La Jornada Semanal,   domingo 18 de enero  del 2004        núm. 463
A Pere

Juan José Gurrola

From nowhere land siempre aparecía Pere. Se sentaba a la mesa de algún café en la Zona Rosa sin protocolo. Yo sabía que traía algo entre manos, o entre el callejón de la vida subsidiaria de algún dragnet (operativo de investigación de la cual era incapaz de despojarse) y después de un rato de hacer que su presencia sólo tuviera relación con el café, las cosas que lo rodeaban y un doblón lleno de desprecio a las piernas de la mesera, sin integrase a la conversación que lleváramos a cabo, de sus labios hundidos y el humo del cigarro (ya quisiera Scott Fitzgerald) reventaba la social e intelectualoide reunión con algo como: "No sé por qué no han inventado coches que caminen como cucarachas." Al rato ya se metía en materia: el cine y el teatro. Pero sabiendo que era imposible todo. Sabía que no se podía hacer porque era demasiado para las mentes de los críticos de cine en pañales como García Riera y De la Colina, "puñeteros del cine Teresa que agarraron línea por lamerle el culo a Buñuel y a Barbachano", o a los rateros Sbert, o a Emilio Cárdenas que se la pasaba metiéndose coca y masturbándose con su jefe: José María, desde entonces la imposibilidad de cine. Y ahí siguen por la lana. Y digo esto porque a mí me tocó sufrir la bancada de hijos de exiliados españoles que eran mierda expansiva petulante porque los había cagado la inteligencia maravillosa de Max Aub, Altolaguirre, Buñuel, León Felipe y demás. La hermosa Luz del Amo era la excepción. Pero qué joda.

En la Zona Rosa había dos bandos, los mencionados arriba y nosotros: Juan y Fernando García Ponce, Lilia Carrillo, y demás. Pere se venía con nosotros porque veía más agudeza que la de los baturros alpargateros, clan que apañó a Julián Pastor porque era igual de pendejo y lo despreciábamos. Quien por cierto ya se fue a España después de que su hijo se suicidó en la cárcel (hijo de la amada Ligia Escalante) y ni un quinto le dio en su vida. Gracias a Dios les dimos en la madre en un partido de fut en la unam cuyo cronista maravilloso fue Juan Carvajal. Bueno, viene al caso todo esto para comprender la figura de Pedro Miret y yo (en medio de las garrapatas con alpargatas), a quien yo veía y entendía por la inmensa sugerencia de su clarividencia y visión orwelliana y el desatino y desprecio por lo real. Iba mucho con mis raíces neoyorquinas. Si algún interesado en cine o en el teatro se tomara la molestia de leer sus guiones vería el nivel, la altura de este incomprendido Orson.

Yo tengo cuatro fólders de sus obras (y hasta una grabación con el anciano tahúr Enrique Rocha) porque sabía que el único que podía entenderlos era yo. Su guión Lobo en campo de golf lo llevo en el alma. ¿Quién va a producir en México un film que empieza en el Country Club de, digamos, Bayscane, Massachusettes, con un close up a la pelota (Titlest) medio hundida en la trampa del hoyo 7? ¿Qué pendejo de imcine (de esa época, of course) iba a entender que al golpear la bola bajo la arena aparecía parte de la nalga del cuerpo de un negro enterrado días antes? Claro que no era Tiger Woods. Pero como en los camiones (desintegralocionistas) a los negros les era prohibido jugar en todo los campos de golf de Northamerica. Igual en México. Aprovecho para mentarles la madre a la Asociación Mexicana de Golf por no promover, con el dineral que se meten en promociones, un campo donde puedan empezar a practicar mexicanos que no tienen el dinero para pagar dues, y terreno, casa… los putos de Tabachines o los del Club México. ¡viva el apoyo al deporte en méxico! Papuchos hijos de padres ricos a los cuales les pondría en la madre en cualquier link. Fui campeón juvenil en los cincuenta. Putetes que se anuncian y tiran arriba de 90. Mr. President, do something about it. Or will I have to wait ‘til Blondie becomes our first baby boomer at The Pineherst?

Esta bifurcación del regio Miret es justificada en su honor. A los periodistas les enseñan a conservar el sentido y compactar, sin derrames imaginativos, su crónica. Yo soy el contrario: meto lo que se me hinche en el momento. No estoy a sueldo, ni le tengo miedo al jefe de sección. 

Y regreso a mi compa Pere: él sentía en la epidermis el horror de la sociedad, de la vida, de la mentira detrás de las palabras. Y aún más. Sentía el peligro detrás de los objetos y de las acciones. Un súper Hitchcock mexicano. Su mente no descansaba en descifrar lo oculto en cada segundo. En cada ventanilla de auto, en el gesto del señor que sacaba su libreta. El horror del elevador donde no salen, Noche en Bruselas esperando la gran fiesta de embajadores y bellas mujeres escogiendo sus vestidos, Amor y autopista en el engranaje de los ingenieros y la ciudad. Para ejemplificar lo anterior les paso un texto de Amor y autopista, que le dedico a López Obrador, ¿obrador?, ¿obra?, ¿caga? (jocosa derivación), donde se ve la velocidad y certeza escribiendo sin pensar en guiones de los "profesionales" para que sienta el productor las acciones del film y la nalga que se va apañar (como las mamadas de los guiones de cine Teleaztecavisa como: cárcel / noche / celda de gloria trevi / las sábanas se mueven / es su quinta puñeta / vemos llegar las cámaras de televisa / grita:

¡"Espérenme tantito"! Corte a fotos de su calendario.

