí
siguen por la lana. Y digo esto porque a mí me tocó sufrir
la bancada de hijos de exiliados españoles que eran mierda expansiva
petulante porque los había cagado la inteligencia maravillosa de
Max Aub, Altolaguirre, Buñuel, León Felipe y demás.
La hermosa Luz del Amo era la excepción. Pero qué joda.
En la Zona Rosa había dos bandos,
los mencionados arriba y nosotros: Juan y Fernando García Ponce,
Lilia Carrillo, y demás. Pere se venía con nosotros porque
veía más agudeza que la de los baturros alpargateros, clan
que apañó a Julián Pastor porque era igual de pendejo
y lo despreciábamos. Quien por cierto ya se fue a España
después de que su hijo se suicidó en la cárcel (hijo
de la amada Ligia Escalante) y ni un quinto le dio en su vida. Gracias
a Dios les dimos en la madre en un partido de fut en la unam cuyo cronista
maravilloso fue Juan Carvajal. Bueno, viene al caso todo esto para comprender
la figura de Pedro Miret y yo (en medio de las garrapatas con alpargatas),
a quien yo veía y entendía por la inmensa sugerencia de su
clarividencia y visión orwelliana y el desatino y desprecio por
lo real. Iba mucho con mis raíces neoyorquinas. Si algún
interesado en cine o en el teatro se tomara la molestia de leer sus guiones
vería el nivel, la altura de este incomprendido Orson.
Yo
tengo cuatro fólders de sus obras (y hasta una grabación
con el anciano tahúr Enrique Rocha) porque sabía que el único
que podía entenderlos era yo. Su guión Lobo en campo de
golf lo llevo en el alma. ¿Quién va a producir en México
un film que empieza en el Country Club de, digamos, Bayscane, Massachusettes,
con un close up a la pelota (Titlest) medio hundida en la
trampa del hoyo 7? ¿Qué pendejo de imcine (de esa época,
of course) iba a entender que al golpear la bola bajo la arena aparecía
parte de la nalga del cuerpo de un negro enterrado días antes? Claro
que no era Tiger Woods. Pero como en los camiones (desintegralocionistas)
a los negros les era prohibido jugar en todo los campos de golf de Northamerica.
Igual en México. Aprovecho para mentarles la madre a la Asociación
Mexicana de Golf por no promover, con el dineral que se meten en promociones,
un campo donde puedan empezar a practicar mexicanos que no tienen el dinero
para pagar dues, y terreno, casa
los putos de Tabachines o los
del Club México. ¡viva el apoyo al deporte en méxico!
Papuchos hijos de padres ricos a los cuales les pondría en la madre
en cualquier link. Fui campeón juvenil en los cincuenta.
Putetes que se anuncian y tiran arriba de 90. Mr. President, do something
about it. Or will I have to wait til Blondie becomes our first baby boomer
at The Pineherst?
Esta bifurcación del regio Miret
es justificada en su honor. A los periodistas les enseñan a conservar
el sentido y compactar, sin derrames imaginativos, su crónica. Yo
soy el contrario: meto lo que se me hinche en el momento. No estoy a sueldo,
ni le tengo miedo al jefe de sección.
Y regreso a mi compa Pere: él sentía
en la epidermis el horror de la sociedad, de la vida, de la mentira detrás
de las palabras. Y aún más. Sentía el peligro detrás
de los objetos y de las acciones. Un súper Hitchcock mexicano. Su
mente no descansaba en descifrar lo oculto en cada segundo. En cada ventanilla
de auto, en el gesto del señor que sacaba su libreta. El horror
del elevador donde no salen, Noche en Bruselas esperando la gran
fiesta de embajadores y bellas mujeres escogiendo sus vestidos, Amor
y autopista en el engranaje de los ingenieros y la ciudad. Para ejemplificar
lo anterior les paso un texto de Amor y autopista, que le dedico
a López Obrador, ¿obrador?, ¿obra?, ¿caga?
(jocosa derivación), donde se ve la velocidad y certeza escribiendo
sin pensar en guiones de los "profesionales" para que sienta el productor
las acciones del film y la nalga que se va apañar (como las mamadas
de los guiones de cine Teleaztecavisa como: cárcel / noche / celda
de gloria trevi / las sábanas se mueven / es su quinta puñeta
/ vemos llegar las cámaras de televisa / grita:
¡"Espérenme
tantito"! Corte a fotos de su calendario.
La Trevi: Estoy lista.
Voz del Guardia: ¡Ya
puede pasar la maquillista!
Voz del Productor: Que se
note que ha sufrido.
Corte: Vemos al productor
pasarle una lana al director del penal en dólares.