La Trevi: Estoy lista.

Voz del Guardia: ¡Ya puede pasar la maquillista!

Voz del Productor: Que se note que ha sufrido.

Corte: Vemos al productor pasarle una lana al director del penal en dólares.

(Aquí va el texto de Miret a discreción.)

Silencio…

La cámara va recorriendo grupos de obreros silenciosos que tienen taladro apuntando a la pared de una casa… de vez en cuando se vuelven y lanzan miradas al capataz… éste recorre con la vista una y otra vez la línea de trabajadores… hace un gesto con la cabeza…

Ruido ensordecedor de taladros…

Todos los taladros empiezan a funcionar a un tiempo… caras de obreros con los dientes apretados… la punta de un taladro entra por una pared y hace dar un salto a un señor vestido de smoking que habla con una elegante señora… otro atraviesa un cuadro antiguo que representa una noble dama, el taladro parece salirle por la boca… una señora abre un arcón, adentro de él hay la punta de un taladro entrando… la punta del taladro prende a un gran santo por detrás (tiene los brazos abiertos en actitud lastimera) de forma que éste parece haber cobrado vida y avanza hacia la cámara… disolvencia… se ve un salón donde se celebra una fiesta de quince años… a cada lado de la pista de baile hay un grupo de cadetes en posición de firmes… en el centro de ella un cadete baila con una muchacha vestida de largo… la cámara se retira y deja ver un pastel con quince velas… la señorita W. Está sentada en una mesa… apoyado en una columna el joven R. La mira insistentemente… el cadete llega bailando con la muchacha hasta donde está el padre de ella y con un gesto magnífico se la devuelve… el padre se levanta y baila con la muchacha… aplausos… el joven R. Sigue mirando a la srita. W. y la invita a bailar… ella acepta sonriendo… primera conversación llena de lugares comunes… él le regala a ella como presente de amor su pisacorbatas… ella se lo agradece pero no sabe donde ponerlo… finalmente bailan teniendo el pisacorbatas entre sus manos… disolvencia… la cámara enfoca el pisacorbatas encima de una mesa de noche… se retira y deja ver a la srita. W. que despierta en su lecho… oye los taladros lejanos y sonríe mimosa… por detrás de las ventanas se agolpa la gente para presenciar su despertar… se levanta y empieza a cantar… va de ventana en ventana cantando para sus admiradores, después va corriendo las cortinas para poderse vestir… se viste… va a la sala, se acerca a sus padres que se han quedado dormidos frente al televisor, apaga el aparato, se acerca de puntillas a su padre y con mucho cuidado saca de uno de los bolsillos de su bata una credencial… sale a la calle… se ve que la casa que ocupan es modesta en relación con las grandes residencias que hay del otro lado de la calle… camina sin dejar de cantar y dando algunos pasos de baile… cruza la autopista en construcción… se la ve encima de una loma, al fondo la ciudad cubierta de bruma… baja la loma corriendo en dirección a la ciudad… camina por las calles semivacías… parece ir en el centro de un círculo de luz… los faroles se van apagando a su paso… llega al edificio de las oficinas de la autopista (O.C.A.U.)… sube una altísima escalera cantando… va a la oficina de pago… firma la nómina… en el momento de recibir el dinero da un agudo prolongadísimo y termina la canción… baja la misma escalera mientras se desarrolla el motivo musical de su canción… la cámara gira hacia abajo y enfoca el vestíbulo que semeja un hormiguero… corte… por el vestíbulo camina un grupo de periodistas… corte… se ve al gran jefe que está sentado de espaldas en su gran escritorio, lleva el cráneo rapado y fuma incesantemente… le anuncian por el interfono que los periodistas acaban de llegar y ya suben… el gran jefe sigue sentado… en el fondo de la sala se ve una puerta que se abre… el gran jefe sin dejar de dar la espalda a la cámara se levanta… los periodistas entran y se acercan a él… los saluda uno por uno… les dice que en primer lugar les explicará cuál es el credo que guía a él y sus colaboradores… se acercan a una pizarra… un ayudante se adelanta y dibuja dos puntos… el gran jefe toma un gis y une ambos puntos con una línea recta perfecta… se vuelve y mira a los periodistas… éstos se muestran desconcertados, pero poco a poco van entendiendo: el camino más corto entre dos puntos es una recta… sonríen moviendo la cabeza… el gran jefe les hace señas de que lo sigan… se detienen frente a un gran plano que hay en la pared… el gran jefe dice que la construcción de la autopista se realiza en dos extremos… señala el plano… [Amor y autopista, guión de cine inédito, circa 1960.]

Juan José Gurrola, México; dramaturgo, traductor, director, actor, coreógrafo, arquitecto, diseñador, músico, cineasta y pintor.