(Aquí va el texto
de Miret a discreción.)
Silencio
La cámara va recorriendo
grupos de obreros silenciosos que tienen taladro apuntando a la pared de
una casa
de vez en cuando se vuelven y lanzan miradas al capataz
éste
recorre con la vista una y otra vez la línea de trabajadores
hace
un gesto con la cabeza
Ruido ensordecedor de taladros
Todos los taladros empiezan
a funcionar a un tiempo
caras de obreros con los dientes apretados
la
punta de un taladro entra por una pared y hace dar un salto a un señor
vestido de smoking que habla con una elegante señora
otro atraviesa
un cuadro antiguo que representa una noble dama, el taladro parece salirle
por la boca
una señora abre un arcón, adentro de él
hay la punta de un taladro entrando
la punta del taladro prende a un gran
santo por detrás (tiene los brazos abiertos en actitud lastimera)
de forma que éste parece haber cobrado vida y avanza hacia la cámara
disolvencia
se ve un salón donde se celebra una fiesta de quince
años
a cada lado de la pista de baile hay un grupo de cadetes en
posición de firmes
en el centro de ella un cadete baila con una
muchacha vestida de largo
la cámara se retira y deja ver un pastel
con quince velas
la señorita W. Está sentada en una mesa
apoyado en una columna el joven R. La mira insistentemente
el cadete llega
bailando con la muchacha hasta donde está el padre de ella y con
un gesto magnífico se la devuelve
el padre se levanta y baila con
la muchacha
aplausos
el joven R. Sigue mirando a la srita. W. y la invita
a bailar
ella acepta sonriendo
primera conversación llena de lugares
comunes
él le regala a ella como presente de amor su pisacorbatas
ella se lo agradece pero no sabe donde ponerlo
finalmente bailan teniendo
el pisacorbatas entre sus manos
disolvencia
la cámara enfoca el
pisacorbatas encima de una mesa de noche
se retira y deja ver a la srita.
W. que despierta en su lecho
oye los taladros lejanos y sonríe
mimosa
por detrás de las ventanas se agolpa la gente para presenciar
su despertar
se levanta y empieza a cantar
va de ventana en ventana cantando
para sus admiradores, después va corriendo las cortinas para poderse
vestir
se viste
va a la sala, se acerca a sus padres que se han quedado
dormidos frente al televisor, apaga el aparato, se acerca de puntillas
a su padre y con mucho cuidado saca de uno de los bolsillos de su bata
una credencial
sale a la calle
se ve que la casa que ocupan es modesta
en relación con las grandes residencias que hay del otro lado de
la calle
camina sin dejar de cantar y dando algunos pasos de baile
cruza
la autopista en construcción
se la ve encima de una loma, al fondo
la ciudad cubierta de bruma
baja la loma corriendo en dirección
a la ciudad
camina por las calles semivacías
parece ir en el centro
de un círculo de luz
los faroles se van apagando a su paso
llega
al edificio de las oficinas de la autopista (O.C.A.U.)
sube una altísima
escalera cantando
va a la oficina de pago
firma la nómina
en
el momento de recibir el dinero da un agudo prolongadísimo y termina
la canción
baja la misma escalera mientras se desarrolla el motivo
musical de su canción
la cámara gira hacia abajo y enfoca
el vestíbulo que semeja un hormiguero
corte
por el vestíbulo
camina un grupo de periodistas
corte
se ve al gran jefe que está
sentado de espaldas en su gran escritorio, lleva el cráneo rapado
y fuma incesantemente
le anuncian por el interfono que los periodistas
acaban de llegar y ya suben
el gran jefe sigue sentado
en el fondo de
la sala se ve una puerta que se abre
el gran jefe sin dejar de dar la
espalda a la cámara se levanta
los periodistas entran y se acercan
a él
los saluda uno por uno
les dice que en primer lugar les explicará
cuál es el credo que guía a él y sus colaboradores
se acercan a una pizarra
un ayudante se adelanta y dibuja dos puntos
el gran jefe toma un gis y une ambos puntos con una línea recta
perfecta
se vuelve y mira a los periodistas
éstos se muestran
desconcertados, pero poco a poco van entendiendo: el camino más
corto entre dos puntos es una recta
sonríen moviendo la cabeza
el gran jefe les hace señas de que lo sigan
se detienen frente
a un gran plano que hay en la pared
el gran jefe dice que la construcción
de la autopista se realiza en dos extremos
señala el plano
[Amor
y autopista, guión de cine inédito, circa 1960.]
Juan José
Gurrola, México; dramaturgo, traductor, director, actor, coreógrafo,
arquitecto, diseñador, músico, cineasta y pintor.
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